Lanzarote colapsó hace 20 años. En 2003, esta isla canaria de 845 kilómetros cuadrados superó su capacidad de carga turística, es decir, el número máximo de visitantes que un destino puede recibir sin que se deteriore. Han pasado dos décadas y el turismo y la oferta alojativa no han dejado de aumentar. Sin embargo, este crecimiento no ha venido acompañado de una movilidad más sostenible. Tampoco han bajado las emisiones. Por el contrario, la llegada de turistas se ha acelerado al mismo ritmo que la pobreza y la creación de empleos precarios.
Lanzarote ha iniciado ya los trámites para ser la primera isla del Archipiélago canario que se declara Zona Turísticamente Saturada. El Consejo de Gobierno del Cabildo insular, con Dolores Corujo (PSOE) al frente, tomó esta decisión en mayo de este año a partir de un diagnóstico sobre la capacidad de carga elaborado por Gaia Consultores Insulares SLU. Esta redacción ha tenido acceso al informe completo, que elabora una radiografía del territorio y propone algunas medidas para revertir el impacto negativo del desarrollo turístico en el entorno y en la calidad de vida de los residentes.
Poco más de 150.000 personas habitan en Lanzarote en la actualidad, y desde 2017 la cifra de visitantes es 20 veces mayor que la de residentes. Solo el año pasado, la isla recibió 3 millones de turistas. “Los indicadores muestran que aún no se ha abandonado la cultura del desarrollo turístico, basado en el aumento del número de turistas y de la capacidad de la planta alojativa”, advierte el diagnóstico. “Tampoco se ha abandonado el binomio turismo-construcción como concepto erróneo de progreso turístico”, añade. A pesar de la conciencia medioambiental y del legado que dejó el artista César Manrique, el deterioro ambiental, paisajístico y territorial pone a Lanzarote “en riesgo” de convertirse en un destino turístico “carente de competitividad”.
En un territorio limitado donde el 51,8% de la superficie está protegida, el control es clave. Los Jameos del Agua, las Montañas del Fuego, La Graciosa o las bodegas de La Geria son algunos de los espacios naturales más frecuentados. Las largas colas de coches para entrar en Timanfaya o los incidentes vividos en los Centros de Arte, Cultura y Turismo exigen a las administraciones reforzar el personal y la vigilancia. En solo un año, tres personas se han saltado la prohibición de bañarse en el espacio protegido de los Jameos del Agua para publicar un vídeo en sus redes sociales. El estudio propone “educar” a los turistas en los valores propios de la isla para evitar la “vulgarización de comportamientos” que se reproducen en Internet.
Un índice de motorización superior al de Barcelona
Uno de los principales problemas que enfrenta la isla es la “sobremotorización”. En 2005 había en Lanzarote 95.987 vehículos, pero la cifra ascendió hasta los 137.528 coches en 2022, de los cuales tan solo 424 eran eléctricos. A este dato debe sumarse toda la flota de vehículos de alquiler que se oferta a los turistas. Según el informe, la tasa es de 596 coches por cada 1.000 habitantes, un índice de motorización que supera al de Barcelona (570 por cada 1.000 habitantes)
En la isla se abusa del automóvil privado no solo en la rutina cotidiana de los habitantes, sino también para poder acceder a los recursos y actividades turísticas, a las que a veces resulta imposible llegar en transporte colectivo. El problema se ha agravado tanto que el transporte terrestre genera el 50% de las emisiones de dióxido de carbono en Lanzarote. La única solución es, de acuerdo con el informe, proponer soluciones de movilidad sostenible, como apoyar el uso de transporte público, apostar por vehículos colectivos de cero emisiones, mejorar los accesos peatonales y en bicicleta y mantener la red insular de senderos.
Además del transporte, el consumo de agua y de electricidad supone el 40% de las emisiones. La disponibilidad de agua para consumo depende de la producción de agua potable desalada, sustentada por cuatro desaladoras. El consumo de agua ha tenido una “tendencia de crecimiento significativa”. En 2022, después de la pandemia, Lanzarote alcanzó su récord de consumo, con 12,27 millones de metros cúbicos. En cuanto a la energía eléctrica, la aportación de las renovables en 2021 era solo de un 11,32%.
Otro indicador que no deja de crecer es la generación de residuos. En 2018, la isla produjo 144.703 toneladas de basura, una ratio per cápita de 709 kilos por habitante al año. La cifra supera con creces la media de Canarias, que cae a 583 kilos por persona. Durante el confinamiento, la generación de residuos experimentó un brusco descenso, cuenta el diagnóstico, que también señala el alto porcentaje de hogares que reciclan frente al bajo número de establecimientos de hostelería que separan los desechos.
Dónde meter tanta basura será pronto otro de los retos de Lanzarote. El Plan Integral de Residuos de Canarias (PIRCAN) ya ha advertido que el Complejo Ambiental de Zonzamas, pese a haber renovado recientemente sus instalaciones, necesitará volver a adaptarse. La tendencia al alza de la generación de residuos hace que el vertedero de la isla esté a punto de agotar su capacidad.
Cifras de empleo vs. ingresos por el turismo
Lanzarote ha logrado en 2022 la cifra más baja de desempleo de la última década, con 8.973 parados. Según el informe, se trata de índices elevados para una economía fundamentada en un “turismo pujante”. Al mismo ritmo que ha crecido el empleo, ha aumentado la precariedad laboral “en todas las ramas del sector turístico”.
Los datos que aporta este estudio evidencian que, por cada 10.000 euros de ingresos en el sector alojativo, se generaron en 2019 1,78 empleos. Por cada 1.000 pernoctaciones, se crearon 6,95 puestos de trabajo. Por cada 100 viajeros entrados a la isla, fueron empleadas cinco personas. El número de personas en Lanzarote que viven bajo el umbral de la pobreza también se ha duplicado, pasando de un 9,4% en 2001 a un 18.4% en 2018. El análisis identifica un “bajo nivel de eficiencia de retorno de una economía turística insular que se supone pujante. Esta tendencia evidencia un progresivo deterioro de las condiciones de vida de la población local a la hora de satisfacer dignamente sus necesidades básicas”, asevera.
La población isleña se enfrenta además a un nuevo fenómeno: la vivienda vacacional. En 2022, se contabilizaron en la isla 6.826 viviendas vacacionales, a las que hay que sumar aquellas que no están registradas. “El incremento de la vivienda vacacional tiene un importante impacto en la oferta de viviendas de alquiler de larga temporada para la población residente y un fuerte aumento de los precios”, advierte el estudio.
La intención de declarar Lanzarote como isla turísticamente saturada ha sido rechazada por la mayoría de los grupos que hasta ahora estaban en la oposición, como el Partido Popular o Coalición Canaria. La Ley del Suelo y de los Espacios Naturales Protegidos de Canarias, impulsada por el gobierno de CC, establece que los planes insulares pueden identificar aquellas zonas o núcleos donde no se deben permitir nuevos crecimientos turísticos. Sin embargo, no especifica qué medidas se deben tomar. El PSOE ha propuesto que los planes insulares de ordenación tengan en cuenta a partir de ahora los datos que aporta esta radiografía y el colapso que atraviesa Lanzarote.
El informe concluye que la necesidad de declarar la isla saturada de turistas no es solo porque “ya se han superado con creces” los umbrales de riesgo analizados, sino porque existe una tendencia de crecimiento “imparable”. Este descontrol convierte a esta isla Reserva de la Biosfera en un espacio natural “vulnerable”, por sus recursos limitados, la fragilidad de sus ecosistemas y la dependencia del exterior. Diversificar la oferta turística, apostar por el transporte sostenible, regular la vivienda vacacional, mejorar la vigilancia y reducir la presión sobre recursos críticos como el agua y la energía son algunas de las propuestas que hace este análisis.