“El precio del alimento de los animales no es asumible. Desde noviembre se incrementó, pero la subida a principios de año ha sido brutal”. Airam Rivero se dedica a la ganadería desde hace 8 años y es uno de los pocos pastores trashumantes de las Islas, una tradición prehispánica que se mantiene viva en Gran Canaria, en la que se traslada con el ganado en busca de pasto y se muda con él. Pero esto solo ocurre una vez al año, durante once meses debe alimentar a 500 ovejas que consumen el equivalente a 1 euro diario y, cada principio de mes, su cuenta queda en negativo por los gastos que suponen dar de comer a sus animales, que superan el 50% de los costes de producción del queso que elabora en el Cortijo Daniela, en Santa María de Guía, y que vende a duras penas durante la pandemia. Las materias primas con las que se elaboran los piensos han experimentado un alza mundial por encima del 20%, según publica El País, a causa de las limitaciones de las ventas al exterior de los principales países exportadores, como Rusia o Argentina, o de un incremento de la demanda de China, especialmente de soja.
Cuando paradójicamente se plantean objetivos políticos desde las administraciones canarias como la autosuficiencia alimentaria a través, sobre todo, del fomento del consumo local, y no depender tanto de las importaciones, la supervivencia del subsector ganadero en el Archipiélago se haya en una encrucijada. Prácticamente la totalidad de las materias primas dedicadas a la alimentación animal proceden de fuera de la Islas y están subvencionadas a través del Régimen de Abastecimiento Específico (REA), que tiene como objetivo garantizar el suministro de productos agrarios esenciales en el Archipiélago. Para aquellos procedentes de territorios pertenecientes a la Unión Europea (UE) se aplica una ayuda directa por cada tonelada, hasta un cupo máximo determinado que se modifica cada año. La cantidad establecida en el REA para cereales (avena, maíz o cebada) dedicados a la transformación en piensos asciende a 245.000 toneladas con una ayuda de 92 euros por cada 1.000 kilos; para la importación de un máximo de 37.000 toneladas de paja se aplica una ayuda de 65 euros y para el cupo de 63.000 toneladas de alfalfa y raigas, unos 72 euros. Además, también se ha establecido un balance de 50 euros para un total de 4.000 toneladas de materias vegetales, como ensilados de alfalfa, y otras 150.000 toneladas para la importación de trigo blanco, sémolas de maíz o malta, con 82 euros por cada 1.000 kilos.
En total, el REA subvenciona 508.000 toneladas de diferentes tipos de forraje en las Islas para 2021. Durante años, la cantidad fijada, que se empieza a importar desde enero, se agotaba en el primer semestre al producirse el acaparamiento de los productos por parte de grandes operadores, motivado por la existencia de una oferta menor a la demanda. Para solucionar este problema, a partir de 2018 se separó en la ficha financiera los diferentes tipos de materias primas con el objetivo de ampliar la cantidad que se podía importar y que llegase así hasta final de año. El ganadero y veterinario Jorge Pelayo afirma que ya se ha conseguido solventar la situación, pero ahora se enfrentan a una subida internacional que incrementa los costes de producción. De familia ganadera, se dedicó a la actividad desde muy joven en una granja ubicada en Geneto (San Cristóbal de La Laguna) que tenía vacas, cerdos, ovejas y cabras. Tuvo que cerrar la instalación por “problemas con los vecinos y las administraciones” y ahora, a sus 72 años, tiene una granja dedicada a la multiplicación porcina “en San José de los Llanos, en El Tanque”, donde “no molestaba”. Este año, ha podido comprobar como la soja, un producto que supone en torno al 16% de la alimentación de los cerdos, ha aumentado en 100 euros la tonelada, “si antes me costaba 330, ahora vale 430 euros, una cantidad totalmente inasumible”, remarca Pelayo, que añade que con el REA no alcanza.
Pelayo entiende que “si aumenta un 20% el sobrecoste, los beneficios netos de la explotación no existen. Como no podemos luchar contra el mercado internacional, la Consejería de Agricultura debe abrir ayudas directas al ganadero, además del REA”. En este sentido, propone que se establezca una subvención directa para poder comprar el pienso hecho en las Islas con las materias primas importadas a través de una ayuda que cubra “el 15 o el 20%” de forma trimestral y mitigar los sobrecostes. “Así se estaría ayudando directamente al ganadero y no al fabricante de piensos”, destaca Pelayo. Por su parte, la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias ha respondido a esta redacción que “para el REA de 2021 se ha quitado la ayuda unitaria a productos que compiten con los locales para favorecer el aumento en el número de kilos disponibles de materia prima para la alimentación animal y garantizar la existencia de forraje durante todo el año”.
Ventas que no llegan a cubrir los gastos
A estos sobrecostes se suman las dificultades de los ganaderos dedicados a la producción alimentaria para encontrar canales de comercialización ante el cierre de hoteles y restaurantes a causa de la pandemia y de los bajos precios que reciben, que a penas les llega para mantener la actividad. Durante el mes de marzo, Rivero tenía almacenados unos 700 kilos de queso en las cámaras sin poder darles salida. “Antes de Navidad parecía que los canarios estaban consumiendo más producto local”, recuerda, pero el nivel de alerta 3 declarado en Gran Canaria ha vuelto a asestar otro golpe. Además, explica que ha estado vendiendo quesos “a 10 euros, la gente piensa que te estás haciendo rico y no da ni para cubrir los gastos”. La opción de las grandes superficies es aún menos factible: “Los supermercados pagan a 90 días y pagan poco, a unos 8,50 euros, que ya es a pérdida. Es inviable. Lo poco que queda, son las ayudas y vienen mal y tarde”, lamenta.
Las lluvias dejadas por Filomena han supuesto un leve respiro para la ganadería, porque “si se llega a dar otro año de sequía se acaban los pastores”, asegura Rivero, quien no imaginaba cuando decidió dedicarse a una profesión que ama que “sería así”. Además de la pandemia, también ha tenido que vivir varios incendios en los últimos años: “Han sido muchos castigos”. “Yo trabajo todos los días las 24 horas y cada vez cansa más”, subraya Rivero que, incluso, valora la posibilidad de buscar otro trabajo en los periodos en los que las ovejas no pueden producir quesos “para tener otros ingresos”. Por ello, solo ve como solución que desde las administraciones públicas se les pague un sueldo “de unos 1.200 euros al mes” a los pastores trashumantes, “que quedamos muy pocos”, a cambio de cumplir una serie de objetivos, como limpiar el monte de pastos para frenar los incendios o producir una determinada cantidad de queso con denominación de origen. “Así podríamos pagar con tranquilidad la cuota de autónomo y si hay un mes malo en el que no se vende el queso, por lo menos los gastos están cubiertos”.