Crítica literaria
Motivo de luz, de Leonilo Molina: poesía para tiempos de tinieblas
En tiempos de tinieblas, Motivo de luz. En tiempos de tinieblas, el poeta alza su voz, ofrece, nos ofrece, su palabra. La poesía se une al descontento y quiere afirmarse, dar su versión de la luz. Motivo de luz, poemario de Leonilo Molina, fue escrito de forma lenta entre los años 2007 a 2023. Compuesto por 41 poemas de verso y métrica libres, de diferentes extensiones, se combinan relativamente largos unos con otros breves o varios muy breves. También se combinan distintos tonos y ritmos que enriquecen la obra y le otorgan una dimensión plural.
La poesía de Leonilo Molina aborda la luz como centro de su creación literaria. Siendo la luz denominador común es pertinente preguntarse de qué luz se trata y qué entiende por luz el poeta. Tarea compleja por cuanto Motivo de luz deja entrever una pluralidad de modos de concebir la luz. Todo esto convierte al libro en una propuesta literaria interesante y al tiempo apasionante. Nos vamos a encontrar poemas de una claridad conceptual meridiana junto a otros más enigmáticos y herméticos. Por supuesto, ello no les resta intensidad poética. Más bien, al contrario: el (supuesto) hermetismo enriquece el texto dotándole de múltiples lecturas. Veamos un ejemplo de cada actitud ante el poema: Serena luz, / apacible, / cuánto sosiego me aportas / cuando traes hasta mí su imagen / iluminando levemente su rostro: / (…) / (Del poema número 2, sin título). O: La luz no fue más que un señuelo / en el borde hábilmente colocada / hasta ella llegaron cuan insectos de la noche / en expiatorio peregrinar / (…). (Del poema número 6, titulado “Oscuro escenario”)
En todos los poemas aparece la luz como centro de su reflexión poética y de la elaboración arquitectónica de sus versos. Pero la semántica poética de cada uno de ellos no es la misma. Detrás del término luz se abordan distintas temáticas. Ya en el primer poema se hace referencia a la efímera luz, la que tiene que ver con la memoria y el paso del tiempo: ( ) de otras horas placenteras, hoy distantes, desconocidas viajeras ( ) recurrentes soledades ( ) de pasadas soledades.
En el poema número 2 la luz se manifiesta en y a través del cuerpo. El cuerpo es el lugar de la memoria y ésta también es luz. Un modo de luz: lumen glorioso de cálidos reflejos ( ). Ahora, desventuradamente ausente, perdida en la distancia de un océano ( ) evoco con esperanza los momentos de la dicha ( ). Serena luz, apacible, cuánto sosiego me aportas, cuando traes hasta mí su imagen iluminando levemente su rostro. La lucha de los contrarios, de la claridad y de la oscuridad. La luz lo iluminaba todo, pero llegó la oscuridad: todo era un regocijo de claridades ( ) de nuevo, las tinieblas se adueñaron del ambiente ( ) todo terminó sumido a la iteración ( ) entre tanto desconcierto, -pensó- ¡ya se agotó la luz! La luz que conoce Leonilo Molina es dinámica, está dotada de vida propia. Un ser animado. No es un objeto inerte, sin vida y sin autonomía vital: la luz cabalga, descansa, danza, anuncia, trashuma, se muda, se atreve, se traslada, indaga. Está presente en los objetos, les dota de energía y fulgor, irradia el mundo.
La luz en su modo de oscuridad le vale al poeta para expresar el estado de su alma, para expresar su pesimismo u optimismo vital. El poema 5 marca el poemario con un tono radical y sin rodeos: nada te evidencia, ni reflejada luz ni signo de presencia ( ) ungida por la etérea túnica de la invisibilidad. De nuevo en el poema número 6 se repite el tono rotundo de pesimismo y de oscuridad existencial. Una rabia contenida recorre el poema. Dos verbos enigmáticos envuelven el texto: ( ) hasta ella llegaron cuan insectos ( ) erróneamente pensaron que alumbraría los pasos ( ) ese fulgido manantial decididamente atractivo en tan oscuro escenario. De parecida tonalidad e intensidad encontramos en el poema número 39. El poeta no escatima palabras para expresar su pesar por el rumbo del acontecer: Se fueron perdiendo las luces / otra vez por los desconocidos / sumideros del horizonte, / (…) / quizá / somos incapaces de ver identidades / sujetos a ese alboroto cotidiano / (…) / qué / nos rodea en nuestro andar / hasta ese sumidero final / de no sé qué horizonte / al que vamos destinados.
La luz termina imponiendo su poder: unas veces alumbra y otras deslumbra. Entonces yo mismo me abandono a la luz que tenue alumbra los objetos, habiendo dicho antes lo siguiente: Era un objeto alumbrado por una luz cenital. El poeta celebra con júbilo la dicha de la luz cuando acaba un texto de esta manera: alcanzan la calma que otorga / saberse reconocidas por la luz. Ahora no es la luz que se entrega a la oscuridad nihilista; es la luz del conocimiento y la posibilidad de encontrar en ella cierta redención vital.
Otros textos tienen ese carácter intimista que en este caso se logra a través de un diálogo que se da de modo implícito, que subyace en el interior de la enredadera léxica. Comienza un poema con... Te das en luz / cuando decides / romper la oscura / insensatez de los límites / (…) / tú, la irrefutable fuente / del constatado soplo vital. (Poema número 8). Esta forma, el uso de la segunda persona verbal (además de marcar el uso del pronombre de segunda persona del singular), no es frecuente en el poeta. Como ejemplos, valgan estos otros: alumbras y mudas. Decíamos júbilo y celebración de la luz, sin olvidar de donde se viene y cuáles son sus referentes originales con estos dos estremecedores versos: (…) / allí, donde no hubo / más que un negro devenir / (…). Siguiendo con ese tono intimista y jubiloso deja estos tres versos que definen el modo de escribir de Leonilo, a pesar de que el texto en conjunto conserva cierto grado de hermetismo y, me atrevería a señalar, cierto grado enigmático. Encontramos un ella que transita todos los versos del poema número 10 sin título: Generosa dádiva de luz.
Otro aspecto de Motivo de luz es su intencionalidad de decir qué es la luz, cómo es y cuáles serían sus atributos. Se podría pensar en una intención didáctica o pedagógica: Quiso la luz hacerse / reminiscencia de todo tiempo / interesado brillo de otras / energéticas vicisitudes / (…). En el conocimiento del cuerpo aparece la luz como hacedora y como compañera activa. La expresión de la luz que los cuerpos emanan ocupa un lugar importante en el libro. Una luz ilumina el cuerpo, pero el cuerpo mismo destila su propia luz. Dejamos estos bellísimos versos de altísima factura: (…) / presagio un necesario acercamiento / en el que la luz ya se confunda / e ilumine por igual a ambos rostros / (…) / -a modo de carta de navegación- / todas las imaginarias rutas / que se empeñan en trazar / sobre los planos de tu piel.
Vuelve, una y otra vez, el poeta a presentarnos la luz como necesidad inmanente a la condición humana. El poema número 15 con título “El límite del camino” nos lo confirma con absoluta claridad y sin rodeos. En mi opinión, un texto clave y crucial en el conjunto de Motivo de luz.
La luz lo complica todo cuando escasea, / (…) / y nada se distingue con certeza, / todo se transforma en acaso / (…) / queda un poso de duda / (…) / si desconocemos dónde / puede estar el límite del camino.
De otro lugar, en un tono casi coloquial y conversacional, nos recuerda el poeta esta manera de concebir la luz: Todo se torna inútil / si la luz no alumbra / el camino e impide / seguir el rastro preciso / que nos ayude a encontrar / lo que antes extraviamos. Será la memoria, ingrediente fundamental para cimentar el conocimiento, (entendido aquí como modo de luz), la que no nos dejará en la orfandad y en la carencia de identidad.
La naturaleza casi epifánica del poema “Refugio de luz” se reitera en el dinamismo de la luz de esta manera: la luz busca, se pierde, inicia, aflora y transita. ¿Cómo no iba a cabalgar / la luz sobre los objetos / (…). La luz se hace presente ante la ignominia y el dolor: donde el rojo impone su reflejo, / desgarrado grito de dolor / (…) / anunciador de la ignominia / de la inevitable lucha / de la mujer por su condición, / (…). Aquí la luz va referida a la necesaria denuncia ante el falso o fementido sosiego.
La siguiente forma de luz y, por lo tanto, de conocimiento es el erotismo presente en escasos poemas del libro, pero suficientes como para hacernos una idea cabal de su pluralidad temática. Signos de ello son los poemas números 34 y 35. En ambos, se describe como discurre la luz, qué significa la luz y qué es la luz. En ellos se describen los cuerpos iluminados por la luz, pero también se indaga en esta otra dimensión, ya mencionada con anterioridad: los cuerpos en mutualidad de deseos emanan su propia luz, los cuerpos mutuamente avenidos poseen su propia manera de ser luz. Pongamos unos breves ejemplos: Se prolonga la oscuridad / (…) / donde dos cuerpos medos dormidos / se buscan / (…) / Acompasando / el despertar de los placeres / buscando prorrogar la oscuridad / más allá de los límites de un nuevo día.
Del poema 35, titulado “Los designios de la luz”, estos versos: La luz indaga sigilosa / entre los pliegues de la piel, / se abandona / en concienzuda búsqueda / para encontrar solo ella sabe qué / (…) / todo queda ahora / expuesto a la curiosidad / de quienes se dejan arrastrar / por los designios de la luz.
Parece interesarle mucho al poeta versar sobre la naturaleza de la luz, qué es, cómo se produce, qué mecanismos naturales da lugar a la luz, cómo se mueve y cómo actúa sobre los objetos y sobre la condición humana. En este sentido, es de destacar los poemas número 40 y 41. Dejando aparte la disertación poética sobre la función de la pupila y de la retina, conviene centrarnos en estos versos luminosos y fundamentales: (…) / entonces, esa única luz / cuya presencia nos alimenta / camina a nuestro lado, / nos muestra el sendero / inequívoco de nuestro andar / preciso en la aventura de vivir / (…) / no perderla se torna obligatorio / (…) / Algo comienza a sangrar, / allí donde la luz apenas alcanza / dificulta el conocimiento / (…).
Estamos, por tanto, ante un texto fundacional. Es casi un programa ético, estético y vital. Un compendio de todo el libro, otro motivo de luz. Ha escrito Leonilo un hermoso y necesario libro, leerlo y releerlo es su mejor homenaje.
En tiempos de tinieblas, Motivo de luz.
0