El escritor canario Alberto Vázquez-Figueroa aseguró este viernes que con El mar de Jade, su libro recién publicado, vuelve a la novela de aventuras “después de dedicarme varios años a la ingeniería y a tratar de arreglar el mundo”.
El autor de Tuareg, que no sabe bien si esta novela hace la número 71 o 72 de su carrera, indicó en rueda de prensa que “al parecer, los lectores tienen más interés en las novelas de aventuras que en arreglar el mundo, quizá porque saben que no tiene arreglo”.
El mar de Jade, explicó el autor nacido en Santa Cruz de Tenerife, contiene mucho humor, “me tomo el pelo a mi mismo, aunque termina de forma trágica”.
Ambientada en el lago fronterizo enclavado entre Kenia, Somalia y Etiopía, El mar de Jade, conocido así por el color verde de sus aguas debido a que el lago se está desecando, es el lugar más inhóspito del mundo donde viven 140.000 cocodrilos de seis metros cada uno y donde hace 17 años que no llueve, indicó el autor canario. “Allí sólo van los antropólogos y cazadores de leones; los árboles está petrificados”, subrayó.
Vázquez-Figueroa relató que la novela está protagonizada por dos primos de un pueblo de Cuenca, “dos paletos”, que escuchan a su tío Florentino hablar del Sáhara y de una posible hija que tuvo con una mujer saharaui.
“Cuando muere el tío, los dos jóvenes, a quienes ha dejado una importante herencia, deciden abandonar Cuenca y adentrarse en el Sáhara en busca de la supuesta hija, empezando por Tinduf, pero pronto comprueban que el desierto es diferente a lo que les contaron”, indicó el autor de Évano.
Vázquez-Figueroa, que alabó las novelas de aventuras y tildó de “coñazo” a las históricas, criticó “a los cuatro sinvergüenzas que vendieron el Sahara español al rey de Marruecos, y que si Franco se hubiera enterado los hubiera fusilado, pero ya estaba muy enfermo.”
Tras anunciar que está acabando un libro sobre el conquistador español Alonso de Ojeda, Vázquez-Figueroa aseguró que sus proyectos de ingeniería para subir agua de mar por medio de energía eólica a una montaña y luego bajarla para que produzca energía eléctrica, están contando con el interés del Gobierno canario.
“Ya lo conté en el libro Vivir del viento, que se puede aprovechar el agua del mar para sacar agua dulce y energía eléctrica, y el proyecto que tengo se va a llevar a Güimar (Tenerife)”, aseguró.
El creador de Arena y viento, que confesó haber vivido 21 años en África y 14 en Latinoamérica, se mostró convencido de solucionar el problema de electricidad que existe en el sur de Tenerife.
“Sólo hace falta agua, que no importa que sea de mar, una montaña alta y viento, y aquí tenemos mucho”, afirmó.