El Callejón de Juan Prim y el primer “Benchijigua”

Tomás González Sánchez-Araña (*)

El Callejón de Juan Prim o Juan Primo, que de ambas maneras se le conoce, es un brazo de mar que se encuentra en la parte oriental de la isla de La Gomera, cuando soplan los vientos alisios del nordeste con cierta intensidad, que es casi todo el año, entre los meses de abril y septiembre.

Los vientos del nordeste, moderados o fuertes que proceden de Punta Teno (Isla de Tenerife) se proyectan sobre la cara este de La Gomera y levantan una mar de viento en una zona de ancho variable entre la costa gomera y unas cinco millas antes de llegar al puerto de San Sebastián.

Los barcos que se dirigen al puerto gomero procedentes de Los Cristianos vienen navegando al socaire de la isla de Tenerife con la mar casi en calma, cuando entran en el llamado Callejón de Juan Prim pierden este resguardo y se encuentran con un viento de aleta de estribor y una mar agitada que produce balances, cabezadas y escoras pronunciadas en algunos de ellos.

La línea que marca la entrada del callejón está perfectamente delimitada y se divisa desde los barcos a bastante distancia. Es como una frontera que separa la mar en calma. Si son embarcaciones menores deben tener cuidado de no atravesarse a la mar, porque pueden volcar, cuando hay vientos fuertes.

El origen de éste fenómeno local se debe que los vientos alisios del nordeste chocan contra la mole del Pico de Teide y se bifurcan en dos ramas, una que sale por El Porís de Abona en la costa oriental de Tenerife y la otra llega a La Gomera a través de la Punta de Teno y se forma la perturbación marítima en el Callejón de Juan Prim.

Se desconoce el origen del nombre de Juan Prim, si era el nombre de un pescador local, ni tampoco sabemos si este Juan Prim o Primo existió alguna vez, pero los antiguos pescadores de San Sebastián de la Gomera llamaban así a este fenómeno marítimo desde tiempos inmemoriales.

Vuelco de una cuba de asfalto

El primer “Benchijigua” era un pequeño car-ferry importado de Noruega en 1974 y entró en servicio en la línea de Sebastián de La Gomera y Los Cristianos el 7 de Julio de aquel año. Fue el primer ferry de este tipo que navegó en Canarias y supuso para la isla de La Gomera un importante punto de inflexión para su desarrollo, a la que redimió del secular aislamiento que desde siempre había padecido la Isla Colombina.

Hay que considerar dos “gomeras”, una antes de la llegada del primer ferry, sin comunicaciones regulares tanto marítimas como aéreas (no existía aeropuerto) y otra a partir de la llegada del primer “Benchijigua”, que trajo el progreso, la modernidad y el actual desarrollo a la isla.

Al pequeño barco de la compañía Ferry Gomera, le siguieron más ferries de otras navieras y actualmente es la isla mejor comunicada por mar de Canarias, con una oferta diaria de más de 6.000 plazas, lo que convierte al puerto de San Sebastián en el tercero de todo el Estado, por número de pasajeros, detrás del puerto de Algeciras.

En su primer viaje como "Betancuria", en octubre de 1980

El primer “Benchijigua” era pequeño, de 68 metros de eslora, 11,5 metros de manga y un calado de solo 3,3 metros. Era un barco muy alteroso, con mucha superestructura (obra muerta) en comparación con su escaso calado. Por este motivo la obra muerta se comportaba como una enorme vela y con vientos fuertes del través, el barco navegaba con una escora apreciable.

Con estas características había que prestar mucha atención a las condiciones de estabilidad para mantener siempre el máximo momento adrizante (GM máximo), lastrando los tanques de doble fondo y trincando con cadenas a los vehículos de centro de gravedad alto, como camiones, gandolas o furgones que se transportaban en la cubierta del garaje.

En una ocasión embarcó en Los Cristianos un camión que transportaba un depósito de asfalto. No era una cuba de asfalto como las que se utilizan hoy en día, que están dotadas de calefacción para mantener el asfalto en estado líquido, sino un simple camión con el depósito de asfalto encima.

Era una carga peligrosa y lo embarcamos el primero de todos los vehículos en el garaje y se trincó con cadenas fijas a los enganches del suelo del garaje (pies de elefantes, que es como se llaman). El barco navegaba con fuerte marejada y escorado a una banda como era habitual y el asfalto se fue espesando pues no llevaba calefacción.

Un poco antes de llegar al llamado Callejón de Juan Prim faltaron las cadenas del camión y éste volcó cayendo sobre un pequeño coche SEAT, al que casi trituró. Lo peor de todo era que el camión volcado era el primero que debía salir y estaba obstruyendo la puerta de salida del garaje, por lo que ningún vehículo de los que transportábamos podía salir hasta que no se retirara éste.

Y el otro gran inconveniente era que en aquella época (año 1976), no había en el puerto de San Sebastián ninguna grúa para poder retirar el camión volcado. Tuvimos que echar mano de la imaginación y de los recursos propios del barco para resolver el problema que había dejado el garaje taponado.

Utilizando la maquinilla de la maniobra de popa del barco, dimos un cabo “por retorno” a una pasteca fijada en el noray de popa en el muelle y virando la estacha poco a poco se consiguió enderezar el dichoso camión y sacarlo a remolque por la rampa. La situación quedó despejada después de medianoche. Entonces se pudieron desembarcar el resto de los vehículos y el garaje listo para embarcar el siguiente viaje, a primera hora, pues salíamos a las siete en punto de la mañana.

(*) Capitán de la Marina Mercante