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La ganadería se desploma casi un 40% en Canarias en la última década lastrada “por la burocracia y el REA”

Europa Press

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La ganadería prosigue con su progresivo e inexorable descenso de actividad en Canarias y acumula ya una caída del 39,9% en número de cabezas de ganado en la última década al pasar de 507.160 en 2010 a un total de 304.452 el año pasado, según datos recogidos por el Instituto Canario de Estadística (Istac). A la hora de buscar las causas de este desplome, en el sector primario coinciden en los problemas burocráticos y urbanísticos para legalizar explotaciones y las dificultades para competir con las carnes importadas.

Por tipos, solo el bovino escapa a este descenso vertiginoso al acumular solo una bajada del 1,3% en los últimos diez años hasta sumar 19.684 cabezas. En cambio, el caprino se hunde un 39,2% y se queda en 202.887; el ovino un 49% hasta 40.895 cabezas y el porcino, un 43,8%, hasta situarse en 40.986.

Ángela Delgado, presidenta de Asaga, lamenta la “complicación burocrática tan grande” que hay en Canarias para dar de alta una granja, y los ganaderos veteranos van falleciendo y no hay relevo generacional. “Es como si fueras a montar una central nuclear”, agrega. Así, señala que “es un periplo tan difícil y complicado” que muchas veces “termina en la gaveta” de un técnico de un ayuntamiento, a lo que añade que las granjas “están perseguidísimas socialmente” por la supuesta afección a las viviendas, aunque se da la “paradoja” de que en muchas ocasiones las urbanizaciones llegaron a posteriori.

Además, comenta que la ley del suelo de la pasada legislatura no ha resuelto los problemas ya que otorgó las competencias a los ayuntamientos y su técnicos “no están preparados” para trabajar con el suelo agrario “y el que molesta es el ganadero”, y en ese conflicto con las viviendas, señala, “lo que interesan son los votos”.

A modo de ejemplo, detalla como un ganadero lleva tres años esperando para poder abrir una fosa séptica y crear un aseo en su explotación o como en el municipio tinerfeño de Candelaria el Plan General dejó fuera de ordenación “a una granja de toda la vida”. Delgado pone el foco también en la “importación de carnes de todo tipo”, tanto de terceros países, que no pagan aranceles, como las que vienen de la Península, sujetas al Régimen Específico de Abastecimiento (REA).

En su opinión, el REA es un programa incluido en el Posei para paliar la lejanía de Canarias “pero siempre que no vaya a mermar las producciones locales y esto no se ha tenido en cuenta nunca, las importaciones van en detrimento de la ganadería canaria”.

“Un calvario” para legalizar las explotaciones

Para Delgado, los ganaderos pasan por un “calvario” en el Archipiélago y hay un “abandono total” de la administración para no sacar adelante sus expedientes por lo que al final, “el ganadero tira la toalla”. Además, carga contra el borrador de la ley de biodiversidad que prohíbe el pastoreo expansivo por lo que se pregunta “hacia qué mundo natural” se quiere ir ya que “siempre ha sido natural” que la ganadería vaya por el monte y su prohibición “es una incongruencia”.

Asimismo, advierte de que la producción “es más cara” que en Europa y terceros países porque las explotaciones son “muy pequeñitas”, de ahí que ante “situación de desventaja” el futuro del subsector ganadero sea “poco halagüeño” si las administraciones públicas “no apadrinan a los ganaderos”. Para Delgado, las administraciones deben de dejar de ser oficinas que “crean problemas” y por ello, espera que la “voluntad política por el autoabastecimiento deje de ser una frase vacía y se convierta en un apadrinamiento”.

Rafael Hernández, presidente de COAG Canarias, culpa de la situación actual al impacto que tienen las subvenciones y el precio de los cereales que motivan la “pérdida de competitividad” de la ganadería de las islas.

A su juicio, es una “competencia desleal” que resume de forma gráfica: “Si hay una carrera y uno sale con los pies y las manos atadas y diez metros más atrás pues es evidente que llegará más tarde a la meta”.

Además, admite que la gestión ambiental de los purines y estiércoles “se ha ido complicando en los últimos tiempos”, lo que unido a las trabas para legalizar las explotaciones confirman el “retroceso” que vive el subsector, lamentando que no hay problemas de consumo de carne, lo que ocurre es que “se ha desplazado” a la de importación, que es más barata.