El Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria celebrará el lunes dos décadas de idilio con las Drag Queen, las protagonistas de un espectáculo que ya no conoce fronteras, pero que en 1998 arrancó con tantas dosis de entusiasmo, como de incertidumbre entre quienes se la jugaron al programarlo.
En su primera edición, la Gala Drag apenas se anunció en la ciudad que lo acogía, donde los errores en carnaval suelen pasar dolorosas facturas al gobierno municipal, pero ya de inicio logró llenar el parque de Santa Catalina con más de 3.000 personas.
El espectáculo se programó tras dos intentonas fallidas por la insistencia de Francisco Medina, entonces vicepresidente de la Sociedad de Promoción, y del actual director de la fiesta Israel Reyes, en aquel momento colaborador de Anatol Yanovsky, que lograron convencer a la concejala de Carnaval, Pepa Luzardo (PP).
Reyes recuerda que aquella gala de 1998 nació como una evolución del mundo del transformismo que ya se fraguaba en varios locales nocturnos de Gran Canaria. “Solo subimos al escenario una realidad que ya estaba en la calle”, relata, burbujeando en certámenes como el Travescarnatival de Maspalomas, en el sur de la Isla.
El actual director artístico de las fiestas reconoce que el Ayuntamiento concedió “carta blanca” al equipo de aquella época para “dar forma a un nuevo fenómeno de carnaval, que iba más allá de disfrazarse y buscaba ofrecer un número musical divertido, loco, moderno, transgresor y creativo”. Eso sí, relegado a un jueves y sin ningún político dispuesto a proclamar sobre las tablas al ganador.
“¡Imposible celebrarlo un fin de semana! Y lo hicimos sin apenas promoción, por el miedo que teníamos”, confiesa Israel Reyes.
La gala se retransmite hoy en directo por televisión a toda España, sale al exterior por varios canales internacionales y se ha convertido en un espectáculo en el que cada candidato tiene detrás a diseñadores, coreógrafos, DJs y cuerpos de baile.
Poco de eso existía cuando Carlos Menéndez decidió subir al escenario de Santa Catalina al personaje que le había hecho popular en un club del sur de Gran Canaria, Drag Heaven, con música grabada en una casete, un traje confeccionado por él mismo con materiales reciclados y unas plataformas recién estrenadas.
“Me presenté con la idea de que era un concurso de disfraces con playback, ensayaba en los espejos de mi casa, en los que ni siquiera podía verme entero para poder practicar”, reconoce el primer ganador del título Drag Queen de Las Palmas de Gran Canaria.
Menéndez recuerda aún con claridad no solo lo que sintió aquella noche histórica subido en unas plataformas de 35 centímetros de altura, sino también lo que vino después: “La gente me reconocía por la calle, venían al trabajo para hacerse fotos conmigo, me llamaban para hacerme entrevistas, yo no me imaginaba la repercusión que iba a tener la figura del drag a todos los niveles”.
Drag Heaven colgó hace años sus plataformas, en el décimo aniversario de la gala. Sin embargo, aquel personaje ayudó a su creador a ser reconocido como estilista y maquillador profesional.
Crisalidrag es otro de los nombres propios en la historia de la gala, en la que figura como la primera reinona que ganó dos veces el título (2006 y 2009). Tras él está Juanjo Tejera, que es de los convencidos de que, pese a su innegable evolución, “la esencia de la gala Drag Queen después de 20 años sigue siendo la misma”.
“Ha evolucionado a demanda de la gente. Es el público el que marca la transformación y siempre será positiva si es así”, dice.
El palmarés de Crisalidrag, retirado “por ahora”, solo lo iguala Grimassira Maeva, que este lunes subirá de nuevo al escenario a entregar la banda a su sucesor, como ganador de 2016 (y de 2014).
Rayco Santana ha sabido encender como pocos al público del carnaval con ese personaje, con actuaciones que añaden glamour de las drag un punto “barriobajero, canalla y muy canario”, aunque él siempre defiende que Grimassira empezó siendo “un poco miedica”.
“Dos décadas de Gala Drag han creado un panorama en el que caben todas las historias y en el que todos aportamos al Carnaval, del que ha nacido un perfil nuevo más allá del transformismo”, dice.