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Enfado en un instituto de Madrid por quitar la última hora de clase como gran medida ante el calor después de varios desmayos

El IES Ramiro de Maeztu de Madrid, en una imagen de archivo.

Guillermo Hormigo

Madrid —

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Se acumulan las controversias en el Ramiro de Maeztu, uno de los centros educativos públicos con más prestigio de Madrid. Primero fue el fracasado proyecto de la Comunidad de Madrid para ubicar en sus instalaciones una escuela europea de élite. Luego, hace solo unos días, trascendía el plan para la reducción de aulas y el efecto en varios murales históricos que supondrá una obra para reconstruir el pabellón conocido como La Nevera.

La nueva polémica tiene que ver con el calor, ya que la dirección del centro ha decidio suprimir la última hora de clases durante las dos semanas de curso que restan. La medida, tomada de forma unilateral por el equipo directivo, llega después de que las familias lleven meses e incluso años reclamando acciones de mayor calado para adaptar el recinto a las altas temperaturas.

Antonio, padre de una alumna de 4º de la ESO y un estudiente de 2º, lamenta la falta de previsión en conversación con Somos Madrid: “Hay un riesgo muy grande en el instituto, se han producido dos desmayos esta misma semana. Mi hijo se deshidrató un día jugando al baloncesto. No hay inversiones para la climatización, ni en invierno ni en verano”. Arremete además contra la forma en la que se ha aplicado el procedimiento: “La supresión ha sido inmediata, con un correo electrónico sin que medie más explicación. La respuesta de la parte directiva del instituto es deficitaria en información y en disponibilidad. Nos hemos enterado de los desmayos por los grupos de chat de padres”.

El progenitor denuncia además que “cuando salió el proyecto de la escuela europea, ese plan sí tenía una partida destinada a la climatización, pero solo para esos alumnos”. Respecto a la otra controversia alrededor del centro del distrito de Chamartín, resalta el “problema añadido” que suponen las obras de La Nevera: “Han empezado antes de que termine el instituto, así que los chavales soportan además polvo en suspensión y tienen que cerrar las ventanas pese al calor para que no se meta en las aulas”.

Repercusiones académicas y de conciliación en una nueva maniobra que alerta a las familias

Este padre llama la atención, asimismo, sobre la afectación académica y a la conciliación que tienen tanto eliminar esa hora final como la escasa comunicación desde el centro: “Las horas se suprimen y ya, no se reubica nada. Queremos plantear una planificación lo menos gravosa posible, que no implique cortar a capón la última hora. Pero como no tenemos información, no sabemos si se van a priorizar unas horas sobre otras. Si hay repercusión con hechos consumados se actúa, sino no hacen nada. Ojalá tener más datos, aunque no estuviéramos de acuerdo sobre ellos. Además cuesta conciliar todavía más, que ya es difícil. Los niños volverán solos a casa y algún que otro día tendrán que comer solos. Es una perspectiva deshumanizadora”.

Quieren usar un nombre internacionalmente reconocido para convertirlo en negocio privado o para un grupo, fomentando la marca a la par que se limitan los servicios públicos y su calidad

Desde la dirección del centro indican a este periódico que “se ha informado a los padres y madres”, en referencial al correo remitido a las familias. Para más datos, redirigen a la Consejería de Educación del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, que a su vez se limita al contenido de la nota de prensa con las medidas ante el calor en los colegios. “Los centros pueden variar las medidas adoptadas, como el horario, en ejercicio de su autonomía”, apostillan.

Para Antonio, este contexto denota la “ausencia de planificación y preocupación por el estudiantado” desde la gestión del Ramiro de Maeztu. Pero va más allá: “Es el modus operandi en la Comunidad de Madrid. No es escandaloso por incompetencia, sino que es una estrategia”.

Así, Antonio tiene claro que lo que está ocurriendo en el Ramiro está muy relacionado con lo que pasa en la Universidad Complutense de Madrid: “Al Gobierno regional le interesa mantener estas dos marcas de fábrica, muy prestigiosas, pero pasar a destinarlas a beneficios privados. Quieren usar un nombre internacionalmente reconocido para convertirlo en negocio privado o para un grupo, fomentando la marca a la par que se limitan los servicios públicos y su calidad. Lo que buscan, en resumen, es hacer negocio con la educación”.

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