El entorno del Castillo de la Luz se convierte en estos días en un campamento militar inglés de finales del siglo XVI. Todo está medido al milímetro. Apenas desentonan unos detalles de metal en los postes de las tiendas o las clavijas de acero que fijan al suelo las tiendas de campaña que se han añadido por motivos de seguridad. “Son réplicas exactas de tiendas originales que han llegado hasta nuestros días y que son elaboradas por empresas especializadas”, cuenta el arqueólogo y director de la empresa Patrimonia Arqueológica Artemi Alejandro. Él y el también arqueólogo Daniel Ramírez montan estos días una exposición que se inaugura este martes y estará abierta hasta el próximo uno de noviembre junto a los muros de la fortaleza isletera. Aquí se recrearán tres ambientes típicos de una campaña militar de finales de la Edad Media: la tienda de un jefe de ejército; la enfermería y un puesto comercial en el que se podrá ver porqué Canarias era un lugar importante para los ingleses a principios del otoño de 1595. Estamos ante un escenario de historia ficción. Ucronía lo llaman. Porque el inglés no pudo poner el pie en tierra. Fue rechazado por las milicias isleñas en una jornada de gloria para la invicta Gran Canaria. Pero a los pies del Castillo de la Luz podrá verse un campamento muy similar al que los ingleses hubieran instalado si el desembarco en las arenas del Istmo de Guanarteme hubiera sido un éxito. Esta iniciativa cuenta con el apoyo de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias.
La recreación histórica es una verdadera pasión en lugares como el Reino Unido. Una buena muestra es la factura de las tiendas que se instalan en La Luz. Han sido fabricadas por la Armería Real del Reino Unido. Esta entidad estatal es la encargada de fabricar estos elementos que sirven para traer hasta nuestros días esos hechos de armas que sucedieron siglos atrás con la mayor de las fidelidades. “La única diferencia que hay entre una tienda original del siglo XVI y ésta es que aquí han utilizado una máquina de coser y se le ha aplicado un tratamiento antifuego”, explica Artemi Alejandro. Junto a las carpas, los visitantes que se acerquen hasta aquí podrán ver mobiliario, reproducciones de armamento, uniformes, banderas… Hasta la réplica prácticamente exacta –sólo tiene una diferencia de tamaño de un centímetro- de un tambor que estuvo en la batalla y que aún se conserva en un museo inglés. Y todo para acercar a la ciudadanía a la figura de dos ilustres corsarios ingleses: Francis Drake y John Hawkins. “Son dos figuras muy importantes para la historia de las islas. Apenas se los conoce por este ataque, pero la verdad es que tenían muchas conexiones con Canarias; hasta oían misa en Tenerife cuando visitaban la isla”, comenta Alejandro.
Drake y Hawkins son la excusa para traer hasta la ciudad un modelo de difusión histórica que en Canarias aún está en pañales. Y el resultado promete. Acompañamos a Alejandro y Ramírez durante el montaje. Huele a madera y a cáñamo. “Todo se hace con un esmero total por el detalle” nos dice el arqueólogo. “Aquí el visitante podrá ver un escenario en el que nada es fruto de la casualidad. Para poder recrear una sola de las tiendas hay que pasar muchas horas de investigación previa: uno lee, mira películas, investigar en internet... Aquí la recreación histórica aún no se ha explotado pero uno va a una feria en Inglaterra y los aficionados pueden echarte en cara que el nudo que hiciste para fijar la tienda al suelo se empezó a usar veinte años después de esta o aquella batalla”. Artemi Alejandro comenta que todo lo que vamos a poder disfrutar estos días es fruto de ese trabajo de investigación previa: y de años de visitas a ferias y contactos personales con artesanos que elaboran casi cualquier cosa. Desde un yelmo, hasta una espada pasando por candiles, muebles o indumentaria de la época. En la Luz podremos ver material elaborado en el Reino Unido, Polonia y Alemania.
La idea, señala el director de Patrimonia Arqueológica, es dar a conocer de una manera diferente y amena ese episodio crucial de nuestra historia. “Pocos saben que el propio Drake tenía ‘negocios’ con varios vecinos de las islas; traficaban con esclavos africanos a espaldas de la aduana castellana”, relata Alejandro. Es un factor clave que explica el ataque y que se dará a conocer a través de paneles explicativos y los propios objetos expuestos. También se realizará talleres durante el próximo fin de semana (sábado 22 y domingo 23 de octubre). La recreación histórica, añade, es una buena herramienta para enseñar historia de una manera atractiva. Pero en Canarias esta idea aún no ha cuajado. “Aquí parece que todo lo que no sea aborigen no importa y eso es un error. Tenemos una historia muy interesante que contar y un ejemplo claro es todo lo que se relaciona con los conflictos. Hay mucho que contar y todo es importante”. Hay que recordar que apenas cuatro años después del ataque inglés, la ciudad fue asediada por la armada holandesa de Van der Does.
Las fiestas de La Naval no son otra cosa que una consecuencia del ataque de Drake y Hawkins, pese a que “durante los últimos siglos la fiesta ha sido monopolizada por la Iglesia y el Ejército”. Aquel 6 de octubre de 1595, una armada de 27 barcos y casi 3.000 hombres se apostó frente a las costas de la ciudad para “conquistarla en cuatro horas”. Este pronóstico de un tal Thomas Baskerville, general de infantería encargado de las misiones en tierra de una armada fletada para tratar de arrebatar a España la hegemonía atlántica. Pues fue que no, la cosa. Una hora y media duró el combate. Un puñado de milicianos y vecinos de la ciudad abortó el desembarco matando a más de 40 ingleses, hiriendo a un número indeterminado y castigando de manera importante a varios de los buques que su Graciosa Majestad mandó a la isla para dar la tabarra. Tras otro encontronazo en Arguinegín, Drake y Hawkins abandonaron Canarias para continuar un derrotero amargo por tierras americanas: perdieron todas las batallas que libraron y los propios Hawkins y Drake murieron. La aventura de la llamada Contraarmada (una expedición que fue organizada por Inglaterra como respuesta a la mal llamada Armada Invencible) empezó a fracasar en La Isleta. Y no lo sabe casi nadie. En Inglaterra veneran su historia (la que es cierta y la que no); aquí ni la conocemos.