MADRID, 18 (EUROPA PRESS)
El presidente afgano, Hamid Karzai, podría rechazar la evaluación sobre el presunto fraude masivo cometido en las elecciones presidenciales afganas que está realizando la Comisión Electoral de Quejas (ECC, por sus siglas en inglés), cuya independencia está siendo seriamente cuestionada tanto por el equipo del presidente como por sus simpatizantes, quienes ven “injerencia extranjera” en un procedimiento que podría arrebatar a Karzai el triunfo en la primera vuelta.
La ECC se encuentra ahora mismo validando una cuarta parte de los votos depositados el pasado mes de agosto en los comicios presidenciales en Afganistán, papeletas sospechosas de haber sido introducidas en las urnas por medios ilegales. Si la Comisión decidiera anular estos votos, el presidente afgano perdería, casi con toda probabilidad, el actual 55 por ciento de votos que le concedería la victoria directa frente a su rival, el ex ministro de Exteriores Abdulá Abdulá.
Ante esta perspectiva, el jefe de campaña de Karzai, Maeen Mirstyal, ha acusado a la comisión, respaldada por la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA), de estar sometida a los dictados de la comunidad internaciona. “Básicamente, está controlada por extranjeros, son los comisarios extranjeros los que intervienen en el proceso”, declaró Mirstyal al diario 'Wall Street Journal'.
La UNAMA se ha convertido en protagonista de las elecciones tras las declaraciones realizadas el mes pasado por el antiguo segundo máximo responsable de la misión, el diplomático estadounidense Peter Galbraith, quien denunció que la misión de Naciones Unidas había ignorado deliberadamente las evidencias de fraude, lo que motivó una contundente respuesta por parte del jefe de la UNAMA, el noruego Kai Eide, quien desmintió categóricamente las acusaciones de su antiguo subordinado, si bien reconoció la existencia de un “amplio fraude en los comicios”.
De igual modo, los observadores de Naciones Unidas desmienten categóricamente que hayan influido de alguna forma en el proceso de recuento y validación.
Mientras tanto, miles de partidarios de Karzai organizaron una protesta masiva esta semana en la ciudad de Spin Boldar (Kandahar, cerca de la frontera con Pakistán), denunciando “interferencia extranjera” en el recuento y advirtiendo de las gravísimas consecuencias para la población civil que implicaría una segunda vuelta, dada la amenaza talibán que pesa sobre todo el electorado afgano y que podría desembocar en un índice de participación por debajo del mínimo permisible para ratificar el resultado de una nueva votación.
“Los extranjeros están intentando que se llegue a una segunda vuelta y esta vez no vamos a participar. No respetan nuestros votos. A pesar de las amenazas de los talibán, que decían que nos iban a cortar la nariz y las orejas si votábamos, fuimos a las urnas. No lo volveremos a hacer de nuevo”, declaró Talim Jan, uno de los integrantes de la marcha.
SEGUNDA VUELTA IMPOSIBLE
Además del peligro que representan los talibán, una hipotética segunda vuelta a finales de este año presentaría desafíos adicionales. El más importante de todos ellos sería el invierno afgano, que causa centenares de muertos todos los años e incomunica numerosos distritos electorales del país. Por no hablar de que muchos de los funcionarios electorales serían los mismos que se encargaron de perpetrar el presunto fraude de la primera vuelta.
Por todo lo anteriormente mencionado, el equipo de campaña de Karzai no descarta rechazar la decisión de la ECC, cuyo anuncio estaba previsto originalmente para este sábado, si el resultado final arrebata a Karzai el mínimo del 50 por ciento. “Si la ECC estima que hemos conseguido menos de la mitad de los votos, lo consideraremos completamente inaceptable”, aseguró Mirstyal.
Ante tal circunstancia, parte de la diplomacia internacional está considerando seriamente obligar a Karzai y a Abdulá a que negocien un Gobierno de unidad nacional que deslegitimaría completamente el proceso electoral que una vez fue contemplado por Estados Unidos como un extraordinario avance en la implantación de la democracia en Afganistán.
“La verdad es que un acuerdo podría ser la única manera de salir de este desastre”, reconoce un diplomático estadounidense en Kabul, bajo condición de anonimato, consciente de que los partidarios de Karzai son de etnia pashtún del sur y el este del país, la demografía favorita de los oficiales talibán para el reclutamiento de efectivos.
“Lo que está claro”, apunta el analista Harun Mir, del Centro Afgano de Investigaciones y Estudios Políticos, “es que a la comunidad internacional le va a hacer falta mucho valor para admitir que el proceso ha fallado y que hay que empezar desde cero”.
Y mientras tanto, los responsables de la ECC trabajan “frenéticamente”, según el diario estadounidense, para evitar una segunda ronda. La ECC terminó el nuevo recuento este sábado, pero todavía no a entregado su informe definitivo a la Comisión Electoral Independiente de Afganistán. “Estamos revisando exhaustivamente la ley afgana para saber si tenemos potestad para invalidar los votos fraudulentos, mientras buscamos nuevas formas de calcular los resultados”, reconoció un encargado de la comisión, también bajo condición de anonimato.