Un total de 24 soldados estadounidenses murieron en Irak en distintos incidentes en uno de los fines de semana más sangrientos para las filas estadounidenses desde que en marzo de 2003 invadieron el país.
En el incidente más grave, los doce militares que viajaban en un helicóptero, según las cifras actualizadas este domingo, fallecieron el sábado al estrellarse el aparato, al parecer por un ataque, en el extrarradio de Bagdad.
El ejército de EEUU aún no ha confirmado que se haya tratado de una acción hostil, aunque la prensa estadounidense, que cita a testigos presenciales y funcionarios iraquíes, informó de que el helicóptero Black Hawk fue derribado por fuego enemigo.
En otro incidente, también muy grave por lo que supone de salto cualitativo, murieron el sábado cinco soldados estadounidenses y resultaron heridos otros tres en la ciudad de Kerbala, cien kilómetros al sur de Bagdad.
Los soldados fueron atacados, según un comunicado militar estadounidense, cuando celebraban “una reunión conjunta de coordinación con las fuerzas iraquíes” en esta ciudad santa para los chiíes para preparar las masivas peregrinaciones que se esperan en los próximos días para la fiesta llamada Achura.
El comunicado atribuye el ataque con granadas, ametralladoras y proyectiles de mortero a “milicianos” de un grupo no identificado, aunque el término “milicia” se utiliza para describir a los distintos grupos armados chiíes, entre los que destaca el Ejército del Mahdi, fiel al clérigo radical Muqtada al Sadr.
Por su parte, el gobernador de Kerbala, Akil al Jazali, consideró este domingo en rueda de prensa que fueron “desconocidos” los que la noche del sábado mataron a los cinco soldados estadounidenses.
Al Jazali, que se negó a responsabilizar a nadie del ataque, agregó que fue perpetrado por “elementos desconocidos que se vistieron como las tropas iraquíes y estadounidenses, y usaron vehículos parecidos a los del ejército norteamericano”.
En la convulsa provincia de Al Anbar, en el oeste de Irak, otros cinco uniformados estadounidenses perdieron la vida el sábado en enfrentamientos armados, según otro comunicado militar estadounidense.
Los muertos en Al Anbar son cuatro soldados y un infante de Marina, ambos del Quinto Regimiento, y perecieron debido a “las heridas sufridas por fuego enemigo”.
Las otras dos víctimas mortales fueron causadas por la explosión de bombas colocadas en las carreteras: una de ellas pertenecía a la 105 Brigada de Ingenieros, y murió cuando circulaba por el norte del país, mientras que la otra pereció en algún lugar del norte de la capital, según los escasos datos ofrecidos en los comunicados militares.
Refuerzo de tropas
Mientras los soldados estadounidenses siguen cayendo por fuego suní o chií, este domingo se anunció la llegada a Bagdad de las primeras unidades de refuerzo anunciadas el pasado día 10 por el presidente George W.Bush, destinadas a colaborar con las tropas iraquíes en el nuevo plan de seguridad en Bagdad.
Justo en vísperas de este plan que se espera comience el día 1 de febrero, este domingo se anunció también la vuelta al gobierno y al parlamento de Irak del Bloque Sadr, el grupo chií fiel al clérigo Muqtada al Sadr.
Este bloque cuenta con tres ministros en el gobierno y 30 diputados (de 275) en el parlamento, y se consideraba hasta ahora uno de los principales apoyos del primer ministro, Nuri al Maliki.
Sin embargo, Al Maliki está sometido a una creciente presión para que acabe con el Ejército del Mahdi, y hace pocos días ordenó la detención de 400 de sus militantes.
Estas detenciones pueden ser el preludio de una campaña más vasta que acabe con la autonomía con la que cuenta este grupo, que impone su ley en algunas de las ciudades del sur de Irak.
Según el presidente del parlamento, Mahmud al Machahadani, el retorno de los sadaristas a la cámara se logró “después de que aceptáramos sus legítimas peticiones (...) de no renovar el estacionamiento de las tropas extranjeras en Irak sin aprobación del parlamento”.
Sin embargo, los observadores en Bagdad consideran que Muqtada ha enviado a sus hombres de vuelta a las instituciones para poder tener una herramienta de influencia en el momento en que los soldados estadounidenses carguen por fin contra ellos.