Su abuela Manuela la introdujo en el auténtico arte del bordado palmero a la temprana edad de siete años, y le enseñó el valor de esta labor artesana. María de los Ángeles Pérez, reconocida artesana bordadora de Santa Cruz de La Palma, asegura, en un reportaje realizado por Fernando Rodríguez para su web www.palmerosenelmundo.com, que comparte con los lectores de LA PALMA AHORA, que “nos piden que innovemos, pero nos hemos olvidado de la auténtica base del bordado palmero y de su respeto”.
Recuerda que en Santa Cruz de La Palma existió la conocida como ‘Casa de los Cojines’, situada en la calle Álvarez de Abreu de la capital y dirigida por José Manuel de León Alvarado, quien “ayudó a muchas mujeres y niñas a aprender el arte del bordado”. “Gracias a esta familia pudieron sacar a sus hijos adelante”, dice María, quien muestra su agradecimiento a esta empresa, que exportaba a Estados Unidos los bordados, algunos de ellos personalizados y muy apreciados. “Recuerdo ir en la guagua del norte y ver a las mujeres junto a sus cabras bordando en los bordes de las carreteras para poder tener un dinero extra, así de dura era la vida”, rememora. La subida de los precios y la industria a gran escala hizo caer el bordado palmero en 1983.
La ‘Casa de los Cojines’ cerraba a las 18.00 horas, puesto que “de noche los colores perdían las tonalidades; solo podíamos coser junto a la luz del día y de espaldas al sol”, explica María, que estudia tejeduría en la Escuela de Arte Manolo Blanhik. “El color no existe, existe la fuerza de la luz blanca que se proyecta sobre los cuerpos”, precisa.
María considera que “el auténtico artesano es aquel que hace arte con sus manos y le cuesta desprenderse de su obra ”.
Esta artesana es crítica con la situación en la que se encuentra actualmente el bordado palmero. “Son los propios organismos públicos los que han acabado con este arte único en el mundo, las burocracias impuestas a los artesanos hacen que cada día seamos menos los que deseamos exponer en ferias insulares; el carnet de artesano no es otra cosa que un número más en las estadísticas del Cabildo”, afirma.
Entre las consejeras insulares responsables del área de artesanía, María destaca la labor desarrollada por “Rosa Díaz y Carmen Ramos, que nos apoyaron y nos permitieron ver la luz al final del túnel; se entregaron a la artesanía de La Palma, pero nuestras obras pertenecen ya a un bonito pasado”, se lamenta.
El arte del bordado, sostiene María, “sí existe, lo que no hay es quien quiera pagarlo, porque debemos tener en cuenta que estamos hablando de auténticas obras de arte, algunas de las cuales se tarda más de un año en su elaboración”. El bordado palmero es adquirido principalmente en la Península, y en ciudades como Cáceres, Huelva, Valladolid o Sevilla, se encuentran expuestas algunas de estas piezas.
El deseo de María es que La Palma cuente con “una casa del bordado donde mostrar al público este arte procedente de Portugal, un lugar como la ‘Casa de los Cojines’ para evitar que mueran nuestras tradiciones”.
Sentarse delante de María, una auténtica artesana palmera, supone trasladarse a otra época, e incluso llegar percibir el olor de los antiguos telares. “Artesano es aquel que vive su obra, disfruta con ella y respeta las tradiciones”, así define María su profesión.