El factor que más ha hecho bajar este indicador ha sido la percepción de la situación actual, que retrocedió 9,6 puntos, hasta los 73,1, mientras que el indicador de expectativas bajó en mucha menos medida, tres puntos, hasta situarse en los 87,3.
En esta importante caída, esperada tras la crisis de los mercados financieros de agosto, ha tenido mucho que ver la “avalancha de información” que los consumidores han recibido desde entonces, reconoció el presidente del ICO, Aurelio Martínez. No obstante, señaló que las turbulencias han afectado “sensiblemente” a la confianza del consumidor, pero sus efectos sólo han sido financieros y no se han trasladado a la economía real.
Aunque septiembre es el quinto mes consecutivo en el que cae la confianza de los consumidores -ya bajó levemente en mayo, junio y julio antes de la crisis financiera y cayó tras ésta seis puntos en agosto-, Martínez señaló que habrá que esperar a conocer el indicador de octubre para confirmar que se mantiene esta tendencia.
“Demagogia” hablar de recesión
Para el presidente del ICO, lo “normal” sería que mejore la confianza en las expectativas en los próximos meses, cuando se conozcan más datos sobre la evolución de la economía, que según recordó sigue creciendo a niveles altos, cerca del 4 por ciento en el tercer trimestre según ha adelantado ya el Gobierno.
Martínez reconoció que es “posible” que en estos dos últimos meses haya calado tanto el mensaje de que la economía española puede aguantar las turbulencias como el contrario, que advierte de una crisis o incluso habla de recesión. A este respecto, advirtió de la “demagogia” que supone utilizar este último término, porque no se puede hablar de recesión hasta que la economía no registra un crecimiento negativo más de dos trimestres seguidos, y España está lejos de tener esos registros.
En la percepción sobre la situación actual ha caído tanto la relativa al empleo como a la situación del hogar, aunque esta última sigue siendo muy superior a la que se tiene de la situación económica del país (86 puntos frente a 60,2). En el caso de las expectativas, también son mucho mejores las que los consumidores tienen sobre la economía de su propio hogar, que aunque han caído tres puntos, hasta los 102, son mucho mayores que las que se tiene sobre la situación económica (80,4 puntos).
Por otra parte, las expectativas de que la inflación seguirá subiendo también han aumentado, si bien ha bajado la impresión de que se vuelvan a subir los tipos de interés, lo que también demuestra que los consumidores han percibido la información recibida, que apunta a que no continuará la política monetaria restrictiva. En cualquier caso, los consumidores han aumentado su cautela, como lo muestra el hecho de que las perspectivas de consumo de bienes duraderos han bajado 7,3 puntos, dato que coincide con la caída de las matriculaciones de vehículos en septiembre, y también tienen menos perspectivas de ahorrar (6,5 puntos menor).
La confianza de los consumidores ha bajado en todos los tramos de edad, aunque sobre todo entre los mayores de 65 años, y mejora a medida que baja la edad, hasta llegar a los más jóvenes, para quienes la percepción no ha empeorado tanto. También ha caído más la confianza en las grandes ciudades, mientras en las pequeñas poblaciones se ha resentido menos o incluso no ha bajado, un dato que Aurelio Martínez atribuyó a la “excepcional” cosecha de este año y sus efectos sobre las economías domésticas en el rural.