Un hombre, de nacionalidad mauritana, admitió este martes que el 15 de febrero de 2007 secuestró un avión que cubría el trayecto Nouakchott-Nouadhibou-Gran Canaria porque, tras el golpe de Estado en Mauritania, le querían “matar” y su intención era desviar el aparato hacia Francia para solicitar asilo político. “Soy una persona normal, no soy ningún terrorista ni pertenezco a ningún grupo terrorista”, aseveró.
El procesado, O.M.A.B., de 35 años, reconoció durante el juicio celebrado en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas que, sobre las 17:45 horas del citado día, se hizo con el control de la aeronave Boeing 737 perteneciente a la compañía Air Mauritain, con 74 pasajeros a bordo y ocho tripulantes, y que obligó a su comandante a modificar su ruta y dirigirse a París, haciendo finalmente parada para repostar en el aeropuerto de Gran Canaria, en el que tomaron tierra a las 18.25 horas de ese mismo día.
La Fiscalía ha solicitado imponer 23 años de cárcel para el acusado, mientras que la defensa pidió la libre absolución para su cliente, que, visiblemente nervioso, insistió en que ocupaba un cargo en el Parlamento de Mauritania y después el golpe de Estado en este país le dieron “12 horas para que desapareciera” y le amenazaron tanto a él como a su familia.
Así, una hora antes de viajar, compró dos pistolas cortas semiautomáticas -una del calibre nueve milímetros y la otra con un calibre de 6,35 milímetros-- a un senegalés, que le proporcionó también una droga de la que consumió “diez pastillas”.
Le estaban ''persiguiendo''
Durante su declaración, en la que precisó de intérprete, explicó que entró en el avión con las armas dentro de un bolso y, una vez que pasaron quince minutos y el aparato estaba en el aire, se dirigió hacia la cabina y le dijo al piloto que quería ir a Francia para pedir asilo político porque le estaban “persiguiendo”.
En todo caso, admitió haber esgrimido las pistolas ante los tripulantes y pasajeros, pero rechazó haberles dicho que les iba a pegar un tiro, atemorizando con ello a todas las personas que se encontraban a bordo.
O.M.A.B., que señaló que pensaba que el avión “iba vacío”, reiteró que jamás amenazó a la tripulación ni a los pasajeros y comentó que durante el trayecto pensó en entregarse “lo antes posible” a la Policía nada más aterrizar en el aeropuerto de Gran Canaria. “Tenía miedo de que la Policía me viera con las armas y me disparara”, arguyó.
De hecho, negó que finalmente fuera reducido ante la decidida acción de algunos tripulantes y pasajeros y sostuvo que, una vez en tierra, tiró las armas a la cabina y se entregó voluntariamente.
“Ni siquiera sabía que la pistola estaba preparada, ni sé manipular un arma ni cómo se coloca una bala”, aseguró el procesado, que incidió en que tras el golpe militar en Mauritania le quitaron sus propiedades y le dejaron “sin nada”. Agregó que a “muchas” de las personas de su “misma ideología” y a quienes “también amenazaban están detenidas, otras tuvieron que abandonar el país y otros han desparecido”.
Cinco pasajeros le redujeron
Por su parte, un guardia civil que realizó el atestado subrayó que “es imposible no darse cuenta de que iban 82 personas en el avión”. Añadió que O.M.A.B, que carece de licencia de armas, expresó al piloto su interés en viajar hasta París, pero el aviador le espetó que no había suficiente carburante para ese recorrido. Después de intentar aterrizar sin éxito en Nouadhibou y Dajla, optaron por aterrizar en Gran Canaria para repostar.
Según el agente de la Benemérita, el capitán constató que el hombre “no dominaba otros idiomas, se percató de que actuaba solo y que, por la forma en que tenía las armas en sus manos, no tenía experiencia y no era una persona excesivamente profesional”.
De este modo, el capitán se dirigió en francés al pasaje y les avisó de un plan, en virtud del cual en el momento en que procediera a aterrizar en el aeropuerto de Gran Canaria frenaría tres veces hasta que el secuestrador cayera al suelo, como así ocurrió. Acto seguido, “cinco pasajeros que habían formado un comando le echaron agua caliente encima, le redujeron y le quitaron las armas”, añadió.
Asimismo, el agente destacó que varias personas declararon que el acusado “les colocó el arma en la cabeza”. “Fue un secuestro que cuando llegó a territorio nacional ya había terminado”, apuntó, al tiempo que resaltó que peligró la vida de las personas que estaban a bordo.
''Pensé que no salía vivo del avión''
Por su parte, uno de los viajeros aseguró que vio un “secuestro aéreo” y que el aterrizaje en el aeródromo de Gran Canaria “fue espectacular”. “Pensé que no iba a salir vivo del avión. Tuvimos mucho miedo”, declaró.
Igualmente, entre los testigos, compareció un controlador aéreo que señaló que el 15 de febrero de 2007 era “un día normal” hasta que “se recibió una llamada confusa”. “Tras varias comunicaciones se descubrió que era un vuelo que no se esperaba y se constató de forma fehaciente que el avión estaba secuestrado”, aclaró.
Expuso que los procedimientos son “bastante claros” ante este tipo de circunstancias y “se hizo un seguimiento del avión, se dieron todas las facilidades para garantizar la seguridad del vuelo” y se informó al Ejército y a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado“. De hecho, a su entender, ”no hubo ningún problema de seguridad del vuelo“.
Como consecuencia de los hechos, se ocasionaron en la compañía Air Mauritain perjuicios materiales referentes a la retención de la aeronave durante ocho horas en el aeropuerto de Gran Canaria, a la cancelación de trayecto Nouadhibou-Gran Canaria, indemnización a los pasajeros afectados por la anulación de este viaje y a los viajeros de llegada a la isla canaria, por la pérdida de toboganes y perjuicios económicos e imagen de la empresa presupuestados en la cantidad de 794.881 euros.
Por todo ello, la Fiscalía ha solicitado imponer 20 años de cárcel para O.M.A.B. por un presunto delito de apoderamiento ilícito de aeronaves y otros tres años de prisión por un supuesto delito de tenencia ilícita de armas.