La Graciosa es el paraíso al que viajan medio millón de visitantes cada año. Atraídos por sus calles de arena y su tranquilidad, muchos turistas toman como tradición desplazarse a esta isla canaria en vacaciones. En las casitas blancas que caracterizan su paisaje, habitan apenas 700 residentes, que cada año ven más complicado satisfacer una de sus necesidades básicas: el agua corriente. La Graciosa arrastra una media de 260 incidencias anuales en el suministro, según los datos ofrecidos por la Consejería de Aguas del Cabildo de Lanzarote. “Hemos llegado a estar una semana entera sin agua, tirando de garrafas”, cuenta una vecina.
“Hay dos cosas importantísimas que hacer allí: la red de saneamiento y la red de abasto”, ha explicado a esta redacción el consejero de Aguas del Cabildo de Lanzarote, Domingo Cejas. En cuanto al abastecimiento de agua corriente, son históricas las averías de la tubería que conecta Lanzarote y La Graciosa a través de la franja de agua conocida como El Río. En 2022, esta tubería se rompió al menos seis veces en ocho meses.
“En verano hay más cortes de agua. En general, aquí viven cerca de 500 personas, pero en verano sube muchísimo. Ahora mismo la mitad del pueblo está cerrado, pero en Navidad los apartamentos volverán a estar llenos porque hay mucha demanda”, cuenta Emese Szeliansky, vecina de La Graciosa desde hace 18 años y más conocida como Messi. La graciosera critica la falta de información que reciben los vecinos cuando se produce alguna avería.
“En verano, si hay un problema en las tuberías, no nos avisan. Nos enteramos porque alguien lo escucha de forma informal y avisa a los demás o porque vemos a algún equipo de buzos trabajando en El Río”, cuenta. Los vecinos piden que se les informe de los problemas que surjan en el suministro para poder “economizar el agua” de la que disponen en sus viviendas. Lanzarote y La Graciosa arrastran desde hace meses importantes pérdidas del agua que se produce. Según los datos publicados en agosto, el 56,42% de los litros que se generan se pierden en el camino antes de llegar a los hogares por fugas en la red de abastecimiento.
Para reducir este porcentaje, el Cabildo asegura que “instalará una red interior nueva en todo el núcleo de Caleta de Sebo”, en La Graciosa. “Las pérdidas se van principalmente en las redes de distribución de los núcleos poblacionales. Vamos a actuar en los pueblos de Lanzarote y La Graciosa. Nos entregan el proyecto el día 20 de diciembre y lo sacaremos a licitación el próximo año”, cuenta el consejero de Aguas.
El Cabildo insular presentó en verano un Plan de Actuaciones de Abastecimiento y una batería de medidas que requerirían una inversión de 90 millones de euros. Entre ellas estaba la incorporación de dos desaladoras instaladas en La Palma durante la erupción y propiedad del Gobierno de Canarias. Las dos plantas llegaron a Lanzarote el 4 de septiembre, pero solo está funcionando una de ellas. “La otra no la hemos podido arrancar porque no tenemos suficiente potencia eléctrica. Esperemos que funcione antes de final de año”, señala Cejas.
Agricultura
Los cortes de agua no solo condicionan los hábitos de los habitantes de La Graciosa, sino que también ponen en riesgo sus pequeños cultivos. Messi tiene una pequeña huerta donde cultiva papa, cebolla, tomates y algunas hierbas como perejil o cilantro. Todo para el autoconsumo. “Supuestamente tenemos agua para regar los martes y los viernes, pero luego hay semanas donde no hay agua ningún día y tampoco nos avisan”, asegura.
“Estuvimos uno o dos meses sin poder regar a pesar de pagar por ese servicio y se debilitó mucho el cultivo. A veces llevamos garrafas para no perderlo todo por una semana”, explica. Ella y otros vecinos han presentado quejas al Cabildo y a Canal Gestión, la empresa responsable del servicio. “Necesitamos sobre todo que nos avisen, que nos informen, para poder anticiparnos y economizar el agua que tenemos”, dicen.
Red de saneamiento
La segunda tarea pendiente de La Graciosa es la red de saneamiento. Por las calles de La Graciosa aún pueden verse los restos de una gran obra iniciada en 2016 para depurar las aguas residuales. Entonces, la consejería de Política Territorial del Gobierno de Canarias anunció tres millones de euros para la construcción de una estación depuradora en la isla. El objetivo: poner fin a la “amenaza inminente” que las aguas residuales domésticas de Caleta de Sebo suponían para los sebadales de esta reserva marina europea.
Los sebadales son praderas submarinas que en el Archipiélago canario sirven de refugio y hábitat para miles de especies marinas. El Servicio de Biodiversidad exigió entonces que la obra se declarara de emergencia por el impacto ambiental que estaban teniendo las aguas fecales. Así fue. El 18 de marzo de 2016 se declaró la tramitación de emergencia para contratar la ejecución de las obras, que finalmente se adjudicó a la empresa Canaragua Concesiones S. A.
En febrero de 2018 la Intervención ordenó que se frenaran las obras, al no encajar en el concepto de obra de emergencia por no existir “un riesgo para la salud de las personas”. Hasta ahora, las aguas fecales de las casas van a un pozo filtrante. Casi seis años después de esta paralización, el Gobierno de Canarias se dispone a declarar de interés regional el abastecimiento de agua y la depuración de residuales en La Graciosa “con el objetivo de resolver los continuos cortes de suministro que sufre la isla y poner fin al grave riesgo medioambiental que supone la evacuación incontrolada de aguas fecales”.
Según el Gobierno autonómico, el retraso de la entrada en funcionamiento de la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de La Graciosa “está generando un grave daño medioambiental en el sistema marino, provocado por el vertido incontrolado y sin tratamiento de las aguas fecales generadas en la isla”.
Los vecinos insisten en que la isla no está preparada para albergar a tantos visitantes cada año. “La playa del pueblo está cada vez más sucia. Hay muchas personas que ya han dejado de bañarse allí porque salen con problemas en la piel”, señala Messi. “Esta es la isla del bombo y platillo. Vienen, se anuncian grandes cosas, y parece que cuando el barco vuelve a salir todos los papeles caen al mar”.