Fundación Cepsa y Atelsam apuestan por la integración sociolaboral de las personas con problemas de salud mental

Desde el pasado mes de enero, un total de 120 personas que padecen trastorno mental grave participan en el proyecto Finca Isora: Prepara y Emplea, una iniciativa dirigida a  potenciar sus capacidades y formación con el fin de propiciar su rehabilitación e integración sociolaboral y que, además, reporta notables beneficios para la salud mental.

El proyecto, uno de los cinco premiados en la última edición de los Premios al Valor Social de Fundación Cepsa, que se mantendrá a lo largo de todo el año, se desarrolla en una finca ecológica de 10.000 metros cuadrados del Centro Ocupacional de Isora de la Asociación Salud Mental (Atelsam).

En una visita a las instalaciones para conocer in situ el desarrollo del proyecto, la responsable de Fundación Cepsa en Canarias, Belén Machado, que asistió acompañada por el padrino solidario del mismo, Fernando Hernández, y por una de las personas impulsoras del voluntariado en Cepsa, Maite Núñez, destacó que “esta iniciativa, basada en el aprendizaje de todo lo necesario para poder llegar a desarrollar una actividad laboral relacionada con la agricultura ecológica y la cría de aves, es de gran ayuda a los usuarios, quienes aprenden una ocupación basada en la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente, en este centro de Atelsam que por ahora es ocupacional, pero que aspira a convertirse en centro especial de empleo”. 

Además, “y quizás eso sea incluso más importante”, señaló, “esta actividad les permite establecer y desarrollar relaciones interpersonales en formato grupal, así como fomentar los recursos personales de cada uno, mejorando aspectos fundamentales para el desarrollo personal como son la comunicación, la integración y la cooperación”.

Por su parte, la directora gerente de Salud Mental Atelsam, Ana Concepción, acompañó a la representación de Fundación Cepsa a la visita, acompañada por la presidenta de la entidad, Ana Pilar Zamorano; la coordinadora de los centros ocupacionales del sur de Tenerife, Marta Wallenius, y el profesor de la finca, Rayco Regalado.

Ana Concepción hizo hincapié en la buena acogida que ha tenido la iniciativa por parte de los usuarios. En este sentido, explicó que, “al tratarse de una actividad al aire libre, tiene un marcado efecto terapéutico, teniendo en cuenta que muchos de ellos son víctimas del aislamiento, lo que dificulta su relación con otras personas”.

Agregó que el apoyo de Fundación Cepsa, a través de los Premios al Valor Social, ha hecho posible la contratación e incorporación de un profesional de cara a seguir avanzando en el proceso. De esta forma, el preparador prelaboral pone el acento en potenciar las capacidades y competencias profesionales de las personas con problemas de salud mental de cara a su recuperación y rehabilitación. “Por ello, a las labores propias de la actividad de la finca, se suman otros aspectos claves como acatar normas o desarrollar habilidades sociales para poder desempeñar una ocupación”, aseguró.

Se incide, por tanto, en atenuar la difícil situación actual a la que se enfrentan en el mercado de trabajo, en muchos casos marcada por la ausencia de experiencia laboral previa como consecuencia de largos periodos de inactividad laboral, unido a las dificultades de cara a acceder a nuevas oportunidades.

Por otro lado, el padrino del proyecto, Fernando Hernández, destacó el trabajo que se está realizando a través de una iniciativa que calificó de “sólida, útil y con un gran valor social”. En este sentido, animó a Atelsam a seguir trabajando en esta línea, ya que, añadió, “proyectos como este son los que necesitan las sociedades de hoy en día”.

Agricultura, granja y jardinería

El proyecto hace posible que los 120 usuarios que participan, con edades comprendidas entre los 20 y los 54 años, adquieran cualificación para el desarrollo y mantenimiento de agricultura ecológica y de una granja destinada a la recuperación de la gallina jabada canaria, a lo que se suman, también, iniciativas de jardinería.

Con ello se pretende fomentar los productos kilómetro cero, de forma que a la siembra de hortalizas, verduras y tubérculos, como coliflor, brócoli, bubangos, cebollas, acelgas, papas o puerros, se suman otros cultivos, como alfalfa, millo o cebada, con el objetivo de que sirvan para generar el pienso con el que se alimentan las gallinas. 

Asimismo, aspiran a poder contar con un sello de producción ecológica y con un punto de venta de huevos. Todo ello con el fin de poder convertirse en el futuro en un centro especial de empleo.