MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
A punto de terminar 'El aprovechamiento industrial de los cadáveres', un cortometraje basado en una idea original de Luis García Berlanga con guión del propio Antonio Gómez Rufo, el escritor reflexiona sobre el genial cineasta, su vida con él y los motivos que le han llevado a dirigir este homenaje, como él mismo lo denomina.
“Es un homenaje colectivo y, para mí, una deuda moral que tenía contraída con él. Estuvimos hablando durante años de hacer esta película y, cuando finalmente estuvimos a punto de decidirnos, sobrevino su enfermedad y el fatal desenlace. Pero es un homenaje porque todos, técnicos y actores, hemos querido que sea así”, explica a Europa Press.
En línea con el extremo cine de Berlanga, en este documental de ficción se narran los supuestos estudios realizados por científicos, nutricionistas, ecologistas, políticos y otros diversos profesionales sobre la hipótesis de alterar el orden natural de la ceremonia de la muerte y sus consecuencias para que el cuerpo humano, una vez perdida la vida, sea objeto de utilidad social.
El planteamiento argumental es sencillo: la muerte como despilfarro ha llegado a su fin. La crisis general, así como las necesidades de conservación y supervivencia del planeta, precisa de soluciones imaginativas y útiles. Unas soluciones en marcha que aún no se han hecho públicas y de las que se avanzan sus contenidos como si se tratara de un reportaje “a fondo” realizado por una cadena de televisión.
Se oirán opiniones de expertos y de políticos, y opiniones “de la calle”, hasta concluir que todo son ventajas en “el aprovechamiento industrial de los cadáveres”. En consecuencia, el proceso se presenta como una solución. Un documental de ficción, en fin, en el que se aúna la visión berlanguiana de la sociedad con la ironía que caracterizaba al genial director.
Para Gómez Rulfo, es efectivamente un tema “transgresor”, pero tratado “desde la ironía, la miserabilización, desde lo 'berlanguiano'. ”Luis odiaba las ceremonias, bodas, bautizos, comuniones, funerales. Pensaba que para muchos eran reuniones hipócritas desde el punto de vista social“, plantea el escritor.
RECUERDOS DE BERLANGA
Más allá de este proyecto, Gómez Rulfo señala que lo último que recuerda de Berlanga es “su soledad, su larga enfermedad marcada por el olvido, su propia falta de memoria y el olvido ajeno”. Rememora también una frase que le dijo en sus últimos días: “He sido algo célebre por la segunda cosa que más me ha gustado en la vida”.
“Yo no quiero llegar a los ochenta y cinco años y pensarlo así, me estremeció”, plantea el escritor, quien defiende, en cualquier caso, que Berlanga siempre “hizo el cine que quiso, cuando le dejó la censura, y procuró disfrutar de la vida, pero sus principios éticos y su enorme timidez fueron mutiladores en ciertos aspectos”.
“Su fama de erotómano, por ejemplo, era una afición meramente teórica. Era un hombre bueno y ser bueno, en muchos casos, es un error vital. Incluso trasgrediendo, procuraba no hacer daño a nadie, al menos individualmente. Sus objetivos a derribar eran las costumbres y las instituciones: la sociedad, la familia, la empresa, el poder, la hipocresía, la intolerancia”, destaca.
En esta línea, Gómez Rulfo apunta que Berlanga no era nada caótico a la hora de rodar: “Nada más falso. Tenía sus secuencias tan estudiadas y milimetradas que llegaba al rodaje sin una duda. Por eso obligaba a repetir tanto las tomas. Hasta que no las contemplaba como las imaginaba, no las aprobaba. Su genialidad no está en cuestión”.
Sobre su propia experiencia personal como escritor metido a cineasta, asegura que “el arte es siempre arte, en cualquiera de sus facetas”. “Yo, en este aspecto, no renuncio a nada. Quizá sea un poco renacentista. La literatura, el teatro, la música, la fotografía, el dibujo, el cine. Todo me apasiona. Ahora tengo que promocionar mi nueva novela, que se acaba de publicar. Luego, ya veremos. Nunca descarto nada”, sentencia.