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Lo que es Agulo

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No recuerdo con quién lo hablaba hace unos días. Tampoco viene al caso. Lo que importa es que estábamos conversando de Agulo y de sus casas, de lo que uno siente cuando recorre sus empedradas calles. Este pueblo tiene sabor añejo, claro que sí. Huele a una mezcla de agricultura y burguesía de comienzos del XX en sus fachadas de dos plantas. Agulo es tierra de poetas y artistas. Quién podría dudarlo. Altas cotas alcanzaron los recordados y admirados hermanos Bethencourt; la damisela antillana Cesarina Bento o el muralista Aguiar. Y también Fernando Padilla, de necesario recuerdo y urgente homenaje. Agulo respira paz e historia. No lo digo yo. Cualquier que transite por su casco lo dirá. Atrapa, tiene algo que lo hace especialmente acogedor. No sé lo que es. Bueno, para mí sí. Agulo me ha dado mucho. He dedicado mucho tiempo a meterme en archivos para rastrear huellas, personas, piedras, familias, esculturas y hasta campanas. ¿Por qué? Supongo que es una mezcla de sentimientos encontrados. De calor humano. De esas cosas que piensas que le debes a quienes tan curiosamente te han preguntado por su pasado. Agulo supongo que es como una amante que te atrapa, una suerte de femme fatale a la que le sobran los motivos, como a Sabina.

No recuerdo con quién lo hablaba hace unos días. Tampoco viene al caso. Lo que importa es que estábamos conversando de Agulo y de sus casas, de lo que uno siente cuando recorre sus empedradas calles. Este pueblo tiene sabor añejo, claro que sí. Huele a una mezcla de agricultura y burguesía de comienzos del XX en sus fachadas de dos plantas. Agulo es tierra de poetas y artistas. Quién podría dudarlo. Altas cotas alcanzaron los recordados y admirados hermanos Bethencourt; la damisela antillana Cesarina Bento o el muralista Aguiar. Y también Fernando Padilla, de necesario recuerdo y urgente homenaje. Agulo respira paz e historia. No lo digo yo. Cualquier que transite por su casco lo dirá. Atrapa, tiene algo que lo hace especialmente acogedor. No sé lo que es. Bueno, para mí sí. Agulo me ha dado mucho. He dedicado mucho tiempo a meterme en archivos para rastrear huellas, personas, piedras, familias, esculturas y hasta campanas. ¿Por qué? Supongo que es una mezcla de sentimientos encontrados. De calor humano. De esas cosas que piensas que le debes a quienes tan curiosamente te han preguntado por su pasado. Agulo supongo que es como una amante que te atrapa, una suerte de femme fatale a la que le sobran los motivos, como a Sabina.