Birdman cuenta la historia de un actor, Riggan (Michael Keaton), que en el pasado saltó a la fama por interpretar a un superhéroe conocido como el Hombre Pájaro. Ahora intenta demostrar que es un intérprete con muchos otros registros montando una obra de teatro en Broadway. Días antes del estreno, toda su vida parece revolverse, sus temores le atormentan con más fuerza y a pocas horas del estreno todo parece estar en el aire.
El papel de su vida
El hecho de que Michael Keaton interprete a un actor que quiere huir de su popular primer papel como súperhéroe es un guiño asombroso a la vida del propio Keaton quien en 1989 interpretó a Batman y de quien los críticos más exigentes dicen que se quedó “encasillado”. Sólo hasta ahora, porque en Birdman despliega todo su talento interpretativo de manera sobrecogedora. No en vano compite por el Óscar como mejor actor en esta edición de 2015. Esta simbiosis Keaton-Riggan, realidad-fantasía, le da una fuerza sobrehumana a su personaje empatizando en todos sus disparatados momentos con el espectador.
La crítica perfecta
El director mexicano Alejandro G. Iñárritu se mete en las entrañas de Hollywood para destapar sus miserias. Por un lado critica el exceso de egolatría de las celebridades siempre pendientes de agradar a todo el mundo y por el otro critica a la propia crítica metiéndose con cierto perfil de críticos y comentaristas de cine (no me lo tomaré como algo personal), los cuales incapaces de crear algo propio viven de rapiñar el trabajo de los demás.
Delicatessen en la técnica
El hecho de que la película esté rodada en un (falso) plano secuencia ha sido muy elogiado por la crítica pero para mi gusto eso complica el visionado. Por un lado es cierto que ayuda a meterse en la laberíntica mente del protagonista pero por otro es agotador. Yo que soy una crítica de cine muy simple, opino que una película debe ser fácil de ver y si la parte técnica es exquisita no se debe notar.