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El bonito juego de los papeles cambiados

Todos sabemos lo que es un papel. Pero son muchísimos los que hay. Está el papel propiamente dicho, útil para infinidad de usos y el que interpretan los actores y actrices en escenarios y pantallas; además, los papelones que muchos hemos hecho no una ni dos veces; o los papelillos de fumar; las papelinas de droga; los papalotes, los papeluchos, el papeloneo, las papelas y un largo etcétera que incluye, cómo no, a los sin papeles y las temidas papeletas que llamamos a los asuntos complicados, desagradables o difíciles de resolver que le caen a uno.

La familia semántica del palabro papel es extensa por lo que debo empezar diciendo, para no perderme, que aquí voy a referirme a las papeletas con la acepción específica designativa referida a esos trocitos de papel a introducir en las urnas cada cuatro años; o fracción, cual es ahora el caso. No deja de tener su coña que pretendan seguir en el machito los mismos después de haber tirado a la basura los resultados de las anteriores elecciones. No sé si Bernard Shaw se refería a ellos cuando escribió que la democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrompida por la elección debida a una mayoría incompetente.

Ahora se habla de cambios y habría que preguntarse en qué consistirán visto que la inmensa mayoría de los que probaron en diciembre pasado lo volverán a intentar en junio. Me recuerda al PCE isleño, el mauricista, que anunciaba cambios a bombo y platillo pero no recambios, es decir, los dirigentes se subían al púlpito y proponían la necesidad de buscar nuevos caminos por los que ellos, claro, irían delante como antes del cambio. Y digo del PCE por no decir de otros, que también en política rige el axioma de donde fueres, haz lo que vieres. Y ves lo que ves.

Y ya que mencioné al PCE isleño, diréles que uno de sus eslóganes más repetidos fue “Salvar Canarias”; sin especificar, eso sí que no, de qué o de quienes pretendía salvar a las islas. Ambigüedad que permitió a Mauricio abrazar la fe nacionalera y confluir por último con la derecha en el engendro de CC sin volver a mirar atrás para hacer bueno aquello que aconsejaba Churchill a los políticos: que fueran capaces de predecir lo que va a pasar el año que viene y de explicar después por qué no ocurrió lo que predijo.

Pero, qué quieren, en la segunda mitad de los 70 del siglo pasado todo el mundo estaba en otra cosa. Había desconcierto aunque a la velocidad a que iba todo no podías pararte a reflexionar. Ya lo había reflejado en sus crónicas el corresponsal en España del Daily Mail, creo recordar, durante la Transición. El hombre si era un inglés bien constituido estará hoy en un frenopático. Aún recuerdo su crónica, traspapelada por cierto, en que se decía desconcertado ante la sospecha de que Santiago Carrillo era monárquico, el rey Juan Carlos un republicano reprimido y Fraga un demócrata de toda la vida.

El juego de los papeles cambiados

El juego de que vengo hablando es el de los papeles cambiados tan popular en estas islas asirocadas y carnavaleras. Del que eran una variante aquellas piezas teatrales que los curas del colegio adaptaban, para escenificarlas con los alumnos, mediante la eliminación de los personajes femeninos o la masculinización no menos misógina de los diálogos. Lo que resultaba embarazoso si el cura encargado resultaba un pelín chapucero y se colaba alguna situación o frase equívoca. Las que, de todos modos, solían corregirse en los ensayos para evitar que cortesías como “quedo a sus pies, muy señora mía y permítame que bese su mano” sugiriera equívocos. Podía ocurrir que en la vida colegial real el galante caballero fuera central del equipo de fútbol de su curso y el que asumió al personaje transexualizado, el centro delantero que debía marcarlo en los partidos.

Quiero decir que tiende a reproducirse, de otra manera claro, el clima de las primeras elecciones. Lo que se advierte en el mencionado eslógan programático de “Salvar Canarias”. Llevaba implícita sensu contrario la idea de que las islas se irían a hacer puñetas si no optábamos por los salvadores. Ni caso a Churchill pues nadie vino a explicar que no se cumpliera lo vaticinado. Mientras, el franquismo, el sociológico y el político, trataba por los mismos días de que cundiera la alarma, de ganar los comunistas, decían, se obligaría a los más acomodados a alojar en sus casas a cierto número de pobres y guay de los que se negaran a compartir con ellos bragas y calzoncillos, que serían racionados a razón de dos por semana.

No exagero, que cuanto anoto llegó a decirse. Cosa que no debe extrañar a nadie pues no hace tanto el ineféibol ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, retó a los críticos con la política española en las fronteras de Ceuta y Melilla a que les facilitara sus direcciones para mandarles a casa remesas de detenidos en las vallas y se enteraran así de lo que vale un peine. Pura venganza que saliera por ahí todo un ministro, sucesor ideológico de las señoras y señores que temieron hace cuarenta años ver sus casas invadidas por los parias de la tierra.

Lo positivo de la derechona

Antes de seguir haré un inciso necesario para poner de manifiesto los aspectos positivos observados en Rajoy y el PP. Para que vean que uno procura ser objetivo ma non troppo. Porque, lo reconozco, Rajoy y su partido han evolucionado con el conjunto de la derechona en la que se advierte una notable de modernización, que puede no parecerlo porque arranca de muy abajo. Hay, desde luego, que escudriñar mucho para apreciarla, pero sí que ha evolucionado en el sentido de la Historia. Si no lo creen, fíjense en que de la relación tradicional de los enemigos de España y su Revolución Nacional Sindicalista han desaparecido los judíos y los masones que formaron con los comunistas un siniestro trío decidido a destruir España, que no gana para sustos. Aunque no lo consiguieran pues el país se consagró para evitarlo al Sagrado Corazón de Jesús y a Franco, no menos providencial, aceptó la campaña del padre Peyton, un sacerdote irlandés-norteamericano que iba por esos mundos promocionando el rezo del rosario en familia. El padre Peyton logró movilizaciones sólo superadas, al decir de los añorantes, por las de Juan Pablo II. En Barcelona llegó a reunir a principios de los 60, según los cronicones, ochocientas mil personas y ¡toma Diada! Quienes peinamos alguna cana recordamos el trío del comunismo judeo-masónico más peligroso que otros también tradicionales; como el formado por el Mundo, el Demonio y la Carne o el grito de Franco, Franco, Franco. Hoy, ya saben, mandan otros tríos, Benzema-Bale-Cristiano y Messi-Suárez-Neymar entre los más solicitados.

La desvergüenza del PP

Lo que no pueden evitar Rajoy y la derechona política y la sociológica es mentir. Bueno, más que mentir tratan de engañar a la gente a la que cree idiota. Y deben pensar que lo es porque a pesar de todos los pesares, de la corrupción, de los engaños y mentiras, de los abusos y demás sigue siendo el PP el partido más votado y según las encuestas que ya circulan, volverá a serlo en las próximas elecciones. Como son bastante primarios no encuentran raro que los millones que suman los parados; más los que han visto hundirse sus expectativas de clase media para regresar a la pobreza que amenaza ya a un porcentaje; los que trabajan pero siguen de pobres en las colas de los comedores de Cáritas; los que sufren salarios insuficientes y contrataciones de una precariedad criminal; los pensionistas que saben en peligro la continuidad de sus ingresos que, a buen seguro, sufrirán recortes a poco vuelva a salir Rajoy presidente; los futuros jubilados, ya convencidos de que no tendrán pensión, lo que los aboca a contratar seguros privado, etcétera. Todos ellos, para más INRI, presenciando el espectáculo de la corrupción que muestra la extensión, la magnitud y las implicaciones de las tramas descubiertas, a las que presentan como casos aislados.

Irrita especialmente la actitud del PP que ha pasado de su empeño de años en negar las evidencias y reforzar la impunidad de los corruptos a proclamarse ahora víctima de esa corrupción y presentarse como el partido que lucha contra esas prácticas con mayor energía. Notable desvergüenza donde las haya. Todos tenemos en la retina el muestrario de zarandajos que Aznar distinguió como invitados y testigos de la boda de su hija Ana en El Escorial. Otros llevan en la memoria los resultados de la política económica de Aznar que tiene que ver tanto o más que la de Zapatero con el legado recibido por Rajoy que lo empeoró con nuevas mentiras: ¿es preciso insistir en que la recuperación económica nada tiene que ver con la política del Gobierno? ¿Es que no han jugado nada el descenso de los precios del petróleo, ni los dineros de la UE y demás medidas alejadas del ámbito de las decisiones del Gobierno? ¿Es que nada le dice a Rajoy que las cosas no hayan ido a peor en los casi seis meses que llevamos de Gobierno provisional? ¿Es que puede proclamarse la buena marcha del turismo como un éxito que no acaba de reflejarse en la vida cotidiana de los españoles? ¿Hay alguien en el Gobierno, en la política en general, que se ocupe, aunque sólo sea a título enunciativo, qué ocurrirá cuando los hoy niños y adolescentes que están en la pobreza o a punto de llegar a ella se vean atrapados en la desigualdad hoy disparada y disparatada? ¿A quien beneficia que las patronales aparezcan en los papeles sentando doctrina a favor de sus intereses y que las centrales sindicales se hayan invisibilizado y no crujen ni mugen? ¿Tiene sentido que todavía haya quien hable del triunfo de los mejores en una sociedad que incrementa sus índices de desigualdad a niveles cada vez menos soportables?

El bolivarismo al final de la escapada

La serie de preguntas del final del epígrafe anterior no están sistematizadas ni recogen todos los aspectos que deberían abordarse. Demasiados para que puedan taparlos con el recurso a Venezuela que se han sacado. La derechona y el centro-derechón de Rivera van de un despropósito a otro con un desparpajo digno de mejor causa. Y en cuanto al Gobierno provisional parece que no han aprendido nada. Por ejemplo, del legado de Aznar respecto a las relaciones con Cuba. Para hacerse querer por Bush, con una actitud de adulón de pueblo, Aznar cargó las tintas contra el régimen cubano promoviendo en la UE el endurecimiento del trato dado que se le venía dando. No tuvo en cuenta la presencia allá de importantes intereses españoles y tampoco puede decirse que Rajoy tratara de mejorar la situación. Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: Bush dejó la Casa Blanca, Obama entró en una dinámica distinta, Raúl Castro jugó sus cartas y comenzó el acercamiento que con ese aval no dejó de producir sus efectos y ahí estaban los franceses al quite, que han acabado convirtiéndose en el respaldo europeo de Cuba que, obviamente, no necesita para nada a España. Raúl Castro lo dejó claro cuando el año pasado se negó a recibir a García Margallo durante una visita oficial del ministro español de Exteriores. Después, tras hacerse públicos los propósitos de establecer relaciones, Castro vino a Europa, visitó varios países, pero no pasó por España. Lo único que ha conseguido de momento el Gobierno español es que el presidente cubano recibiera hace unas semanas a García Margallo sin excesivo entusiasmo. No parece necesario poner las relaciones con Cuba entre los fracasos exteriores de esta derecha que no parece entender el mundo que vive.

También pertenece al legado de Aznar la mala relación hispano-venezolana. El 11 de abril de 2002 hubo un golpe de Estado en Venezuela que desplazó de la presidencia a Hugo Chávez sustituyéndolo por el empresario Pedro Carmona. Hubo presiones internacionales, varios países se negaron a reconocer a Carmona, una manifestación ante la embajada de Cuba de exiliados de la isla caribeña y de contrarios a Chávez provocaron daños. Hasta que militares partidarios del presidente depuesto acabaron reaccionado y en la madrugada del 14 de abril lo volvieron a colocar en la presidencia. En noviembre de 2004 el nuevo ministro de Exteriores puesto por Zapatero, Miguel Ángel Moratinos, aseguró en el programa 59 segundos, de TVE, que Aznar estaba involucrado y a la semana siguiente Jorge Castañeda, ex secretario de Relaciones Exteriores mexicano denunció que Colombia, España, Estados Unidos y El Salvador apoyaron la intentona. Noticia que respaldó la chilena Soledad Alvear, ex ministra de Exteriores de su país. El punto culminante fue la XVII Cumbre Iberoamericana celebrada, en Chile. Chávez cargó contra Aznar al que calificó de fascista y racista; el presidente Zapatero pidió la palabra, pidió para Aznar entre los comentarios de Chávez, que estaba lanzado, momento en que el rey Juan Carlos le largó el famoso “¿Por qué no te callas?”.

Si Rajoy nada ha hecho para superar la situación, tampoco puede decirse que Nicolás Maduro lo haya intentado. Le viene bien España como enemigo exterior al margen de que sean o no ciertas las imputaciones al PP de llevar las cosas con Venezuela sin concesiones a la elemental prudencia diplomática.

Al margen de lo que cada cual piense del chavismo y de Maduro, es evidente que tampoco se ha lucido España diplomáticamente con Venezuela. Los dos contenciosos, los problemas que hubo con Argentina y Panamá, estos de índole económico-empresarial, más lo ocurrido con el asunto del paso por España del avión de Evo Morales de regreso a su país hace que no tenga ahora mismo una imagen muy favorable en Iberoamérica. Allá se ha producido en los últimos años un giro hacia gobernantes más inclinados a la izquierda, populistas en algún caso, proceso que sin duda se relaciona con el talante de Obama que ha permitido a estos países afrontar sus problemas por sí mismos. De momento... Está por ver si tras las elecciones USA de noviembre se consolida esa línea política o si cogerán nuevos vuelos los partidarios del big stick.

Zapatero y Rivera en Caracas

Se involucrara o no Aznar en el golpe contra Chávez y sean o no ciertas la imputaciones al Gobierno de Rajoy lo cierto es que sigue España con su tradicional ausencia de criterios de Estado en política exterior; que no puede estar al albur de qué partido gobierne en cada momento. Es evidente que el aventurerismo con pretensiones de Aznar no ha favorecido ese acuerdo en política exterior en la que ni siquiera es segura la victoria hispana sobre las cabras de Perejil. Aunque debe reconocérsele a la derecha que es única rizando el rizo. Es lo que se me ocurre respecto a las idas y venidas a Venezuela de Zapatero y de Albert Rivera.

El expresidente español viajó comisionado por la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) con el respaldo de su secretario general, Ernesto Samper, que tiró también del los ex presidente de Panamá, Martín Torrijos, y de República Dominicana, Leonel Fernández. Lo que se quiere de ellos es que medien entre Maduro y la oposición para solucionar el actual conflicto.

Nada tienen que ver las actividades de Zapatero con las elecciones de junio y resulta más que curioso, sospechoso, que en la precampaña se hable menos de España que de Venezuela. La causa es tan evidente que puede asegurarse que el inusitado interés se debe a que anda de por medio Podemos, al que se acusa de estar financiado por el chavismo, aunque sigan sin aclarar para qué rayos interesa al Gobierno venezolano gastarse los cuartos de esa manera. Y desde luego ofende nuestras inteligencias que pretenda montar una franquicia del régimen bolivariano en Madrid. Yo más bien creo que han encontrado un tema a propósito para dañar a Podemos que les sirve, al propio tiempo, para que no se insista demasiado en la serie de graves asuntos pendientes de los que anoté algunos en forma de preguntas como habrán visto.

Desde luego no parece tener mucho sentido convertir en materia de debate de una campaña electoral española los asuntos internos de otro país. No lo digo tanto por Albert Rivera, que es muy dueño de hacer sus campañas de acuerdo con su saber y entender, sino por el Gobierno provisional que, cuando menos, debió evitar los alardes de la embajada española en Caracas más allá de lo que es la atención a un ciudadano destacado. No es difícil esperar que, a la primera de cambio, Maduro vuelva a arremeter contra el Gobierno español por cuanto Rivera hizo críticas públicas al Gobierno venezolano y compareció en la asamblea nacional, controlada por la oposición, donde continuó rajando, con lo que estamos ante una injerencia en los asuntos internos de un país ajeno. Para mí, esa es la madre del cordero, ahí radica el problema y no creo que los chavistas tarden en utilizar la actividades venezolanas de Rivera como palmaria demostración de que España continúa entrometiéndose en la política interna del país. El voto se lo llevará el PP, pero hay lo que hay.

Todos sabemos lo que es un papel. Pero son muchísimos los que hay. Está el papel propiamente dicho, útil para infinidad de usos y el que interpretan los actores y actrices en escenarios y pantallas; además, los papelones que muchos hemos hecho no una ni dos veces; o los papelillos de fumar; las papelinas de droga; los papalotes, los papeluchos, el papeloneo, las papelas y un largo etcétera que incluye, cómo no, a los sin papeles y las temidas papeletas que llamamos a los asuntos complicados, desagradables o difíciles de resolver que le caen a uno.