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Sobre este blog

Carlos Osorio García de Oteyza pasea por su ciudad descubriendo algunos de los secretos que semanalmente comparte en sus recorridos guiados por Madrid o ha escrito en sus once publicaciones sobre la capital.

Caminando por Madrid: visitas guiadas especializadas

Un monumento con mensaje pacifista: el de Alfonso XII frente al estanque del Retiro

Monumento a Alfonso XII

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Caminando junto al estanque del Retiro, nos encontramos con uno de los conjuntos escultóricos al aire libre más interesantes de Europa. Se trata del homenaje a Alfonso XII, apodado El Pacificador. 

El conjunto es muy representativo del magnífico momento de la escultura internacional que supuso el realismo español de principios del siglo XX y es uno de los grupos escultóricos al aire libre más interesantes de Europa.

Este monumento constituye todo un programa político sobre la forma en que debe gobernar un rey en una monarquía parlamentaria. El arquitecto José Grases Riera, un humanista comprometido con la sociedad de su tiempo, supo glosar admirablemente la idea principal del monumento: Alfonso XII como forjador de la Paz. No en vano, el rey había logrado el cese de las guerras Carlistas que habían desangrado al país durante medio siglo. Además, Grases Riera utilizó los grupos escultóricos para expresar su pensamiento liberal y progresista. Así, frente a otros monumentos regios esparcidos por Europa donde los reyes hacen gala de su poder y de sus victorias, en este espacio se hace una alabanza de la Paz, de la Libertad, y del Progreso, un progreso entendido como la suma de las Ciencias y las Artes. 

José Grases Riera (Barcelona 1850-Madrid 1919) fue un arquitecto prodigioso con una capacidad extraordinaria para convertir las ideas en obras de arte. De sorprendente versatilidad, creó dos edificios emblemáticos de Madrid: La Equitativa, actual hotel Four Seasons, y  el Palacio Longoria, sede de la Sociedad de Autores. Siempre que tuvo ocasión, se interesó por los problemas sociales de su época, participando en los planes del ensanche de Madrid con criterios humanistas e higienistas.

Grases Riera contrató para el proyecto a veinticuatro escultores, los mejores de su tiempo, encabezados por Mariano Benlliure, y destacando entre ellos Aniceto Marinas, Miguel Blay, Miguel Ángel Trilles, Mateo Inurria o Josep Clará. 

A diferencia de otros monumentos regios europeos, el de Alfonso XII evita ser una exaltación del poder y de la fuerza, y se centra en la labor pacificadora de un rey preocupado por la sociedad de su época. La estatua de Alfonso XII se debe a la maestría de Mariano Benlliure. El monarca sujeta las bridas, como si estuviera frenando el caballo, y en la mano derecha lleva una espada que apunta hacia abajo, lo cual en la simbología militar significa «Alto el fuego». 

El monolito presenta cuatro relieves con las cuatro virtudes cardinales que deben acompañar al rey en su tarea: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. A continuación tenemos los tres grupos escultóricos más destacados, que representan los pilares sobre los que debe construirse el futuro de la nación: La Libertad, la Paz y el Progreso. 

El grupo de “La Libertad” obra de Aniceto Marinas, lo protagoniza un joven desnudo que simboliza el porvenir, a cuyas espaldas se yergue majestuosa la diosa de la libertad. Pero la libertad no surge de la nada, sino que nace de la educación (un viejo con un libro) y el trabajo (un obrero con un pico). 

El grupo situado en el frontal: “La Paz” es de Miguel Blay. Dos soldados, uno carlista y el otro realista, se abrazan tras el fin de las guerras carlistas. 

El grupo de “El Progreso” es obra de Miguel Ángel Trilles. El progreso está encarnado por un joven desnudo que empuña una antorcha, al cual rodean tres figuras alegóricas: el progreso intelectual (las ciencias y las letras), el progreso económico (la agricultura, el comercio y la industria) y el progreso artístico.

En los cuatro extremos de la doble columnata tenemos cuatro esculturas alegóricas que refuerzan la idea del progreso. Son: “Las Artes” de Joaquín Bilbao, “la Industria” de Josep Clará, “La Agricultura” de José Alcoverro, y “Las Ciencias” de Manuel Fuxá. 

El mensaje no puede ser más extemporáneo: el progreso entendido como la suma de las ciencias, las actividades productivas y las artes. Nada más lejos de la interpretación actual del progreso, que parece consistir en la suma de actividades tan “sólidas y duraderas” como la especulación financiera e inmobiliaria y el turismo. 

El monumento a Alfonso XII tiene su entrada principal orientada hacia el este. Allí, entre ambas columnatas, están los centinelas que vigilan el conjunto: el ejército y la marina. A diferencia de otros monumentos regios, donde los combatientes y las armas ocupan los lugares principales, en este monumento los militares están donde deben estar: en la puerta, vigilando y protegiendo el conjunto. Esa es su honrosa misión. 

Acercándonos a la escalinata que baja al estanque, tenemos en primer término ocho leones de bronce, y más abajo cuatro nereidas o sirenas del mismo material. Un bello remate, el de las sirenas (posiblemente las más bellas del mundo)  para un conjunto tan extraordinario como poco reconocido y valorado. 

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