La portada de mañana
Acceder
El rey pide a los políticos “serenidad” para rebajar “el ruido de fondo"
'Sor Collina', la monja que ejercía de enlace entre los presos y la mafia calabresa
OPINIÓN | 'El rey se hace un selfie en el barro', por Isaac Rosa

La miseria incendia las calles de Bosnia

Ana Tristán/Alba Sierra

Sarajevo —

Medios de todo el mundo recalcan que es la primera protesta de estas características desde la guerra. Lo cierto es que ya en junio hubo “protestas pacíficas bastantes grandes en las que simplemente bloquearon la salida del Parlamento”, comenta una estudiante de Erasmus que ha presenciado el levantamiento popular que protagonizaron los ciudadanos de Bosnia Herzegovina a lo largo de toda esta semana.

La ola de movilizaciones comenzó hace tres días en Tuzla, ciudad industrial al noroeste de Bosnia, como reacción al despido de cientos de trabajadores que se suman a la larga lista de obreros y trabajadores cualificados que llevan años sin poder trabajar. Además del apoyo a los despedidos tras la privatización y cierre de varias empresas, las protestas tienen como telón de fondo el hartazgo de la sociedad civil frente a una creciente lacra de corrupción política, que desde hace años se ha convertido en un mal endémico del país.

Las calles del cantón de Sarajevo, capital de Bosnia Herzegovina, han sido escenario este viernes del culmen de un estallido social que empezó el pasado miércoles, y que ha acabado con el edificio de la presidencia ardiendo en llamas y numerosos heridos, entre policía y civiles. Según los medios locales, hay 67 hospitalizados, de los cuales 44 serían policías. El levantamiento comenzó por la mañana a lo largo y ancho del país balcánico, y se prolongó durante todo el día. En algunas ciudades como Zenica se mantuvo el ambiente pacífico, mientras en Tuzla o Sarajevo derivó en una batalla campal que se llevó por delante los edificios de la municipalidad de ambos cantones.

Una estudiante de Erasmus Mundus en Sarajevo resume las causas: “La gente está harta de esta situación, los políticos se enriquecen mientras Bosnia tiene la tasa de desempleo más alta de los Balcanes”.

En la capital del país, la concentración que estaba convocada a la una del mediodía comenzó de manera tranquila, pero los manifestantes han terminado incendiando el edificio de la presidencia de Bosnia Herzegovina y el de la municipalidad del cantón de la capital, que se encuentra justo al lado.

El número de policías era desde el principio claramente inferior al de manifestantes, y a lo largo de la jornada no se incrementó. Adisa, joven bosnia de Goražde, comenta que “la gente se estaba volviendo muy agresiva, si la policía hubiese llamado a los soldados en su ayuda, la guerra habría empezado”.

En el ambiente flota cierto temor a un fatal desenlace, el recuerdo de la guerra está aun reciente en la memoria. “Estoy triste porque en mi país la guerra nunca acabará. Pero en mi opinión es bueno que esto pasara porque, tras 20 años, los políticos no han cambiado nada, y la gente está cansada”, comenta la joven estudiante.

Pérdidas patrimoniales importantes

En Sarajevo, la movilización de este viernes, comenzó a la una del mediodía frente al edificio de la presidencia. Poco a poco se fue llenando de gente mientras un cordón policial protegía el edificio presidencial, pero en unas horas el número de manifestantes superaba al de policías. Cerca de mil personas frente a menos de cincuenta agentes.

Según cuenta Noelia, estudiante andaluza, “en general había gente de todas las edades allí, pero fueron los más jóvenes los que empezaron a tirar piedras y palos a la policía”

La policía se vio sobrepasada en número por los manifestantes, a los que trató de dispersar utilizando gases lacrimógenos, pero al poco se vieron obligados a retirarse entre pedradas de los manifestantes y bates de beisbol. La gente comenzó a tirar objetos contra el edificio hasta que prendió fuego la primera planta, mientras lanzaban desde dentro todo tipo de mobiliario: ordenadores, pantallas de plasma, archivos…

Cuando llegaron los bomberos se formó una barricada alrededor para impedirles el paso, con lo que durante al menos tres horas (desde las 15.00 que comenzó el incendio hasta las 18.00), no se logró apagar el fuego.

En el entorno del edificio administrativo varios coches de la policía fueron incendiados, la imagen del río mostraba automóviles carbonizados, mobiliario, documentos… Además, la cristalera de un banco Hypo ha sufrido daños y varios quioscos han sido quemados y saqueados. “Había gente, incluso gente mayor, cogiendo tabaco y alimentos”, comenta esta estudiante que se encontraba en el lugar de las protestas.

Según informan este sábado varios medios locales, en Tuzla los certificados de nacimiento y otros documentos se encuentran esparcidos al lado de las carreteras. En Sarajevo se han perdido documentos de la época austrohúngara y la próxima semana se sabrá la magnitud del desastre. Esta pérdida de documentos y archivos puede tener unas consecuencias devastadoras, ya que como cuentan las jóvenes estudiantes, “aquí en Bosnia no tienen nada automatizado, todo es por escrito. Para el visado tardan mucho por eso, y para la universidad yo tengo una libretita que me acredita como estudiante (indez) con mis notas y todo, si la pierdo, tengo que ir a los profesores a que me hagan otra”.

Veinte años más tarde, esta situación recuerda, salvando las distancias, a la ocurrida durante la guerra, cuando se quemó la Biblioteca Nacional de Bosnia Herzegovina, ocasionando lo que para muchos es la segunda mayor pérdida de manuscritos después de la de Alejandría.

Mucha gente “no tiene qué comer”

El germen de estas movilizaciones se encuentra en la privatización y posterior cierre de varias fábricas en ciudad de Tuzla, capital del cantón con el mismo nombre, donde hace tres semanas decenas de manifestantes que protestaban contra los despidos, fueron agredidos por la policía. Al día siguiente, varias ciudades de Bosnia como Zenica, Bihac o Sarajevo salieron a la calle como forma de solidarizarse con los trabajadores de Tuzla. La mecha estaba prendida.

En la ciudad de Adisa también hubo protestas contra los despidos, pero no violentas: “La gente va a organizarse para limpiar todo, y demostrar que lo único que quieres es trabajar”, señala. Y es que la situación actual de Sarajevo es la de convivencia entre la miseria y la corrupción política generalizada. El malestar social que desde hace años afecta a la población de Bosnia Herzegovina se ha visto reflejado en estas protestas.

“Hay mucha gente que no tiene para comer, el 60% vive muy por debajo de los estándares europeos”, en un país donde el salario medio está entre 300 y 400 euros, el alquiler sobre los 200 euros, y el gasto mensual medio de un hogar en alimentación y productos básicos ronda los 100 euros (200 marcos), comenta la joven bosnia.

Según muchos manifestantes, y como ha afirmado el presidente de la federación, hinchas de un equipo de fútbol pudieron haberse mezclado en las protestas “con ganas de liarla”. Algo que suele ocurrir muy a menudo y que no es razón para perder de vista el malestar que reunió ayer a miles de bosnios. Mucha de la gente apoyaba y aplaudía lo que allí estaba ocurriendo porque desde hace años la situación es alarmante, aunque otros muchos estaban sorprendidos y preocupados por lo que pudiera pasar. Adisa está seguda de que en su ciudad muchos desaprueban el uso de la violencia.

A última hora de este sábado la gente continuaba entrando y saliendo con objetos, quemando y tirando piedras, mientras en la calle una multitud aplaudía y vitoreaba. Cerca de mil personas han participado en la jornada de hoy, hartas de la corrupción política que asola al país y que parece haberse convertido en un mal endémico de las instituciones

Según las cifras oficiales, la tasa de desempleo es del 28% de la población activa, lo que comparándolo con el 24% de 2009 muestra un empeoramiento de la situación, todo esto sin contar con la población inactiva (jóvenes que no están en edad de trabajar, jubilados…) ni con lo que esconden las cifras oficiales. Ya que mucha de la población contabilizada como activa recibe un salario que no llega a cubrir las necesidades básicas, por lo que mucha gente planta sus propios vegetales y hace su propia comida en casa, como resalta Adisa.