Los hechos ocurridos en Vallehermoso, el 24 de julio de 1936, conocidos como “El Fogueo” por los disparos que se intercambiaron entre los defensores del pueblo y los soldados de las fuerzas rebeldes que se habiÌan levantado contra el Gobierno de la II RepuÌblica, marcaron una etapa decisiva en la historia de este pueblo de La Gomera.
Este constituyoÌ un caso excepcional en el aÌmbito de las Islas Canarias, pues es el uÌnico donde se registroÌ un acto de guerra real en defensa de la legalidad constitucional. Vallehermoso habiÌa sido, ademaÌs, el segundo municipio, tras El Puerto de la Cruz, en tener una mayoriÌa socialista en su Ayuntamiento tras las elecciones de 1933, pues habiÌa sido elegido Alcalde Victor Cabrera Armenteros en representacioÌn de este partido poliÌtico, que despueÌs seriÌa reelegido en 1936 al ser candidato por el Frente Popular.
El hecho de que Vallehermoso hubiera decidido resistir a la ocupacioÌn de las fuerzas armadas golpistas, se debioÌ al acuerdo alcanzado en reuniones celebradas en la FederacioÌn Obrera donde estaÌn presentes su maÌximo dirigente Manuel Quintana Florentino y el Alcalde accidental RamoÌn Cabrera Bernal, ya que el titular, Victor Cabrera se encontraba de viaje. Informado de esta decisioÌn el Brigada Jefe del Puesto de La Guardia Civil, Francisco Mas GarciÌa, decide asumir la responsabilidad y la organizacioÌn de la defensa del pueblo y asiÌ se lo comunica al Delegado del Gobierno en S. Sebastian, Antonio MaciÌa Leon, cuando es preguntado sobre si teniÌan la intencioÌn de defender el pueblo. (Vallehermoso “El Fogueo” – Ricardo GarciÌa Luis y Juan Manuel Torres Vera)
Todo esto ocurriÌa mientras en La Villa se habiÌa decidido hacer una rendicioÌn por la fuerza al carecer de armas y municioÌn suficientes para hacer frente a un posible ataque de las fuerzas que veniÌan a hacerse cargo de las instituciones de la Isla. Durante los diÌas anteriores a estos sucesos las oÌrdenes que llegaban hasta el Puesto de la Guardia Civil de Vallehermoso eran contradictorias: unas procediÌan de la DelegacioÌn del Gobierno en S. SebastiaÌn y las otras del AlfeÌrez Jefe de la LiÌnea de la Guardia Civil en Hermigua, JoseÌ Soler Boluda. En Vallehermoso se habiÌa tomado la decisioÌn, por parte de las fuerzas obreras, de hacerse con la Centralita TelefoÌnica con el fin de controlar las comunicaciones, acto que se lleva a cabo el 21 de julio.
El diÌa 24, a eso de las 10 de la manÌana, se divisan desde el pueblo las fuerzas destacadas que se encaminan al mismo por el camino real que uniÌa Vallehermoso con Agulo, conocido como Camino del Roque. Antes se habiÌan adelantado un AlfeÌrez y un nuÌmero de la GuardiÌa Civil con el fin de negociar la rendicioÌn incondicional del pueblo, pero ambos fueron hechos prisioneros al llegar al mismo. SeguÌn declaraciones posteriores del Brigada Mas GarciÌa, con el fin de protegerles de los vecinos del pueblo que se encontraban en un estado de aÌnimo exaltado. (Vallehermoso... op. cit)
Las fuerzas consistiÌan en una columna de 40 unidades de infanteriÌa al mando del Teniente Antonio GarciÌa GonzaÌlez. Cuando llegaron a la altura de la primera casa de Morera, la de Guillermo Palmero, el Brigada de Vallehermoso ordenoÌ hacer fuego, seguÌn declaraciones propias para evitar un banÌo de sangre, puesto que la entrada del pueblo habiÌa sido preparada con dinamita para hacerla estallar al paso de los soldados. El tiroteo se generalizoÌ, desde el pueblo se disparaba desde el Cuartel y desde distintos lugares donde se habiÌan parapetado los defensores. (Vallehermoso... op. cit)
Muchas personas habiÌan abandonado sus casas por precaucioÌn, pero otras se habiÌan quedado ignorando el peligro que estaban corriendo. Se cuenta como algunas de estas personas oiÌan el choque de las balas contra sus paredes mientras contemplaban el enfrentamiento desde sus ventanas. El tiroteo se prolongoÌ por espacio de maÌs de dos horas produciendo desazoÌn entre los vecinos del pueblo que lo escuchaban y reacciones como la que tuvo un vecino de El Lomito, llamado Pancho Felipe:
-A estas horas debe de haber ya al menos 10 muertos y 30 heridos, y si no...¡Vaya pa`l carajo la Guardia Civil!
El enfrentamiento terminoÌ cuando hirieron al corneta Enrique Mir MillaÌn y las tropas decidieron retirarse a Hermigua. Por parte de los defensores, fue herido Juanito “El FotoÌgrafo”, que era de CaÌdiz y estaba en el Cuartel de la Guardia Civil como voluntario para la defensa del pueblo.
El diÌa 25 de ese mes, tropas de InfanteriÌa en un nuÌmero de cien personas y varios nuÌmeros de la Guardia Civil, todos ellos al mando del Teniente Coronel Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil Isidro CaÌceres Ponce de LeoÌn, con apoyo de caballeriÌa, un pequenÌo canÌoÌn y varias ametralladoras, vuelven a posicionarse en el Camino del Roque. Ya habiÌan llamado al Brigada Mas GarciÌa desde Hermigua y habiÌan
acordado la rendicioÌn de los defensores, no obstante los meÌdicos del pueblo TomaÌs Bencomo y TomaÌs JimeÌnez se desplazaron con bandera blanca hasta Cruz de Tierno para negociar la rendicioÌn del pueblo. (Vallehermoso... op. cit)
La entrada de las tropas ocupantes en Vallehermoso se produce el diÌa 26 de julio a las dos de la tarde. El Teniente Coronel al mando no respetoÌ en absoluto lo pactado con el Brigada y con los dos meÌdicos que salieron a negociar la misma. Se detuvo inmediatamente a los maÌximos responsables del enfrentamiento con el EjeÌrcito: RamoÌn Cabrera Bernal, Manuel Quintana, el Brigada de la Guardia Civil y algunos paisanos maÌs que fueron acusados por la gente de derecha proclive al levantamiento fascista y que habiÌan esperado este momento para ajustar algunas cuentas pendientes con las organizaciones obreras que les habiÌan privado de sus ancestrales privilegios.
Hay un intento de fusilar a los senÌalados como principales responsables en la misma calle del pueblo, pero la gente del mismo, de uno y otro bando, se oponen a que un acto de este tipo se lleve a cabo en unas circunstancias semejantes y se acuerda trasladarlos a Tenerife para alliÌ ser juzgados. Todos ellos fueron condenados a muerte y ejecutados entre agosto de 1936 y marzo de 1937. Guillermo Ascanio, que en esos momentos era Comandante-Jefe de la VIII DivisioÌn del EjeÌrcito del Centro de la II RepuÌblica, fue ejecutado en Madrid el 4 de julio de 1941.
La represioÌn posterior fue brutal: innumerables detenidos que fueron trasladados a los salones que teniÌa en S/C de Tenerife la companÌiÌa inglesa de exportacioÌn Fyffes, a prisiones flotantes como los barcos “Sta. Ana” y Porto Pi; la prisioÌn de S. Miguel, destinada a mujeres. Todos estos lugares ejercieron de verdaderos Campos de ConcentracioÌn, donde se sometioÌ a tortura a muchos de los detenidos y se ejecutaron a bastantes de ellos sin mediar, muchas veces, juicio alguno. Otros como Juanito “El FotoÌgrafo”, desaparecieron sin que se supiera que es lo que habiÌa ocurrido con ellos, aunque con el paso del tiempo se supo que fueron ejecutados de forma clandestina y con procedimientos que repugnan a la dignidad humana.
A los que quedaron en el pueblo, pero eran acusados de colaboradores, se les destinoÌ a trabajos forzosos, a las mujeres se les rapoÌ el pelo y se les puso a barrer las calles. Mientras que algunos optaron por huir y refugiarse en parajes escarpados donde permanecieron durante mucho tiempo siendo asistidos en sus necesidades maÌs elementales por la gente del pueblo que se arriesgaba a ser represaliada si eran sorprendidos en estas tareas.
¿Pero por queÌ ocurrioÌ todo esto en un pequenÌo pueblo, olvidado de todo el mundo, en una pequenÌa isla aislada en medio del AtlaÌntico? Es verdad que en parte, en un principio, la mayoriÌa de la poblacioÌn creyoÌ que la rebelioÌn, iniciada el 18 de julio de 1936 por fuerzas del EjeÌrcito contra el legiÌtimo Gobierno de la II RepuÌblica, iba a ser sofocado en pocos diÌas y que era cuestioÌn de “aguantar” ese tiempo para que todo volviera a la normalidad, pero la verdadera razoÌn hay que buscarla en causas mucho maÌs profundas y relacionadas con el devenir socioloÌgico de Vallehermoso.
En 1936 la clase obrera de Vallehermoso, que ya habiÌa comenzado a tomar conciencia de su situacioÌn en las etapas finales de la monarquiÌa de Alfonso XIII, teniÌa ya una actitud decidida en la defensa de sus intereses. Esta actitud habiÌa surgido como consecuencia de la actividad de personas como el ingeniero Guillermo Ascanio Moreno, que contribuye decididamente a la creacioÌn de las Juventudes Republicanas y de la FederacioÌn Obrera (cuyo primitivo embrioÌn fue la Sociedad 8 de Septiembre). Igualmente decisivos en esta concienciacioÌn ciudadana fueron el poeta Pedro GarciÌa Cabrera, Blanca Ascanio Moreno, hermana de Guillermo y Juan Pedro Ascanio que, junto a un grupo de joÌvenes gomeros, comenzaron a publicar un perioÌdico llamado “Altavoz”.(Vallehermoso... op cit)
La situacioÌn de los trabajadores en Vallehermoso, al igual que en el resto de La Gomera, a comienzos del siglo XX, era verdaderamente lamentable: los terratenientes teniÌan un comportamiento feudal y el sometimiento de los campesinos era total, de tal manera que si el “amo” los expulsaba de sus tierras estaban casi condenados a morir de hambre. Esto y el analfabetismo, un denominador comuÌn entre la clase trabajadora de la isla, haciÌa casi imposible que la situacioÌn social pudiera revertirse en beneficio de los sometidos, producieÌndose enormes tensiones entre los obreros y campesinos, por un lado, y los propietarios de las tierras por el otro. La inexistencia de carreteras, la primera no estuvo habilitada hasta 1949, y de puertos mariÌtimos, haciÌan que la incomunicacioÌn interior y exterior favoreciera la praÌctica de actitudes maÌs propias de la Edad Media que del siglo XX. La justicia, por otra parte, era praÌcticamente inexistente, sentenciando siempre a favor de los llamados “caciques”. (Vallehermoso... op cit)
Con la llegada de la II RepuÌblica y la constitucioÌn en el pueblo de la FederacioÌn Obrera, la clase trabajadora y campesina de Vallehermoso comienza a plantear reivindicaciones como la mejora de sus condiciones de trabajo, horarios maÌs reducidos, contratos de medianeriÌa, etc. Esta nueva situacioÌn hace reaccionar a los centros de poder, agrupaÌndose las llamadas “fuerzas vivas” y trasladaÌndose un representante a Tenerife para exponer alliÌ la nueva situacioÌn que comenzaba a vislumbrarse en La Gomera.
No obstante, el movimiento obrero era ya imparable: en 1933 es nombrado primer alcalde socialista, segundo municipio que lo conseguiÌa tras El Puerto de la Cruz en Tenerife, y se producen los llamados “Sucesos de Hermigua” que tendriÌa una gran influencia en 1936 en Vallehermoso. El miedo que estos sucesos, con la muerte de dos guardias civiles y un obrero, despertaron en parte de la poblacioÌn, hace posible la creacioÌn de un Puesto de la Guardia Civil, que es solicitado por la ComisioÌn Gestora del Ayuntamiento de Vallehermoso el 17 de abril de 1933 y que tendriÌa un gran protagonismo en el enfrentamiento y rechazo de las fuerzas golpistas que se disponiÌan a tomar el pueblo tras el “golpe de Estado” propiciado por parte del ejeÌrcito espanÌol en 1936. (Vallehermoso... op. cit)
Con el triunfo del Frente Popular en las elecciones de 1936, la situacioÌn se radicaliza aun maÌs y los enfrentamientos verbales, asiÌ como las amenazas, comienzan a producirse en el pueblo de forma habitual. El nombramiento del General Franco como Comandante
Militar de Canarias y los rumores que comienzan a extenderse de un posible golpe contra el poder legalmente constituido hacen que muchas personas, de las llamadas “derechas”, comiencen a reunirse clandestinamente para tratar de organizarse ante un posible levantamiento militar. Algunas de estas personas son detenidas y puestas a disposicioÌn judicial, pero con escasas consecuencias.
Lo cierto es que parece muy probable que la poblacioÌn maÌs fraÌgil de Vallehermoso, obreros y campesinos, no se resignaran a perder de pronto todos los derechos conquistados en una lucha tenaz contra una oposicioÌn caciquil que haciÌa muy difiÌcil la misma. El nivel de analfabetismo habiÌa descendido, se crearon grupos de teatro y se hicieron realidad publicaciones perioÌdicas como “ALTAVOZ”, se constituyoÌ la FederacioÌn Obrera, se mejoraron los contratos de medianeriÌa y arrendamiento de tierras, se cobraban salarios maÌs dignos con unos horarios de trabajo maÌs justos y se gobernaba en el Ayuntamiento.
Esto que parece tan elemental en nuestros diÌas, eran logros inimaginables haciÌa poco tiempo. AsiÌ se cuenta la aneÌcdota del Diputado que visitaba la Isla, en tiempos de la II RepuÌblica, acompanÌado de las llamadas “fuerzas vivas” y comentando el lamentable estado socio-cultural y econoÌmico en que se encontraba la mayoriÌa de la poblacioÌn de La Gomera, les pediÌa una mayor colaboracioÌn para terminar con una situacioÌn indigna. La respuesta que recibioÌ por parte de uno de los terratenientes presentes no dejaba lugar a dudas sobre cuaÌles eran las intenciones de estos:
-¿Pero entonces, Sr. Diputado, quieÌnes van a trabajar nuestras tierras?
Ante una situacioÌn como la descrita, y temiendo que en caso de derrota de las fuerzas fieles a la II RepuÌblica se volviera a una situacioÌn como la que ya habiÌan padecido anteriormente y que aun podiÌa ser peor al unirse la tiraniÌa de siempre con las ansias de venganza por el control al que habiÌan sido sometidos por la clase obrera, no dudaron en sacrificar todo lo que teniÌan, incluso su propia vida.
Hay quien dice que en realidad no sabiÌan a lo que se enfrentaban y que en el supuesto de haberlo sospechado no se hubieran arriesgado al enfrentamiento, pero el caso es que una conversacioÌn entre el Alcalde accidental, RamoÌn Cabrera Bernal y su padre, la desmiente. El padre de RamoÌn, antes de los hechos de El Fogueo, habiÌa aconsejado a este coger un caballo que teniÌa y huir del pueblo para evitar problemas con el EjeÌrcito, siendo la respuesta de RamoÌn tan concluyente que despeja cualquier duda sobre el conocimiento del peligro que corriÌa:
-Padre, por ninguÌn concepto puedo hacer esto, yo he quedado en defender el pueblo junto a la Guardia Civil. (Vallehermoso... op cit)
La capacidad de sufrimiento y entrega por un ideal de todas estas personas y sus familias, es posible que no haya sido valoradas en sus justos teÌrminos, pues muchos de los nacidos en este pueblo hoy disfrutamos de una situacioÌn socio-econoÌmica que no hubieÌramos tenido sin el sacrificio de ellos y de tantas otras personas que hicieron lo
mismo en todo el paiÌs. Es hora de reconciliacioÌn, pero esto no puede implicar jamaÌs el olvido: no mirar al futuro es una insensatez, pero no recordar el pasado es, al menos, una ingratitud.