El expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, ha asegurado en el Congreso que fue el exgobernador del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordóñez quien le sugirió que incluyera a Bancaja en la fusión de Caja Madrid con otras cinco cajas, al tiempo que ha defendido su gestión al frente de Bankia y el plan de saneamiento que presentó antes de su dimisión, con un coste de 6.000 millones, cuatro veces más económico que el del nuevo equipo gestor.
Durante su comparecencia en la Comisión de Economía del Congreso, Rato ha cargado de forma sutil contra las autoridades, sobre todo, el Banco de España, que siempre aprobó los pasos de la entidad financiera, menos el último plan presentado por Rato, que incluía una ayuda pública de 6.000 millones de euros, muy inferior a los 24.000 millones que necesita ahora.
Sobre la fusión, Rato ha precisado que el día 2 de junio de 2010 Fernández Ordóñez le citó “con urgencia” en su despacho, donde también acudió el presidente Bancaja, José Luis Olivas, y el entonces subgobernador del Banco de España, Francisco Javier Aríztegui.
En este encuentro, según Rato, Fernández Ordóñez pidió que Bancaja se incorporara al SIP de Caja Madrid y le “conminó a negociar los detalles de inmediato”, lo que suponía un cambio de tamaño para el proyecto, que pasaría de ser el cuarto jugador del mercado a uno de los primeros.
Para asegurar la fusión, se encargaron auditorías que, según Rato, no desvelaron riesgos significativos, por lo que se fue negociando la integración, que se hizo efectiva el 3 de diciembre con la constitución del Banco Financiero y de Ahorros (BFA) a través de un proceso “transparente y riguroso”.
Durante la fusión se realizó un saneamiento que, según Rato, el Banco de España consideró “excesivo”, aunque todo el equipo se sentía “confortable”, y el objetivo era poner en marcha el plan de sinergias para aprovechar las ventajas de la nueva entidad resultante, algo que se hizo con celeridad y se cumplimentó casi en su totalidad en 2011.
Sin embargo, la elevación del ratio de capitalización en el marco de la reforma financiera a entre el 8% y el 10% llevó a la salida a Bolsa de Bankia. Esta operación, según Rato, se puso en marcha el 14 de marzo tras aprobar la marca Bankia y separar activos en un banco no cotizado (BFA) y otro cotizado (Bankia) para ofrecer al mercado algo puramente bancario.
Llegado a este punto, Rato recordó que el Banco de España aprobó de nuevo la operación, aunque le pidió que fuera más ambiciosa de lo que se había planteado inicialmente, lo que llevó a que intentar mover entre 3.000 y 4.000 millones. A partir de ese momento, se inició el proceso habitual sin que se pusieran de manifiesto riesgos adicionales en las cuentas, según Rato.
El precio se fijó en 3,75 euros por acción en un momento especialmente difícil del mercado, “significativamente más bajo” del previsto inicialmente, según Rato, lo que implicaba un descuento sobre el valor previo del 70% que reflejaba los riesgos de la entidad y de la evolución económica, pero que también lo hizo más atractivo.
Ante la penalización en el mercado y el abandono de inversores extranjeros, el Gobierno y el Banco de España trasladaron su preocupación por las consecuencias de la salida a Bolsa, por lo que y tras cumplir con las exigencias fijadas por el Gobierno, se empezó a trabajar en un esfuerzo adicional de saneamiento para calmar las crecientes inquietudes.
Un plan más económico que fue rechazado
Así, el equipo de Rato planteó el 4 de mayo un plan de mejora al Ministerio de Economía para reducir el balance de la entidad en 40.000 millones en tres años y que incluía un plan estresado de saneamiento anticipando pérdidas futuras de más de 8.500 millones para duplicar el nivel de provisiones.
Para llevarlo a cabo, Bankia pedía un línea adicional al FROB de 7.000 millones de los que una parte se iría devolviendo a lo largo del ejercicio, por lo que se quedaría en un volumen total de 6.000 millones en préstamos públicos, una cantidad muy inferior a la que ha presentado el nuevo presidente de Bankia, Ignacio Goirigolzarri.
“El plan nunca fue aprobado”, ha lamentado Rato, tras asegurar que hubo un intercambio “intenso” de opiniones y que se incorporaron todas las sugerencias de las autoridades a un plan que, además, incluía ajustes en el gobierno corporativo para reducir consejeros, comités y la estructura de matriz.
“Actuamos correctamente”
El expresidente de Bankia comenzó su intervención en el Congreso confiando en que los grupos políticos reconozcan que su equipo de gestión actuó “correctamente”, en colaboración y sintonía y con el control de los organismos correspondientes, atendiendo de forma “estricta” a la ley y sin coste alguno para el contribuyente.
Rato ha asegurado que su comparecencia no tiene otro propósito que describir la situación de Bankia, las visicitudes y circunstancias para disipar cualquier duda, para que se aclare cualquier incógnita y se refuten acusaciones sobre la gestión de la entidad en una de las épocas más convulsas del sector.
Dimitió por la falta de entendimiento
Rato concluyó su intervención inicial explicando su salida de Bankia. En este sentido, ha asegurado que dimitió del cargo que ocupaba porque vio que las autoridades correspondientes no compartían su mismo criterio y cree “firmemente” que hizo lo correcto en ese momento.
Rato ha explicado que se dio cuenta del desencuentro el fin de semana del 5 y 6 de mayo, en un momento en que el diálogo “es fundamental”.
“No quise poner en riesgo la entidad”
En esas circunstancias, no quiso plantear un enfrentamiento ni poner en riesgo “alguno” la entidad, por lo que decidió dimitir, renunciar a cualquier indemnización y dejar su puesto en todos los consejos.
“Consideré firmemente que debía ser otro equipo el que negociara con las autoridades”, ha señalado Rato, tras defender una vez más su gestión al frente de Bankia al asegurar que ostentó su cargo con “convicción”.