“No, ese problema lo tiene Brasil”, dicen que respondió Carlos Menem en una universidad estadounidense a la pregunta sobre la población de raza negra en Argentina. Medio centenar de personas desmintieron con su presencia este lunes en Buenos Aires al expresidente del país austral (1989-99) durante la clausura, en coincidencia con la celebración del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, del primer Congreso Nacional de Organizaciones de Afrodescendientes y Africanos de la República Argentina.
Organizada por el Consejo Nacional de Organizaciones Afros (Conafro) con la participación de representantes de varias provincias argentinas y de otros países, como Uruguay, Perú y Estados Unidos, la convención se celebró en el marco de las actividades programadas durante 2011 como Año Internacional de los Afrodescendientes, decretado por la Organización de las Naciones Unidas con el objetivo de “fortalecer el compromiso político de erradicar la discriminación contra esas personas y promover una mayor conciencia y respeto a su diversidad y cultura”. Precisamente, el presidente de la asociación Diáspora Africana de la Argentina (Diafar), Federico Pita, subrayó que “es un momento histórico y propicio para organizarse y profundizar en políticas públicas que empiecen a reparar desigualdades de 200 años para construir un país más justo”.
En este contexto, la directora del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), Ana María Edwin, enmarco en el “compromiso del Gobierno con la defensa de los derechos humanos” la inclusión el pasado año en la encuesta de población de una pregunta, por primera vez en más de un siglo de recuentos oficiales, sobre la ascendencia africana de los residentes en el país. En su opinión, “la estadística sirve para tener herramientas con las que transformar la realidad” y el Censo 2010 facilitará la integración de un colectivo “invisibilizado durante mucho tiempo”.
Alrededor de dos millones de personas
Aunque las cifras completas y definitivas no se conocerán hasta finales de 2011, las organizaciones de afrodescendientes se basan en un sondeo realizado por el Indec y financiado por el Banco Mundial a lo largo de 2005 en zonas de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe para situar en una horquilla del 4 al 5% la población actual con raíces negras, es decir, alrededor de dos millones de argentinos.
Sin embargo, el primer censo elaborado en el Virreinato del Río de la Plata durante 1778 estimó que más de la mitad de la población en zonas de Santiago del Estero (54%) o Catamarca (52%) era negra o mulata y el porcentaje se situaba en casi un tercio (30%) de los habitantes de Buenos Aires (9.600 personas con origen africano frente a 15.700 españoles y 1.200 mestizos e indios). Todos ellos, parte de un total de 12 millones de personas que fueron secuestradas en África y trasladadas hasta América para su utilización en régimen de esclavitud durante la colonización europea.
Posteriormente, la población negra en Argentina resultó diezmada tanto por su reclutamiento a lo largo de las guerras independentistas y fronterizas como por su vulnerabilidad durante las epidemias de fiebre amarilla, pero sobre todo fue desplazada por la promoción oficial de una inmigración europea masiva desde la Constitución Nacional de 1853 y diluida en un proceso natural de mestizaje con la población criolla e indígena. No obstante, la comunidad se amplió entre finales del siglo XIX y mediados del XX con la emigración procedente de Cabo Verde, por entonces colonia portuguesa, y se acrecentó también en las recientes décadas del cambio de milenio con el desplazamiento de afrodescendientes desde otros países latinoamericanos y de personas provenientes del África subsahariana, a causa de los menores requisitos en el país frente a los mayores controles de la Unión Europea y Estados Unidos y las políticas.
Por todo ello, para el fundador de la estadounidense Community Empowerment Association (CEA), Rashad Byrdsong, resultó una “jornada histórica” al poder reencontrarse con “familia que llevaba tanto tiempo perdida”, en referencia a la comunidad afrodescendiente argentina, y transmitir “un mensaje de esperanza en sus primeros pasos de lucha”. Durante la clausura del congreso porteño, Byrdsong destacó: “Tenemos que decir al mundo que hay negros en Argentina, pero también transcender de los barcos negreros y deshacer las huellas de la esclavitud. Un conflicto permanente de la diáspora africana es no reunirse ni reconocerse física, cultural y espiritualmente, pero todos somos hermanos y es nuestro desafío, proeza y tarea por delante construir comunidad, instituciones y una gran nación para transcender. Sin conocer nuestra identidad, cualquier puede controlarnos”.