Todos los años, en Canarias se producen kilos de plátanos en perfecto estado que no pueden ser comercializados en el principal mercado de la fruta: península y Baleares. El año pasado parecía una excepción, tras la pérdida de 600 hectáreas del cultivo en La Palma por la erupción de 85 días del volcán en Cumbre Vieja. Incluso hubo escasez de fruta para satisfacer la demanda, lo que propició que se elevaran los precios y se perdiera cuota de mercado en favor de la banana. Pero en la semana 49, del 5 al 11 de diciembre, se ordenó la primera pica o retirada del mercado, con 300.000 kilos. Las siguientes tres semanas continuaron la dinámica y, en conjunto, 2022 cerró sumando un total de 2,7 millones de kilos producidos sin tener salida en el mercado peninsular. Y la tendencia continúa en enero, con 1,8 millones en las dos primeras semanas. Toda esa fruta sobrante se destina a bancos de alimentos repartidos por la geografía española, se retienen en campo o se destinan al mercado local.
La causa de la retirada de fruta del mercado peninsular está en la limitación de su principal mercado, que no puede absorber todo el año toda la fruta que se produce desde las Islas, donde además compite con la banana. De hecho, lo que no se puede comercializar una vez llega al continente, se reexporta a otros países de la Unión Europea, principalmente Portugal. Pero que se retire fruta cuando ha habido una merma de producción tan importante se ha debido al clima, “porque estamos teniendo unos meses de noviembre y diciembre de verano, y eso nos lleva a una recuperación de producción muy alta”, según señala Sergio Cáceres, gerente de la Asociación de Organizaciones Productores de Plátanos de Canarias (Asprocan).
“En las cuatro últimas semanas del año hemos estado muy por encima de nuestra media histórica. Hemos estado con una oferta por encima de los 8,5 millones de kilos semanales, que está 1,5 millones por encima de la media de la última década. Teníamos una falta de oferta que, de repente, de manera sorpresiva, en apenas un mes, no solo se ha puesto al día, sino que se ha puesto encima de la media. Y esto coincide con Navidad, época en la que todos cambiamos nuestros hábitos y consumimos otros productos”, explica Cáceres, quien indica que esto ha llevado a Asprocan “a aplicar los mecanismos que tenemos reconocidos de crisis de mercado”.
Semanalmente, la Asociación de Organizaciones Productores de Plátanos de Canarias (Asprocan) valora la situación de la oferta disponible, la situación del mercado y decide la cantidad que se envía. En ocasiones, ordena retirar una determinada porción con el objetivo de comercializar toda la fruta y de que un exceso de oferta no haga descender de forma significativa los precios. Esta denominada pica debe ser autorizada por el Gobierno de Canarias, quien tiene potestad para determinar el número de kilos que finalmente se retira. Y la retirada de fruta está regulada por un reglamento comunitario de 2007 en el que se justifica esta actuación cuando hay circunstancias excepcionales de mercado.
Hasta diciembre de 2022, toda la fruta que se producía en las islas se enviaba a Península. La merma en la producción canaria de plátano tras la erupción del volcán en La Palma se ha traducido en más de 70 millones de kilos menos. Antes del volcán, la Isla Bonita exportaba una media de 140 millones de kilos anuales de plátanos, aportando el 32% del total de 400 millones de la fruta que genera el Archipiélago anualmente. Esta ha sido la razón de que, sobre todo durante el primer semestre del año, la oferta de la fruta de las Islas disminuyera respecto a años anteriores y, por ende, su precio subiera. En total, Asprocan envió 308.281 toneladas de la fruta fuera de la islas, 63.173 menos que en 2021.
Unos precios en origen descompasados con los de destino
Un agricultor llegó a percibir hasta 1,36 euros por kilo (a inicios de agosto de 2022), cuando en muy raras ocasiones le pagan por encima de 1 euro. En esta coyuntura, las cadenas de distribución aprovecharon para subir los márgenes comerciales y el plátano de canarias se ha ofertado en los lineales hasta a 3,20 euros el kilo en junio. Sin embargo, la dinámica para los productores de plátanos comenzó a ser descendente a partir de septiembre y en la semana 50 (del 12 al 18 de diciembre), percibieron 31 céntimos el kilo, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Agricultura, algo que no ha se visto reflejado de forma inmediata en los precios al consumidor. Además, pueden no ser los mismos agricultores que vendieron la fruta a precios altos los que tuvieron que hacer la pica, puesto que la producción se planifica por zonas para mantenerla todo el año.
“Quizá una de las cosas que tenemos que mejorar en toda la cadena es como acompasar los precios de origen con los precios a los consumidores”, reconoce Cáceres. “Lo que ha pasado es que en diciembre se recuperó la oferta rápido, en un periodo de bajo consumo y, además, con precios al consumidor que no reflejaron los precios de origen, sino que se mantuvieron altos, lo cual hizo que la reducción de los precios en origen no tuviera efecto en la demanda final porque la distribución continuó poniendo los precios arriba. Se juntan las tres cosas y es una tormenta perfecta”, detalla Cáceres.
A todo ello se suma la competencia que el plátano tiene en el mercado peninsular con la banana desde los años noventa, cuando se permitió la entrada de la fruta procedente de países como Costa Rica, Colombia o Senegal. Hace años que el producto importado le ha ido comiendo terreno al isleño y durante buena parte del primer semestre de 2022, los consumidores han podido comprar dos kilos de banana por el mismo precio que un kilo de plátano de Canarias, arrebatándole cuota de mercado.
“Esta semana está algo más equilibrada: el precio del plátano de Canarias en península está en torno a 2,05 euros el kilo, mientras que la banana está a 1,35 euros el kilo. Es un diferencial de precio que el consumidor puede asumir. Pero eso es algo muy reciente, es algo que se debería haber hecho hace dos meses como mínimo. Ese retraso en repercutir los precios de origen al consumidor nos hace mucho daño porque el plátano es un producto perecedero, en diez días se debe comercializar y cada día cuenta. Hay que mejorar mucho en ese sentido para acompasar la oferta a la demanda”, manifiesta Cáceres.
Recuperar las hectáreas aisladas por el volcán en 2023
Para Asprocan, 2022 ha sido un año “excepcional”, principalmente porque se han vivido las consecuencias del volcán de La Palma. “Ha generado una pérdida de kilos en 2022 de cerca de 70 millones y eso ha tenido un efecto directo en el mercado porque, aunque tenemos un consumo bastante fiel en la península, hemos visto que el 20% de nuestra producción se caía. Eso ha tensionado mucho el mercado, unido a un efecto de incremento de costes muy importante, que hemos tenido, como todos”.
Aunque el incremento de los precios se ha podido cubrir la subida de los costes, para Cáceres “esto un motivo de preocupación”, ya que “la pérdida de producción derivada de una falta de oferta no es una buena noticia, pues dejas de abastecer al mercado lo que pide, abandonas un mercado contra tu voluntad y se genera una situación excepcional que condiciona 2023”. Esto se da en un contexto de inflación, en el que “los hogares están comprando mucho menos de todo en alimentación y la fruta en general también está cayendo”, añade.
De cara a 2023, Asprocan pretende recuperar el mercado perdido en la Península, pero “de forma acompasada para que los incrementos de costes no supongan un incremento excesivo para el consumidor y que nos sigan queriendo y manteniendo esa fidelidad”, reivindica Cáceres. Para ello, considera esencial la recuperación de las 350 hectáreas aisladas por la ceniza y la lava del volcán en La Palma: “Se ha trabajado en recuperar a un ritmo importante y esperamos que a finales de año tengamos el 70 u 80% de esa parte y que lo sepultado por las coladas, que está en torno a las 220 hectáreas, esté en camino. Todo ello, para que se siga manteniendo el volumen de empleo y de productores que representa el subsector en Canarias, de 12.000 personas”.
Tensiones por la pica
Los 2,7 millones de retirada de fruta de 2022 están muy alejada de otras cifras de años anteriores. De hecho, a finales de 2017 fue motivo de tensiones internas en Asprocan, que estuvo a punto de sufrir la escisión de dos de sus organizaciones al no compartir las decisiones respecto a la pica. Tanto en 2016 como en 2017 se superaron los 15 millones de retirada de plátano del mercado y, en aquellos años, incluso se difundían imágenes de restos de la fruta tirada en espacios rurales.
En aquel momento tuvo que intervenir el presidente del Gobierno regional, Fernando Clavijo (CC), para mantener la unidad en Asprocan, sosteniendo que la patronal contribuye a garantizar el mantenimiento de las ayudas europeas (141 millones en apoyo directo por año dentro del programa Posei), la gestión de la retirada de fruta en los momentos de crisis y la protección de la marca Plátano de Canarias dentro de la indicación geográfica protegida (IGP), un reconocimiento del que no goza ningún otro producto.
Desde entonces, la pica no ha superado los 10 millones de kilos anuales y la gestión de la fruta retirada ha sido más controlada, desde usarse como residuo agrícola a asumir y sufragar todos los costes de transporte y traslado desde Canarias hacia los centros de recogida de los bancos de alimentos, además de gestión logística. A ello, se sumó la vía de poder enviar plátano a otro mercado que no fuera exclusivamente el peninsular, como Marruecos, a donde se hizo una primera exportación en 2017 con el objetivo de cubrir la demanda durante los meses en los que la producción de banana no puede satisfacer el consumo interno. Pero aún no se ha dado con la tecla para cumplir con el Reglamento 1308/2013, del Parlamento y el Consejo Europeo, en el que se obliga a las organizaciones a “garantizar que la producción se planifique y se ajuste con arreglo a la demanda, sobre todo en lo referente a la calidad y la cantidad” (artículo 152).