Cosas de godos (2)
La semana pasada les dije que la condición de “godo” no la da la procedencia sino el modo de proceder. No puede ser de otra manera en un pueblo resultado de amplios mestizajes. No son precisas muchas más explicaciones. Ser extremeño, castellano de la meseta, gallego o vasco es una procedencia; el modo de proceder que define al godo es el de Riu y de su escudero Mañaricúa, presidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros, que tratan de imponer aquí sus conveniencias con absoluto desprecio de lo nuestro. Actitudes que secundan isleños, como el presidente de la CCE, Agustín Manrique de Lara, que acaba de hacer votos para que se garantice en el asunto del Oasis de Maspalomas “la seguridad jurídica de los empresarios e inversores” que son, por lo visto, los únicos que tienen vela en este entierro y el derecho a ordenar la forma en que habrá de organizarse el cortejo fúnebre. La seguridad de los isleños de poder disfrutar de su patrimonio no cuenta.
Vaya por delante, habrá que repetirlo, que están en su derecho de defender lo que mejor les parezca y más favorezca a sus intereses. Los mismos que tienen quienes se les oponen a los que acusan de moverse al son de operaciones urbanísticas sospechosas. Como si lo suyo fuera otra cosa y no tuviéramos en la retina el hotel Riu Amadores que marca el estilo cuasi carcelario que pretende extender al Oasis. Aunque lo más irritante sea el alarde de ignorancia de los que han cerrado filas con Riu que de la tacada han puesto de manifiesto su desconocimiento y el desdén hacia los firmantes de los informes acerca de los valores históricos, naturales, etcétera, del Oasis en apoyo de su declaración de BIC. La chorrada de Mañaricúa preguntándose si habría que cerrar el aeropuerto y el Puerto de La Luz porque también conocieron el paso de Colón, es de las que hacen época y la insistencia en considerar “supuesta” su presencia en Maspalomas indica la ignorancia que les dije. Además de la absoluta falta de respeto a quienes han dedicado sus vidas profesionales al estudio del medio ambiente de las islas, a los valores naturales de sitios como el Oasis o a la documentación histórica existente a la que aludió Elena Acosta, directora de la Casa de Colón y en los últimos días Antonio Bethencourt Massieu, ex rector de la Universidad de La Laguna y maestro de historiadores. No faltan, desde luego, quienes no han faltado a las formas de una elemental cortesía favorables a intensificar en el Oasis el uso hotelero.
Repsol sigue adelante
En sus últimas comparecencias públicas en Canarias y fuera de Canarias, Soria aseguró estar a punto de estampar su firma (urbi et orbe, faltaría más) en los permisos de Repsol. La cosa está tan hecha que la petrolera ha adjudicado su base logística en el Puerto de La Luz a la UTE Hamilton-Grosa; una tinerfeña y la otra grancanaria, según el modelo de reparto de las autonomías que van al cielo. Por si había alguna duda, la anticipación de la petrolera indica su hilo directo con el Ministerio de Industria hasta el punto de arriesgarse a los contratiempos que puedan surgir. Aunque, quizá, sean esos mismos contratiempos los que la mueven a actuar y dejar ver su dinero para ganar voluntades que aíslen y debiliten la oposición cerrada en Lanzarote y Fuerteventura. No hay solidaridad entre islas por muchos villancicos que le echen, como ya ha comprobado más de una vez Gran Canaria en no pocos asuntos, y trata Repsol de aprovecharla echando las perras por delante.
(...)Si Brufau y Soria, ya en plan de enterado de la caja del agua, niegan la posibilidad de accidente, un informe de impacto ambiental elaborado en su día por la propia Repsol no descartó la posibilidad de explosión. Calificaba el riesgo de “medio” y aseguraba que la única isla que se libraría, en el peor de los casos, de la acción del crudo sería La Palma. Afectaría particularmente a Lanzarote y Fuerteventura, algo menos al sur de Gran Canaria y podría alcanzar a la playa de Las Canteras y ya, de forma más débil, al sur de Tenerife con aportes menores a La Gomera y El Hierro. Todo dependerá de la gravedad del accidente.
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La semana pasada les dije que la condición de “godo” no la da la procedencia sino el modo de proceder. No puede ser de otra manera en un pueblo resultado de amplios mestizajes. No son precisas muchas más explicaciones. Ser extremeño, castellano de la meseta, gallego o vasco es una procedencia; el modo de proceder que define al godo es el de Riu y de su escudero Mañaricúa, presidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros, que tratan de imponer aquí sus conveniencias con absoluto desprecio de lo nuestro. Actitudes que secundan isleños, como el presidente de la CCE, Agustín Manrique de Lara, que acaba de hacer votos para que se garantice en el asunto del Oasis de Maspalomas “la seguridad jurídica de los empresarios e inversores” que son, por lo visto, los únicos que tienen vela en este entierro y el derecho a ordenar la forma en que habrá de organizarse el cortejo fúnebre. La seguridad de los isleños de poder disfrutar de su patrimonio no cuenta.
Vaya por delante, habrá que repetirlo, que están en su derecho de defender lo que mejor les parezca y más favorezca a sus intereses. Los mismos que tienen quienes se les oponen a los que acusan de moverse al son de operaciones urbanísticas sospechosas. Como si lo suyo fuera otra cosa y no tuviéramos en la retina el hotel Riu Amadores que marca el estilo cuasi carcelario que pretende extender al Oasis. Aunque lo más irritante sea el alarde de ignorancia de los que han cerrado filas con Riu que de la tacada han puesto de manifiesto su desconocimiento y el desdén hacia los firmantes de los informes acerca de los valores históricos, naturales, etcétera, del Oasis en apoyo de su declaración de BIC. La chorrada de Mañaricúa preguntándose si habría que cerrar el aeropuerto y el Puerto de La Luz porque también conocieron el paso de Colón, es de las que hacen época y la insistencia en considerar “supuesta” su presencia en Maspalomas indica la ignorancia que les dije. Además de la absoluta falta de respeto a quienes han dedicado sus vidas profesionales al estudio del medio ambiente de las islas, a los valores naturales de sitios como el Oasis o a la documentación histórica existente a la que aludió Elena Acosta, directora de la Casa de Colón y en los últimos días Antonio Bethencourt Massieu, ex rector de la Universidad de La Laguna y maestro de historiadores. No faltan, desde luego, quienes no han faltado a las formas de una elemental cortesía favorables a intensificar en el Oasis el uso hotelero.