El PP, a la carga
El Gobierno de Pedro Sánchez acogerá en España a los 629 migrantes del Aquarius y el PP puso el grito en el cielo calificando el gesto de propagandístico, más efectista que efectivo, además de peligroso pues puede provocar, asegura, ese efecto llamada que sólo toleran a futbolistas que contribuyan a mantener “la mejor liga del mundo”. Entre los dirigentes del partido que critican la iniciativa figura Fernando Martínez Maillo, coordinador nacional y número tres de la formación, quien recordó que se trata de un problema de la UE a la que corresponde resolverlo, con olvido no sólo de que España se comprometió en 2015 ante la Comisión Europea a recibir una cuota de 17.337 personas de las que en abril pasado, según el Ministerio del Interior, habían llegado solamente 2.792. Es evidente que es el impacto sobre el electorado lo que le preocupa de la iniciativa del PSOE.
No cabía esperar del PP una reacción distinta, si bien algunos de sus destacados cargos regionales se han ofrecido a echar una mano, junto a los de otras comunidades a los que considero conscientes de las proporciones que llegó a alcanzar la emigración española; por razones económicas, sociales y políticas e incluso para escapar del componente genocida que en Canarias, donde no hubo guerra ni frente de batalla, evidenció el elevado número de muertos y desaparecidos, simples trabajadores o sindicalistas. En este sentido, me indignó en su día el portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, al opinar que quienes andan ahora alrededor de la Memoria histórica lo hacen porque hay dinerillo de por medio; como si bajo el franquismo hubiera la menor posibilidad de abrir cunetas y sepulturas colectivas. Sin olvidar a Pablo Casado, vicesecretario de Comunicación, al que pude ver, también en la TV, muy enfadado y despreciativo confesarse harto de “esa gente” que sigue con las “batallitas del abuelo” (textual). Si estos dos botones de muestra revelan un talante poco sensible, no les digo del en que Rajoy unió las puntas de los dedos pulgar e índice de su mano derecha en forma de cero para señalar la cantidad de euros destinados a cumplir la ley de la Memoria histórica, como si de un éxito del Gobierno se tratara. No parecen haber entendido que si la Transición puso el acento en la necesidad de lograr la reconciliación nacional, ésta no quiere decir olvido para no caer en las mismas. Ni actitudes como las que reflejan estas anécdotas.
Por suerte para todos, PP incluido, hay quienes en las filas de la gaviota no comparten semejante mentalidad. Empezando por Nuñez Feijóo, presidente de Galicia y uno de los posibles sucesores de Rajoy, que está dispuesto a aceptar migrantes; como lo está el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, mientras Ana Pastor, presidenta del Congreso de los Diputados, se pronunció también a favor de de un “comportamiento humanitario”.
Lopetegui la fastidió
En el momento de cerrar esta entrega semanal, saltó la noticia que desplazó a las demás: la Federación ha destituido a Lopetegui, responsable de la selección española de fútbol, dos días antes del comienzo del Mundial de Rusia y puesto en su lugar a Fernando Hierro. Aunque los jugadores querían que Lopetegui siguiera, Luis Rubiales, presidente de la Federación, no accedió a mantenerlo en su puesto hasta la eliminación o el final de la competición como le pedían. El motivo de la drástica medida fue la contratación del ya ex seleccionador español para suceder a Zidane en el Real Madrid poco después de haber renovado contrato con la Federación. Rubiales debió sentirse pito de sereno y ni les digo del cabreo parroquiano con el “traidor”, que igual hace historia como Antonio Pérez con Felipe II. Para muchos el contratiempo reduce drásticamente la posibilidad de que España gane una segunda Copa del Mundo con la que sueñan los comentaristas deportivos que se juegan lo suyo en este negocio. No sé si fue indiscreción o mala leche de alguien la que destapó el asunto. Ya puestos, no sé si sospechar de Putin y esa afición que le han cogido los rusos a invadir casas ajenas con sus artilugios de enredar.
Urdangarín, a la cárcel y el ministro Huerta a la Picota
El mismo miércoles pasado Iñaki Urdangarín recogió en el Juzgado de Palma la orden, mandamiento o como se llame de ingreso en prisión. Un feo asunto que afectó a la popularidad y prestigio de la Casa Real y que figura entre las causas de la abdicación del hoy rey emérito y pasan los políticos y agregados por demostración palmaria de que la Justicia es igual para todos los españoles, aunque haya unos más iguales que otros. Mientras, el PP ha tratado de montar el gran escándalo alrededor de un asunto fiscal de Maxim Huerta, ya ex ministro de Cultura y Deportes. Hace unos años tuvo que soltar doscientos y pico mil euros de sanción por pagar en concepto de impuesto de Sociedades de una empresa unipersonal suya mucho menos de lo que le correspondía abonar por IRPF, que era el que correspondía. El PP se le echó encima pidiendo comparecencias, aclaraciones, dimisiones y demás, cosa que está muy bien pues deben aclararse siempre estos asuntos, aunque lo exija un partido que no predica con el ejemplo hasta el extremo de que los jueces del caso Gürtel consideraron que Rajoy mintió en su declaración en Sala como testigo y dieron por demostrada la existencia de la dichosa Caja B.
El PP ya ha amenazado con montarle al Gobierno de Pedro Sánchez “pollos” cuajaditos de mentiras y calumnias como las que desataron contra Zapatero. Lo de Huerta, pues, debe ser algo así como el ensayo general para volver a la carga en términos parecidos, dicho sea no porque lo señalen con el dedo, pues cada palo ha de aguantar su vela, sino debido al desvergonzado intento de equiparar su caso, dicen que zanjado hace tiempo con el pago de cuanto reclamaba el Fisco, con el robo de millones de euros con los que se financió el PP y afines durante años, desde los días de Aznar. Está muy bien, ya digo, que se aclaren las cosas pero no es de recibo el hipócrita rasgado de vestiduras por lo de Huerta con los años de corrupción y mentiras que nos ha “regalado” el PP; por no hablar de las cuantías.
No se trata, insisto, de disculpar a Huerta sino de poner los hechos donde les corresponde por su gravedad y que los peperos dejen de mentir y de retorcerlo todo como si fuéramos idiotas. Ya tuvimos la experiencia de las casi dos legislaturas de Zapatero en las que comprobamos hasta donde es capaz de llegar gente como la de Gürtel que ya estaba ahí con Aznar quien, por su parte, le había puesto la mesa a Rajoy. Nunca segundas partes fueron buenas, aunque las primeras fueran peores. La dimisión de Huerta debe haber desconcertados al PP que es más de mantenerse para rebañar bajo la protección y bendiciones de los jerarcas del partido, como se ha visto más de la cuenta.
Por cierto: entre las mentiras peperas y su propensión a engañar y confundir figura la insistencia en la ilegitimidad de la moción de censura que descabalgó a Rajoy y que los menos estrictos en el manejo de los conceptos califican de ilegal. O las dos cosas, ya puestos. Ni qué decir que van largando por ahí esas cosas sin pararse en que esa moción de censura que califican de ilegítima y hasta de ilegal está prevista en la Constitución votada en las Cortes y ratificada en referéndum y sometida a un procedimiento reglado.
Dos papelones, dos
Es fino el papelón de Trump, ahora amiguísimo de Kim Jong-un, el dictador norcoreano al que después de un tiempito de ponerse mutuamente lo apoya para que la comunidad internacional vea lo buen chico que es y lo acepte como un tipo legal en un país cargado de presos políticos. Todo al tiempo que rompe los lazos de Estados Unidos con sus aliados tradicionales europeos desde 1945 y se pelea con vecinos como México y Canadá mientras va encendiendo guerras comerciales que llevan camino de perfeccionar el aislamiento de su país. Sin por ello dejar de enfadarse y amenazar a la UE que dice no fiarse ya de los Estados Unidos y planea costear su propia defensa fuera de la tutela estadounidense. Seguramente calculaba Trump que Europa no tendría más remedio que comprarle las armas a los fabricantes americanos pero se equivocó. La pequeña Europa está demasiado amenazada por los populismos nacionaleros que tan bien le viene a Putin y al propio Trump como para no adoptar precauciones que, la verdad, no sé si servirán para algo.
El otro papelón es el de José Miguel Bravo de Laguna que se ha liado con Coalición Canaria, es decir, con la ATI tinerfeña. No sé qué pretende aunque lo imagine. Desde luego no me creo que el nuevo socio de Bravo permita a Gran Canaria respirar. Un asunto que cansa porque no hay manera de superarlo por el rédito político que le sacan algunos. Bravo, ya saben, tuvo la iniciativa de investigar y denunciar los desequilibrios en perjuicio de Gran Canaria sin que pueda decirse que acertara mucho en esa dirección cuando era el mandarín nacional ucedeo que llegó a ser. Los desequilibrios siguen ahí, como el dinosaurio de Monterroso. La otra noche escuché por la tele las explicaciones de sus últimos movimientos y no las entendí por lo que me quedé con la duda de si es él o soy yo quien está perdiendo facultades, que todo pudiera ser. En cualquier caso la cosa jiede y algo así deben pensar los del partido bravista nada conforme con la marcha que lleva.
El Gobierno de Pedro Sánchez acogerá en España a los 629 migrantes del Aquarius y el PP puso el grito en el cielo calificando el gesto de propagandístico, más efectista que efectivo, además de peligroso pues puede provocar, asegura, ese efecto llamada que sólo toleran a futbolistas que contribuyan a mantener “la mejor liga del mundo”. Entre los dirigentes del partido que critican la iniciativa figura Fernando Martínez Maillo, coordinador nacional y número tres de la formación, quien recordó que se trata de un problema de la UE a la que corresponde resolverlo, con olvido no sólo de que España se comprometió en 2015 ante la Comisión Europea a recibir una cuota de 17.337 personas de las que en abril pasado, según el Ministerio del Interior, habían llegado solamente 2.792. Es evidente que es el impacto sobre el electorado lo que le preocupa de la iniciativa del PSOE.
No cabía esperar del PP una reacción distinta, si bien algunos de sus destacados cargos regionales se han ofrecido a echar una mano, junto a los de otras comunidades a los que considero conscientes de las proporciones que llegó a alcanzar la emigración española; por razones económicas, sociales y políticas e incluso para escapar del componente genocida que en Canarias, donde no hubo guerra ni frente de batalla, evidenció el elevado número de muertos y desaparecidos, simples trabajadores o sindicalistas. En este sentido, me indignó en su día el portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, al opinar que quienes andan ahora alrededor de la Memoria histórica lo hacen porque hay dinerillo de por medio; como si bajo el franquismo hubiera la menor posibilidad de abrir cunetas y sepulturas colectivas. Sin olvidar a Pablo Casado, vicesecretario de Comunicación, al que pude ver, también en la TV, muy enfadado y despreciativo confesarse harto de “esa gente” que sigue con las “batallitas del abuelo” (textual). Si estos dos botones de muestra revelan un talante poco sensible, no les digo del en que Rajoy unió las puntas de los dedos pulgar e índice de su mano derecha en forma de cero para señalar la cantidad de euros destinados a cumplir la ley de la Memoria histórica, como si de un éxito del Gobierno se tratara. No parecen haber entendido que si la Transición puso el acento en la necesidad de lograr la reconciliación nacional, ésta no quiere decir olvido para no caer en las mismas. Ni actitudes como las que reflejan estas anécdotas.