Los parques de energía eólica marina en Canarias están cada vez más cerca. El próximo martes 28 de febrero, el Consejo de Ministros aprobará los esperados Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM), que determinarán en qué zonas de las aguas que bordean España podrán o no colocarse aerogeneradores. Sin embargo, no son pocas las razones que han llevado a la región el mismo debate que se reproduce en diferentes puntos de la Península y del resto del planeta: “Renovables sí, pero no en cualquier sitio”.
Las Islas son un punto clave en la transición ecológica del país, pero el alto número de especies endémicas y amenazadas que habitan el océano, el turismo, y el caos que acompañó a la instalación de parques eólicos en tierra protagonizan el debate.
Basta un recorrido por islas como Gran Canaria, Tenerife o Lanzarote para identificar el desorden con el que los molinos de viento fueron colocados en la superficie terrestre. La ausencia de una hoja de ruta que entonces sirviera de guía es una de las causas que ha llevado a un sector de la población canaria a mostrarse escéptica ante la eólica marina. “Hemos estado trabajando para evitar repetir los errores que se cometieron en tierra”, asegura el consejero de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias, José Antonio Valbuena, en declaraciones a esta redacción.
En Fuerteventura, los aerogeneradores de Puerto del Rosario llegaron incluso a acabar con la vida de dos guirres, una subespecie endémica de Canarias estrictamente protegida. “Hace 30 años no había ningún tipo de plan diseñado para colocar aerogeneradores en tierra. La energía renovable era una cosa anecdótica. Hoy en día sabemos que es importante y podemos planificar”, asegura. Con este objetivo se publicarán los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo. Este documento clave tendrá una vigencia de seis años y, según el consejero, concluirá que se pueden instalar parques en enclaves concretos de todas las Islas.
A pesar de ello, las administraciones han acordado que en los próximos seis años solo Gran Canaria pueda acoger aerogeneradores de eólica marina. La razón, según Valbuena, es que la isla contará con la central hidroeléctrica de bombeo Salto de Chira. “Estos parques necesitan grandes almacenamientos para que se pueda aprovechar”, apunta.
El Gobierno canario, el Ministerio de Transición Ecológica y el Cabildo de Gran Canaria también han decidido que los aerogeneradores no estén a menos de seis kilómetros de la costa, con el objetivo de reducir el impacto visual. En esta línea, el Archipiélago arrastra un inconveniente que no comparte con otros territorios del norte de Europa. El origen volcánico de las islas hace que la profundidad supere el kilómetro con rapidez, dificultando la colocación de los aerogeneradores.
Lanzarote, una isla “de silencio”
Aunque a corto plazo solo se lanzarán concursos en Gran Canaria, las empresas siguen diseñando proyectos para el resto de islas. Canarias, la mina de oro de la eólica marina, está desde hace años en el radar de los desarrolladores. Capital Energy es una de las empresas que pretende hacerse un hueco en el mar de Canarias a través del parque eólico marino flotante Timanfaya, proyectado en Costa Teguise. El documento inicial del proyecto recoge la posible instalación de cuatro turbinas con capacidad total de 50 megavatios.
En la práctica, poco significa este documento. Una vez aprobado el POEM, se convocarán subastas o concursos para que las empresas con la mejor oferta puedan desarrollar sus planes. A pesar de ello, la posibilidad de que se instalen molinos en Lanzarote pone en guardia a su gente. “Esta es una isla de silencio, el nuevo lujo. Los molinos son ruidosos. Que el Gobierno central nos indulte de eólica marina, porque somos un territorio pequeño y diferente”, sostiene Micaela Ferrer, empresaria del sector turístico en Costa Teguise.
La lanzaroteña trabaja en la creación de una plataforma para que la isla quede libre de energía eólica. “Tenemos una tradición de conservación. Mientras con el boom turístico el resto de islas empezaron a hacer edificios grandes y de todos colores, César Manrique ideó un proyecto estético para Lanzarote, para que fuera una obra de arte que integrara la arquitectura en el paisaje. Ahora con la especulación energética nos quieren llenar la isla de molinos”, dice Micaela.
La empresaria teme además que Costa Teguise se convierta en una zona industrial. “Los planificadores quieren abastecer de energía renovable la central térmica y la desaladora, pero es incompatible con el uso turístico. Es un desastre total de impacto visual, económico, de calidad y de reputación del destino”. En Gran Canaria, mientras tanto, las autoridades han optado por excluir determinados municipios de los POEM por su carácter turístico. Es el caso de San Bartolomé de Tirajana, donde se enmarcan las emblemáticas Dunas de Maspalomas.
En este sentido, la consejera de Energía del Cabildo de Lanzarote, Ariagona González, ha señalado que el único lugar de la isla donde cabría eólica marina sería en la costa del Puerto de los Mármoles, al tratarse de un enclave más industrializado. En declaraciones recogidas por La Voz de Lanzarote, la representante de la corporación insular apuntó que en el resto de la costa lanzaroteña no deberían ponerse estas infraestructuras porque ya están dedicadas a otros usos.
Ricardo Guerrero, director del máster de Energías Renovables de la Universidad de La Laguna, señala que la energía eólica marina es algo nuevo y puede desconcertar a la población que tenga una “visión conservadora de su paisaje”, que ha sido fuertemente transformado a lo largo de los años. “La primera opción debe ser el autoconsumo en las cubiertas y en los tejados de las casas. Puede ser el sustento mayoritario de la generación eléctrica de Canarias”, apunta el experto.
Guerrero añade además que se trata de un tema complejo que necesita de una decisión política. “Puede haber incluso turistas que vengan y al ver aerogeneradores aplaudan que la isla esté abastecida de renovables. Lo que pasa es que son personas que luego se van y no se quedan con el aerogenerador delante durante años”, valora.
Por su parte, Pablo Martín, biólogo marino y activista por la conservación sostiene que la ubicación de los parques en ningún caso debe planearse pensando en la población turista, sino en la local que se va a abastecer de esta energía. “El impacto visual no afecta a la salud, ni afecta al ecosistema. Es preferible tener molinos delante a tener una central soltando dióxido de carbono al lado de casa”, ejemplifica. A pesar de ello, propone tener en cuenta el voto y la opinión de la población para los proyectos que tengan un importante impacto visual.
Respeto a la biodiversidad
La riqueza de especies endémicas que habitan o transitan por Canarias es otro de los elementos que la población exige tener en cuenta. El delegado de SEO Bird Life en Canarias, Yarci Acosta, apuntó en una conferencia sobre eólica marina que las islas se enfrentan a una importante pérdida de biodiversidad. Por esta razón, propone llenar los vacíos de información que existen sobre el impacto de los aerogeneradores en la flora y la fauna del Archipiélago.
“Hay que estudiar cada caso específicamente, porque los valores de mortalidad pueden ser muy diferentes en función de la zona”, explica. Calcular las muertes es tarea casi imposible, puesto que muchos cadáveres de aves caen al mar. Lo mismo sucede con las especies marinas. Para las aves que sobrevuelan la región, los aerogeneradores pueden generar un efecto barrera que les impida el paso, haciendo que se desplacen a otros lugares y provocando efectos indirectos en el ecosistema.
Algunas aves como la pardela pichoneta o la pardela chica han sido propuestas como subespecies endémicas, destaca Acosta. “De la gestión que hagamos de ellas en Canarias depende su supervivencia”, recuerda. “Otro proceso ecológico que no podemos dejar a un lado es el corredor migratorio del Atlántico este, que conecta el norte de la tierra con el sur”. Por este tramo transitan centenares de aves que tienen el Archipiélago como zona de paso, de descanso o de destino final.
El biólogo marino Pablo Martín señala que el daño que provoca la eólica marina en la fauna siempre va a ser mayor del que se cuantifica, porque no se ve. Por su parte, explica que no hay estudios que relacionen el ruido de los aerogeneradores con el daño a especies marinas en Canarias. “Riesgo de colisión con cetáceos podríamos decir que no va a haber porque no son estructuras que se muevan por el mar, pero no sabemos si podrían desplazar a las poblaciones de cetáceos que están por ahí con el ruido que generan”, añade. “La misión de Canarias en el mundo es conservar las especies endémicas, y no podemos instalar energías renovables en cualquier sitio sin tener eso en cuenta”, concluye.