En su primer informe al Consejo de Seguridad tras visitar el país asiático, Gambari dijo que permanece “confuso” sobre si las autoridades responderán a la solicitud de que liberen a todos los detenidos durante la represión de protestas pacíficas y de iniciar un proceso de reconciliación nacional.
El enviado especial señaló como positivo el reciente anuncio de que el máximo jefe de la Junta Militar, el general Than Shwe, está dispuesto a encontrarse con Aung San Suu Kyi, que atribuyó a la presión internacional. “En medio de estos trágicos acontecimientos de las últimas semanas, estamos en un momento que ofrece una oportunidad histórica par Myanmar”, valoró.
Poco antes de la intervención de Gambari, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, calificó de “repugnantes” los ataques de la Junta Militar birmana contra los civiles y le pidió “acciones claras hacia la democracia y el respeto de los derechos humanos”.
“El mundo no es el mismo que hace 20 años”
Gambari, en su informe al Consejo de Seguridad, advirtió de que “a no ser que el gobierno abra y amplíe el proceso que debe definir el futuro de Myanmar”, las exigencias en favor de la democratización del país seguirán. “El mundo no es el mismo que hace 20 años y ningún país puede darse el lujo de actuar fuera de las normas por las que se mide a todos los miembros de la comunidad internacional”, apuntó.
Consideró, además, que las manifestaciones pacíficas iniciadas en agosto “son, en gran parte”, expresiones de un descontento profundo y amplio sobre las condiciones socio económicas del país“, donde hay un empobrecimiento general que los servicios sociales gubernamentales no pueden compensar. Recordó que desde las protestas de 1988, ”el Gobierno ha negado las aspiraciones democráticas del pueblo de Myanmar en nombre de la estabilidad y la seguridad“.
Gambari dijo que comunicó en sus contactos con la Junta Militar “el claro y enérgico mensaje” del secretario general de la ONU de que cesen las redadas nocturnas, el toque de queda, de que se produzca la liberación de los presos, la retirada del Ejército de las calles y el respeto a los derechos humanos. Explicó que Rangún le informó de que han liberado a 2.095 personas detenidas en las manifestaciones, entre ellas 728 monjes, y que se excarcelará a más “como resultado de mi petición a las autoridades”.
“El futuro de Myanmar pertenece a todo el pueblo de Myanmar, y es por lo tanto de interés para el país que se conceda la oportunidad de contribuir a todos aquellos que tengan algo que aportar”, agregó.
Estados Unidos amenaza con sanciones
Por su parte, Estados Unidos amenazó este viernes con proponer sanciones contra la Junta Militar de Birmania (Myanmar) en el Consejo de Seguridad de la ONU, si ese país no responde a la presión internacional para que cese la represión de las protestas a favor de la democracia.
El embajador de Estados Unidos ante la ONU, Zalmay Khalilzad, aseguró, en una intervención ante el Consejo de Seguridad, que Washington está dispuesto a volver a poner sobre la mesa las sanciones, que incluirían un embargo a la venta de armas a Birmania. “Lo que ha sucedido es inaceptable, y lo debe ser para los vecinos de la región y para los que estamos en esta sala”, afirmó el diplomático.
En un descanso de la reunión, Khalilzad dijo a la prensa que es necesario presionar a los militares birmanos para que inicien una transición democrática, liberen a los presos y cese la represión. “Es importante que el régimen entienda que, al contrario que en 1988, esta vez el mundo está atento y no abandonará al pueblo birmano”, reiteró en referencia al movimiento pro democracia que hace 19 años fue también reprimido por Rangún.
En respuesta, el embajador de Birmania ante la ONU, Kyaw Tint Swe, advirtió que la imposición de sanciones sería contraproducente. Kyaw Tint Swe, que fue invitado a intervenir en la reunión, reiteró que la situación en su país “no es una amenaza para la seguridad y la paz internacional”, una posición que en los días anteriores ha compartido China.
Por su parte, los representantes de China y Rusia dejaron claro en sus intervenciones posteriores que no consideran que las sanciones sean un paso positivo para solucionar la crisis birmana. El embajador chino, Wang Gaungya, indicó que su país se siente animado por el resultado de la visita de Gambari y el anuncio de que el máximo jefe de la Junta Militar, el general Than Shwe, desea conversar con la principal dirigente opositora, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.
“Estamos ante un proceso que será gradual”, agregó. Pekín y Moscú ya bloquearon en enero con su poder de veto una resolución presentada por EEUU para exigir al gobierno de Birmania que liberara a todos los presos políticos sin condiciones y efectuara avances tangibles hacia la democratización del país.
Acusaciones sobre la Liga Nacional por la Democracia
Por otro lado, la Junta Militar de Birmania (Myanmar) acusó este viernes a la Liga Nacional por la Democracia (LND) de Aung San Suu Kyi, y al movimiento Generación 88, de instigar las manifestaciones pacíficas llevadas a cabo por decenas de miles de monjes budistas, que alentaron la movilización popular contra el régimen.
“Un partido político, miembros de la Generación 88 y disidentes” instigaron a los monjes a manifestarse, señaló la Junta Militar en un parte emitido por la televisión estatal. Aunque no se citó el nombre del partido, el parte apuntó hacía la Liga Nacional por la Democracia (LND), que lidera la Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, y es el único de la oposición que resiste a la intensa presión del régimen.
Uno de los principales objetivos de los cuerpos de seguridad birmanos es desmantelar el movimiento “Generación de Estudiantes 88”, que organizó las protestas callejeras del pasado agosto contra la subida de los carburantes, y a las que después siguieron las manifestaciones masivas de monjes en las calles de Rangún y otras ciudades. “Generación 88”, integrado por muchos de aquellos universitarios que participaron en la revuelta de 1988, ha desempeñado durante los últimos años el papel de oposición y propiciado una serie de campañas de desobediencia civil para desafiar abiertamente a la Junta Militar
También la televisión estatal anunció que la Junta Militar ha ordenado a las fuerzas de seguridad capturar a cuatro monjes, considerados los líderes de las manifestaciones protagonizadas por el clero budista, y a las que se unieron centenares de miles de civiles. El régimen que preside el general Than Shwe, señaló mediante el mismo anuncio, que los cuatro monjes, cuyas identidades no facilitó, desempeñaron un “papel destacado en las protestas”, y aseguró que mantiene detenidos a 109 religiosos.
A raíz de la ola de detenciones emprendida por las fuerzas de seguridad, y según residentes en Rangún, numerosos monjes y civiles decidieron esconderse o huir de la ciudad con destino a las regiones del este de Birmania controladas por las minorías étnicas. Al menos 16 personas, entre ellas dos extranjeros y varios monjes budistas, han muerto en Rangún desde que, el 26 de septiembre, las autoridades reprimieron por la fuerza las marchas pacíficas antigubernamentales.
Las autoridades birmanas sólo admiten diez víctimas mortales, aunque la disidencia eleva el número a unos 200, además de 2.093 personas detenidas, de las que ya liberaron a 692. Las manifestaciones comenzaron el 19 de agosto en protesta por la subida de los precios de los combustibles y se convirtieron, al encabezar los monjes budistas las marchas pacíficas, en la mayor movilización contra la dictadura militar en 19 años.