La proclamación de la Segunda República en La Gomera

En Madrid el 14 de abril de 1931 se proclama la Segunda República, consecuencia del agotamiento del sistema político corrupto de la Restauración y de la incapacidad de su rey Alfonso XIII de asumir sus errores durante la Dictadura de Primo de Rivera. La proclamación de la Segunda República fue recibida con entusiasmo por los sectores más populares de España y de La Gomera, se entendió como una oportunidad para terminar con el feroz caciquismo que controlaba muchos pueblos de la isla. Para el caciquismo fue un duro golpe, no aceptó el nuevo régimen y deseó desde el primer momento acabar con él, pues significaba entregarle la soberanía al pueblo, algo que afectaba a sus intereses. Si bien la República no terminó con los graves problemas estructurales de la isla: paro, desigualdad social y caciquismo, éste último sí fue seriamente contrarrestado por los movimientos populares y políticos surgidos tras 1931. Leamos a continuación estos dos interesantes artículos de la época que nos da idea de la ilusión, alegría y esperanza con la que fue recibida la República en La Gomera; es una parte de nuestra historia que ha quedado en olvido durante mucho tiempo pero que hoy intentamos mostrar:

La República en La Gomera

La República ha sido recibida con júbilo nunca visto en esta isla. Desde las primeras horas del lunes la expectación era enorme, recorriendo alborozados por la tarde los pueblos nutridos grupos, al recibir noticias de Ma­drid, participando la inminencia de la solución.

El martes el júbilo no tuvo li­mites, gastándose considerables cantidades en cohetes y hacién­dose suscripciones públicas, con las que se dio de cenar al mucho pueblo que se habla reunido.

Se anuncia una imponente gi­ra de todos los pueblos a la La­guna Grande, en donde celebrar el magno acontecimiento, al mismo tiempo que tomar las normas por que se ha de regir el nuevo cantón de la República de Canarias.

También se acordó por la jun­ta revolucionaria de Hermigua recabar fondos para adquirir dos autogiros con que establecer co­municación diaria con las islas grandes, y dar un voto de con­fianza al doctor don Antonio Barroso de León hijo de aquel pueblo, para que represente en Madrid a la Gomera, como enviado de la misma.

En telégrafos está de continuo estacionado un gentío. Se está organizando la guardia republicana nacional.

Diario El Progreso. Sábado 18 de abril de 1931.

Desde San Sebastián de La Gomera

EL ADVENIMIENTO DE LA REPÚBLICA

La noticia. Júbilo, la manifestación

Al conocerse con seguridad la no­ticia de la proclamación de la República, trasmitida por telégrafo, con en­tusiasmo fue desbordante y en medio del júbilo indescriptible diéronse vi­vas a la República naciente, a Espa­ña, a Alcalá Zamora y a otras perso­nalidades, disparándose numerosos cohetes entre el contento general, que cristalizó en diversas manifestaciones que recorrieron la población.

Al siguiente día, confirmada ofi­cialmente, se formó alrededor de las cuatro de la tarde una imponente manifestación compuesta por elementos de todas las clases sociales, las que con delirante entusiasmo aclamaba la República, recorriendo las principales calles acompañada de la Banda de música local y presidida por los elementos del Comité republicano.

Organizada en la plaza de la iglesia y marchando a su frente la ban­dera republicana partió por la anti­gua calle Central entre disparos de inmensa profusión de cohetes y repique de campanas.

Al pasar frente al domicilio del señor alcalde hizo alto la manifestación que en medio de frenéticos vivas requirió la presencia de aquella autori­dad. Al aparecer ésta en el balcón se multiplicaron los vivas y aplausos. Impuesto el silencio, el señor Hernández dirigió la palabra a los manifestantes y en tonos concisos y sugestivos hizo resaltar la importancia que significaba para España el feliz advenimiento de la República y adaptándola a la vida local indicó de paso su abnegado militar en las filas republicanas, y después de un auténtico resumen de los dones civiles que la República venía a traernos, terminó con entusiastas vivas a España, a la república y a la Gomera, que el público contestó preso de la mayor emoción. Entre los aplausos de la multitud pasó la autoridad municipal a presidir la manifestación, engrosando un gran núcleo del sector obrero que al esperaba en los alrededores de la Federación, siguiendo alegremente su trayectoria.

Al llegar frente a la Comandancia de Marina donde ondeaba la bandera republicana, vitoreósele largo rato, aplaudiendo el Delegado del puerto que saludaba desde un balcón a los manifestantes.

Acto continuo la manifestación se dirigió al Casino de San Sebastián, cuya fachada ostentaba asimismo la bandera tricolor, haciendo uso de la palabra desde los balcones de aquel edificio el notable orador Evaristo Lino Armas, que en tonos brillantes y emocionados hizo resaltar primeramente la capital importancia que revestirá la naciente República para nuestra patria, haciendo hincapié en los sanos principios en que ésta se base.

Expresa el singular contento que de veras se produce al ver a su pueblo respondiendo como se merecía a la nota de regeneración que para Es­paña significaba la implantación da este régimen democrático.

Veo hoy a mi pueblo—dice—, qui­zá el más atropellado de todos, resucitar dignamente y al parangonarse en entusiasmo con las más sensibles regiones españolas da una nota aca­bada de conciencia y civismo, que tanto se buscaba en tiempos que lo ha necesitado.

En un arrebato de inspiración y sentimiento con una verbosidad florida e inimitable, concluye indicando la parte por la cual la implantación del nuevo régimen, la Gomera, como pedazo de España, alcanzaba, ya que constituía el triunfo de la soberanía del pueblo y de la moral, que será lumbrera en futuras actuaciones porque el pueblo sabrá imponerla, a trueque del rudo gobierno del cacique en las etapas de su poderío, que sintetizó a grandes rasgos, y que llevó -dice- a nuestra isla, a España entera a la degradación y la vergüenza.

Finaliza dando vivas significativos que son contestados con delirante entusiasmo por la multitud. [...]

Diario El Progreso. Sábado 25 de abril de 1931.