Martín Chirino: “Mi vida ha sido una obra continua, mi pasión y mi fortaleza”

El artista grancanario Martín Chirino.

Efe

Madrid —

A punto de cumplir 93 años, Martín Chirino está inmerso en la preparación de una nueva exposición, un recorrido por su “historia” como escultor, desde sus inicios hasta las piezas que ultima en su taller este artista del hierro y las espirales: “Mi vida ha sido una obra continua, es mi pasión y mi fortaleza”.

“Por lógica va a ser mi última exposición porque a una edad como la mía..., pero cuando me dicen que no diga eso, que en todo caso será la penúltima, contesto que en mi ánimo está hacer otra, pero que pueda, no lo sé”, asegura el artista canario (Las Palmas de Gran Canaria, 1925) en una entrevista con Efe.

Por eso, la exposición que se inaugurará el próximo 15 de febrero en Madrid, en su galería “de siempre”, la Marlborough, se llama “Martín Chirino y su Finisterre”, una muestra de toda su carrera con obras que representan momentos “cruciales” de su vida, dice.

Porque todas las obras de esta exposición le cuentan una historia, asegura Chirino, considerado el escultor español vivo más reconocido internacionalmente.

Hace 70 años que este grancanario se instaló en Madrid para ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y en 1958 realizó su primera exposición en el Ateneo de Madrid ya como miembro del emblemático grupo El Paso.

Desde entonces ha trabajado siempre “apasionado por lo que hacía”, en sus espirales, sus vientos solanos, afrocanes y aeróvoros, en su empeño de “conseguir que el hierro quiera definir lo sublime”.

Dice que en su trabajo no hay esculturas de antes y de ahora, su trabajo es continuo y repite que es artista de una sola espiral, de una sola escultura.

Una sola escultura que, en esta exposición, comienza con la primera de sus obras, “La Reina negra”, de 1952, y que se exhibirá junto a las últimas que ha realizado, nada más y nada menos, que 65 años después.

“Todavía le doy al martillo”, asegura junto a la forja de su taller, ubicado en la localidad madrileña de Chinchón, donde atesora herramientas fabricadas por él mismo y en el que finaliza una escultura llamada “La guitarra y su sombra”, un homenaje a la música de este artista, cuyo suegro era el compositor Ataúlfo Argenta.

Otra de las piezas que expondrá en febrero es “Arco roto (homenaje a las víctimas de Atocha 2004)”, una gran pieza fechada en 2017 que se eleva en el espacio con una espiral vertical en uno de sus extremos y otra tumbada sosteniendo entre ambas un bucle.

Dos versiones de su aeróvoro, realizadas en 2015 y 2016, y “El viento”, de 2015, las tres en hierro forjado, al igual que “El Quijote”, de 2007, también formarán parte, junto a otras, de la exposición comisariada por Francisco Calvo Serraller y que incluirá cerca de una treintena de dibujos del artista, la denominada “colección de Chicago”

El escultor recuerda cómo descubrió de niño las espirales en la playa de Las Canteras de Las Palmas de Gran Canaria: “tuve mucha suerte de vivir allí. Cuando el viento soplaba veía cómo levantaba la arena y se levantaba formando espirales”.

Unas formas que, cómo descubrió más tarde, habían sido grabadas por los primeros pobladores de las islas en las rocas basálticas y que desde 1959 introdujo como motivo de sus piezas.

Y también rememora cómo contemplaba el horizonte y quería “levantarlo para ver qué había detrás”, un interrogante que sigue presente en su obra: “siempre hay un más allá y nunca acabas. Como artista nunca me quedo satisfecho, siempre hay una interrogación”.

Tras todos estos años de carrera considera que el arte y la cultura son una expresión del momento histórico que les toca vivir.

Y cree que hoy hay muchas más posibilidades que en su juventud, cuando reinaba la escasez y la precariedad, pero opina que la felicidad tampoco se construye así: “vivimos en un mundo más difícil. Hemos perdido libertad, cualquiera entra en tu intimidad y te posee, ese es el problema” de la actualidad.

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