Toda ciudad tiene dos vertientes; es decir, la que se ve a simple vista, y la que se conoce cuando se vive en ella. Este blog quiere contar lo que sucede en esta ciudad nórdica, tratando de no recorrer los lugares comunes tan del gusto de las guías turísticas. Y todo ello, en lengua castellana.
Un día cualquiera, durante el mes de mayo del año 1984, Sarah Jenette Connor, una joven estudiante de la californiana Western University, acudió a su trabajo a tiempo parcial, después de sus clases diarias. Como tantas otras veces, el restaurante en el que trabajaba estaba lleno de clientes dispuestos, en muchos de los casos, a lograr que un día cualquiera se transformara en una agotadora y descorazonadora carrera de obstáculos.
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Lo que a buen seguro no podía pasar por la cabeza de la joven era que esa misma noche su hasta entonces monótona y previsible vida iba a cambiar, de manera absolutamente radical. Todo sucedió justo cuando su nombre -no su rostro- ocupó la primera plana de las noticias locales. ¿La razón? La irrupción en su vida de dos nuevos y antagónicos personajes. El primero en presentarse fue un mecánico e imponente Terminator T-800, modelo 101 fabricado por Cyberdyne Systems. Éste era el que estaba detrás de la muerte de otras tantas Sarah Connor, con la que el despiadado ciborg se había cruzado anteriormente, y que había causado alarma en la joven Sarah. El segundo en discordia fue Kyle Reese, un curtido sargento del ejército de resistentes que lucha contra Skynet, la inteligencia artificial responsable de la fabricación del T-800 que le declaró la guerra a la raza humana, tras desatar lo que luego se conocería “El día de juicio final” primer acto de la contienda contra la humanidad.
En realidad, todo le sucedió tan rápido que Sarah ni siquiera tuvo tiempo de asimilar que era ella el objetivo de una máquina despiadada, autosuficiente e incapaz de rendirse. Lo único que pudo hacer, tras sobrevivir al primer asalto, fue rendirse ante la evidencia y aceptar que, tras aquella noche, nada volvería ser igual. Lo que vino después, tampoco fue fácil de asimilar, mientras lo escuchaba de boca de quien, según sus palabras, había llegado del futuro para protegerla.
Ella, una joven estudiante de primer curso, iba a conocer su destino. Sería tanto un símbolo de la resistencia como la madre de su futuro líder, John Connor, el humano que logró unir a los supervivientes de la raza humana para plantarle cara a la fría, calculadora e insensible inteligencia artificial empeñada en borrar de la superficie del planeta a cualquier ser de sangre caliente y mente, más o menos racional.
Ella, cuyo único interés hasta entonces era poder pagar las facturas para seguir con sus estudios, debió aprender, sin ningún tipo de entrenamiento previo, a fabricar explosivos, a empuñar armas y a evitar ser atrapada por quien, ni tan siquiera toda la dotación de una comisaría entera de policías pudo hacerle frente y sobrevivir en el intento.
Lo cierto es que, en tan sólo unas horas, aquella joven de diecinueve años vivirá una experiencia que la hará crecer como persona y como mujer, además de conocer a quien, a la postre, se convertirá en el padre de su futuro hijo, John. Pasadas esas pocas horas de convivencia, y de huida, y de desesperación ante la implacable cacería del T-800, Sarah Connor se transformará en una superviviente y en una luchadora infatigable, capaz de enseñar a su vástago los peligros que el futuro les tiene reservado. Y eso que el mundo en el que ambos se desenvuelven se empeña en separarlos y en tratar de acallar lo que ella sabe que pasará, si nadie lo evita.
Una década después, Skynet volverá a la carga contra Sarah Connor, momento en el que su hijo adulto le enviará una versión reprogramada del T-800 para que sea la máquina quien se enfrente con el nuevo modelo de Terminator, la versión T-1000. Éste es un prototipo de metal líquido diseñado para ser capaz de mimetizarse con cualquier elemento con el que se cruce, además de absorber los impactos de cualquier tipo de arma y, luego, volver a su forma original.
Ahora, ya no se trata de salvar sólo su vida, sino la de su hijo, John, y por mucho que a Sarah le cueste aceptarlo, el T-800 que un día la aterrorizó, terminará por convertirse en su mejor y único aliado frente a un rival que va un paso más allá en su empeño por acabar con la vida del líder de la resistencia humana, aunque se sólo se trate, entonces, de un niño de diez años.
Poco queda, en esos momentos, de la inexperta joven que un día pasó por verse delante del láser de un arma automática para, un segundo después, ser salvada por el incesante repiqueo del fusil de pistón que empuña Kyle Reese. Sarah Connor es, en aquellos instantes, la mujer que sirvió de inspiración para que un joven como el sargento con el número de identificación DN38416 se decidiera a aceptar una misión suicida y sin retorno posible. Para Kyle Reese, la humanidad solamente tenía una oportunidad y ésta pasaba por las manos de Sarah Connor, un hecho que no había pasado desapercibido para Skynet. De ahí su empeño en acabar con ella, y con su hijo.
Ahora se trataba de una lucha mucho más descarnada que la que se viviera una década antes, porque la inteligencia artificial que orquestaba toda aquella contienda no estaba dispuesta a poner en peligro su “gran momento”; es decir, el día en el que la humanidad sería un testigo mudo y sin margen de maniobra ante la destrucción que le habían puesto en bandeja al programa que debía defenderlos de ellos mismos. Quizás la fría, monótona e impersonal forma del T-800 mientras describía la forma en la que Skynet lo orquestó todo, sea el momento más terrorífico de cuantos había vivido la joven en su corta, pero intensa vida. Escuchar sus palabras le dejaron claro que no importaba el precio a pagar, siempre y cuando éste sirviera para evitar aquello que su cerebro aún trataba de asimilar.
Y es dicha actitud la que terminó por forjar un carácter que le acarreó ser considerada mucho más que la madre del líder la resistencia, por mucho que luego la historia humana y cinematográfica se empeñara en querer borrarla del imaginario de quienes todavía recordamos aquel día de mayo del año 1984.
Primero fue su muerte por causa de una leucemia, tal y como se cuenta en Terminator 3: Rise of the Machines. Luego se convirtió en sólo un recuerdo dentro del imaginario de la resistencia liderada por John Connor, incapaz de aceptar que se están enfrentado a un antagonista que dista mucho de entender lo que significa el concepto de rendición. Skynet es la Inteligencia Artificial que ha encontrado un propósito, la destrucción de los seres humanos, y sobre él se articula todo su discurso.
Tras querer reinventar una nueva línea temporal en la vida de la heroína, con Terminator Genesis- una idea que se saldó con resultados ciertamente desiguales- Sarah Connor, la original, ha regresado en la que sería la sexta entrega basada en la historia original, Terminator: Dark Fate. La acción se sitúa tras los sucesos de la segunda entrega, Terminator 2: Judgment Day, obviando todo lo que ha sucedido desde entonces.
Y siendo cierto que los años no pasan en balde, ni tampoco el personaje lo pretende, queda claro que Sarah Connor, aquélla de la que ya hemos hablado a lo largo de este pequeño ensayo, todavía es capaz de mantenerle el pulso a la última aberración tecnológica enviada por una nueva inteligencia artificial, más demente y megalómana que Skynet, por difícil que esto pueda sonar. Sin embargo, esta vez no sólo ha cambiado el antagonista principal, ahora se llama Legion, sino los peones con los que la resistencia trata de detener esta nueva amenaza. En esta ocasión, Sarah Connor conocerá a Grace, una soldado cibernética capaz de rivalizar con los Terminator que la aterrorizaron tres décadas atrás, que no dudará en interponerse delante del implacable y prácticamente imposible de detener Rev-9, con tal de lograr su misión.
Quien también ha cambiado es el objetivo a defender y/o aniquilar, según se trate. En esta ocasión se trata de Daniella “Dani” Ramos, una joven mejicana tan “inofensiva” como podría ser Sarah Connor treinta y cinco años atrás. Lo que diferencia a ambas es que la máquina enviada desde el futuro sabe perfectamente a quién debe eliminar, mientras que el Terminator original va eliminando a todas las Sarah Connor que hay en la guía de teléfonos.
Está claro que las dudas del pasado han quedado atrás y no hay ni un segundo que perder, si se quiere salvar la vida unas horas más, tal y como Grace la hará ver a Daniella y a una reticente Sarah, demasiado asqueada por todo lo que le ha sucedido en su vida, incluyendo la pérdida de su hijo, como para creerse que la historia se repite, ahora sin contar con ella.
Se vea por donde se vea, en esta nueva entrega se nota el paso del tiempo en los rostros de los protagonistas y en el desarrollo de una historia, adaptada, ésta, a un siglo, el XXI, donde tanto los soldados como los héroes pueden tener rostro de mujer, algo que no sucedía en los años en los que la primera película se estrenó.
Dicho esto, la primera entrega de la franquicia se la puede considerar uno de los mejores ejemplos de lo que debería ser una película de ciencia ficción. Clara, directa, bien narrada y desarrollada con una precisión que ya quisieran para sí otras tantas producciones similares, dotadas de un presupuesto muchísimo mayor, pero carente de la validez del trabajo de todos aquellos que hicieron posible que la película llegara a estrenarse en la década de los años ochenta del pasado siglo XX. Y no se olviden de que la situación y la aceptación para con el género fantástico distaba mucho de ser la actual, razón que explica la cantidad de títulos que “fracasaron” en aquellos años y que, luego, con el paso de los años, terminaron por formar parte del imaginario de quienes los descubrieron diez, quince o veinte años después.
Sea como fuere, y sin contar con el factor sorpresa que nos atenazó en la butaca en el año 1984, Terminator: Dark Fate termina por ser el recuentro con un personaje que no debió abandonar la narración espacio-temporal para la que fue creada. Además, quiere buscar cierta coherencia argumental tras los sucesos, muchos de ellos un tanto erráticos, contados en las últimas entregas de la saga.
¿Justifica todo esto el volver a ir a ver a Sarah Connor en una gran pantalla? Ésa es una pregunta que cada uno se deberá formular y responderla, luego, en base a sus propios recuerdos y vivencias. Lo rimero de todo es aceptar el paso del tiempo y después ser capaz de valorar y disfrutar de ese mismo tiempo, pasado, presente y, quién sabe, si futuro.
Toda ciudad tiene dos vertientes; es decir, la que se ve a simple vista, y la que se conoce cuando se vive en ella. Este blog quiere contar lo que sucede en esta ciudad nórdica, tratando de no recorrer los lugares comunes tan del gusto de las guías turísticas. Y todo ello, en lengua castellana.
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