La exposición que cuenta el antifascismo en los noventa: “Hubo una gran generosidad individual y colectiva”
En el vestíbulo de la estación de metro y Cercanías de Embajadores hay una pantalla publicitaria que muestra, en su envés, un collage abigarrado de pegatinas. Conviven stickers (así se dice hoy) de diferente naturaleza: firmas, dibujos y, también, políticas. Las pegatas y carteles son mensajes efímeros que a veces, bien cuidadas, superan su esperanza de vida escondidas en cajones de casa, custodiadas en colecciones privadas o en los fondos de instituciones culturales. A siete minutos andando tenemos ahora un buen ejemplo de ello. Es en la Fundación Anselmo Lorenzo, donde se puede ver la exposición Antifa Madrid. 1990-2000. Una década de agitprop.
Las paredes de la sala de exposiciones de la FAL se muestran estos días a los visitantes como una explosión radical de información que da cuenta del movimiento antifascista de la década de los noventa (en realidad, la cronología se puede estirar desde la caída del Muro de Berlin a la de las Torres Gemelas). Una década, la de los noventa, cuyo revival comenzó hace relativamente poco, cuando los influjos culturales del indie aún siguen vivos, abonando la nostalgia de una generación que parece haber olvidado que los barrios se llenaron de neonazis con la cabeza rapada, bombers y botas militares.
Surgió entonces un movimiento de reacción juvenil. En Madrid, jóvenes del espacio autónomo y libertario crearon en 1989 la Coordinadora Antifascista, que será un ámbito fundamantal para entender la cultura contestataria de aquellos años. Su agitprop constituye hoy la guía arqueológica que nos lleva de viaje a través de manifestaciones, asambleas, campañas, conciertos y otras caracterizaciones del rechazo ante las diferentes caras del monstruo totalitario. Y, es importante decirlo, del intento de construcción de un mundo mejor, sin racismo, sexismo o clases. La muestra está comisariada por Jacobo Rivero, él mismo participante del colectivo de autoedición gráfica Autoinfo a finales de los noventa, y coorganizada por la Fundación Anselmo Lorenzo y la Fundación Salvador Seguí.
El 80 % del material expuesto pertenece al propio Rivero. “Desde chaval iba archivando cuatro copias de todos los carteles o panfletos, no sé muy bien por qué, a veces porque era material que nosotras y nosotros llevábamos a encuentros con compañeros de otras ciudades. En todo caso también hubo en el movimiento Autónomo una voluntad de documentarlo. Pensaba que era el momento de donarlo a estas dos fundaciones, que hacen un trabajo magnífico, y me hacía ilusión que se expusiera antes”, explica.
Junto con los carteles, afiches y pegatinas, encontramos objetos -como una imponente cazadora negra black bloc-, o prensa histórica, que nos traslada a momentos clave de la Transición, como la muerte de Franco o el 23-F. Ejemplares que también han salido de sus fondos personales, y eso que, a pesar de ser una muestra bien nutrida, lo que se puede ver en la FAL estos días no es más que un tercio de su colección personal.
Rivero destaca la movilización y autoorganización de aquel grupo de jóvenes. “Hubo una gran generosidad individual y colectiva”, recalca. Para ilustrarlo, habla de que de algunos de los carteles expuestos llegaron a tirarse 8.000 ejemplares. “La gente acudía a por ellos, se apuntaba de dónde venían y así llegaba a cubrirse todo Madrid e incluso los municipios”, explica. Lo mismo sucedía en el ámbito cultural. “Se dice que el concierto de Laurel Aitken en La Nevera [una okupa de Pueblo Nuevo] fue el más multitudinario, habría 5.000 personas, 2.000 dentro y el resto en la calle. Todo el mundo trabajaba allí gratis, por compromiso político, como en los conciertos que había todas las semanas en Minuesa”.
Una militancia al margen de los partidos que queda bien reflejada en las tintas que componen la muestra y que es una buena enseñanza para afrontar el momento actual de auge del fascismo, en opinión de Rivero. Él lo valora como una experiencia muy positiva a pesar de que algunos recortes de prensa de la exposición dan cuenta de la imagen estigmatizada con que se hablaba de aquella juventud.
Antifa Madrid se inauguró el 14 de noviembre con la presentación del libro Historia de un movimiento alemán de izquierda radical: Antifaschistische Aktion y, con motivo de la misma, se llevarán a cargo otros actos: el encuentro el 19 de noviembre con Juan Busquets Verges, uno de los últimos maquis vivos, y Raúl Maillo, abogado de CGT que lleva la demanda para su reconocimiento como víctima del franquismo; y un debate sobre el antifascismo de los años noventa, con Susana Cintado, feminista autónoma punki, el propio Jacobo Rivero y un militante de la Coordinadora Antifascista de Madrid (1989-2000).
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