El Cabildo de Gran Canaria rendirá un homenaje a cinco artesanos de oficios tradicionales con más de 80 años de edad el próximo viernes por su contribución a la pervivencia del legado cultural de la Isla, no solo por su incansable labor para confeccionar las creaciones, sino también por enseñar sus conocimientos a las nuevas generaciones.
La caladora Milagros Ramos, la cestera de palma Rosario Molina, el forjador y latonero Francisco Socorro, el cestero de caña y pírgano Francisco del Pino y la tejedora María Castro serán por ello protagonistas del acto preparado en Infecar para ofrecerles un reconocimiento público en un acto encabezado por el presidente insular, Antonio Morales.
El Cabildo instauró en 2016 el Acto de Reconocimiento al Oficio Artesano Tradicional para homenajear cada dos años a los artesanos más longevos y su inestimable aportación al acervo cultural de Gran Canaria, explica la consejera de Artesanía, Minerva Alonso, quien recordó que la gracia y sentidos recuerdos de estos protagonistas llenó de emoción la primera experiencia y no espera menos de esta segunda ocasión.
Milagro Ramos, caladora en Triana que sobrevivió al cambio de los tiempos: Milagros Ramos, de 84 años, nació en La Orotava y hace décadas que vive en Las Palmas de Gran Canaria. Aprendió muy joven el oficio de calado con su madre, Eduvigis Pelayo, quien abrió una empresa de calado en el barrio de Triana. Madre e hija, junto a otros empleados, atendían allí encargos, vendían directamente sus creaciones o las distribuían a otras tiendas. A la vez, impartían cursos de formación.
Milagros no solo heredó el oficio de su madre, sino también su vocación y un carácter emprendedor que la llevó a evitar que la actividad desapareciera a raíz de los cambios sociales y económicos que se produjeron en la segunda mitad del siglo XX. Y así dedicó toda su vida a calar. Aún en la actualidad, pese a no estar en activo, sigue realizando encargos puntuales.
Ha participado en múltiples ferias y eventos regionales, nacionales e internacionales para mostrar la artesanía canaria, y ha sido también maestra de varias generaciones de caladoras que continúan desarrollando su labor gracias a la transmisión de sus conocimientos.
Rosario Molina, de Tejeda a La Aldea con su cestería: La cestera de palma Rosario Molina, de 88 años, nació en Tejeda y en la década de los cincuenta se trasladó con su familia a La Aldea para trabajar en los tomateros, y allí se quedó. La más longeva de los artesanos premiados aprendió este oficio junto a su madre porque era una práctica que realizaban todas las mujeres de la familia. Así comenzó a elaborar diferentes modelos de sombreros, esteras y serones. Desde entonces ha trabajado la palma para vender los artículos y también ha enseñado esta labor en riesgo de desaparecer. Aunque ya está retirada, participa en ocasiones en los cursos de palma que imparte el Proyecto Comunitario de la Aldea.
Francisco Socorro, latonero de 86 años, el sénior del grupo: El forjador y latonero teldense Francisco Socorro de 86 años comenzó a trabajar en el sector del metal con solo 16 años cuando entró como aprendiz en el taller que tenían los hermanos Hernández Ramírez en el barrio de Ejido, en Telde. A partir de entonces, el modelado de los metales ha estado siempre presente en su vida y de hecho sigue en activo.
A lo largo de su extensa trayectoria ha realizado una variada producción, no solo de objetos para cubrir distintas necesidades del día a día, sino también obras artísticas para su admiración. Participa desde hace más de 20 años en ferias de artesanías locales, insulares y regionales.
La caña y el pírgano, la especialidad de Francisco del Pino: La caña y pírgano es la especialidad de Francisco del Pino, que nació hace 83 años en Valsequillo y posteriormente se trasladó con su familia a Santa Lucía. Aprendió el oficio desde muy joven gracias a las enseñanzas de un cestero de su pueblo, quien le mostró el camino para elaborar diferentes modelos de cestos con fibras vegetales de los barrancos de la zona, como cañas, pírgano y mimbre.
Este oficio lo compaginó inicialmente con otros trabajos para después dedicarse a él en exclusiva. Al igual que el resto de artesanos premiados, ha participado en numerosas ferias e impartido cursos en diferentes municipios de la Isla para enseñar los múltiples objetos que pueden crearse solo con el trenzado de fibras de plantas que abundan en la geografía isleña. Aún participa en eventos artesanos pese a estar ya retirado.
María Castro, tejedora de Ingenio: Por último, la tejedora de Ingenio María Castro (83 años) aprendió desde muy pequeña los trabajos con lana junto a su madre, abuela y tías. La familia compraba este material a los vecinos que tenían ovejas y, tras convertirla en hilos, tejían en los telares diferentes paños para venderlos por varios puntos de Gran Canaria.
Ya con 15 años tuvo que enfrentarse sola a un telar para confeccionar las prendas, labor que debió compaginar con el trabajo en los tomateros y en los almacenes de empaquetado en el sur grancanario. María Castro también sigue en activo.
Durante el acto de homenaje será proyectado un documental para dar a conocer la vida y el legado de estos cinco artesanos. Además del reconocimiento público, recibirán de regalo una obra del también artesano José Robayna. Las actuaciones musicales de Yeray Rodríguez, Pedro Manuel Afonso y el Proyecto Comunitario de la Aldea completarán la entrañable velada.