Dicen que en el fondo de la mente de cada artista existe un modelo o un tipo de recuerdo recurrente, algo así como el paisaje de los sueños. La memoria, que en el caso de Carmen Cruz es el mar. Un mar con el que ella convivió desde que era muy pequeña, desde que vivía allá en Sidi Ifni. Un mar con olas desafiantes, un mar unas veces varonil y temible y otras femenino y tentador.
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