El Cabildo de La Palma estudia dos nuevos yacimientos arqueológicos en el municipio de El Paso después de que el pasado 27 de mayo fueran descubiertos, de forma casual, varios vestigios prehispánicos en esa zona por Jorge Pais, doctor en Arqueología y jefe de la Unidad Insular de Patrimonio. Se trata de un grabado rupestre prehispánico en piedra –un petroglifo- y de un pequeño grupo de cazoletas y canalillos.
El grabado rupestre encontrado tiene como soporte una piedra suelta que ha sido rota y desplazada de su posición originaria debido, probablemente, a las numerosas obras que se efectuaron hace años en las inmediaciones. Se trata de un único panel de unos 50 centímetros de anchura en el que se representan varios grupos de semicírculos concéntricos ejecutados con la técnica del picado de anchura media y superficial.
“Todo apunta a que el petroglifo formaba parte de una estación más grande que podría haber sido desmantelada por los trabajos de infraestructura que se ejecutaron hace décadas en la zona. De hecho, el panel presenta claras huellas (arañazos, roturas y golpes) por haber sido retirado de su posición originaria por una pala mecánica”, explica la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, María Victoria Hernández.
Hernández también señala que ante el grave peligro que corre de desaparición por saqueo o por nuevas obras, el grabado será trasladado, junto con la roca suelta, al Museo Arqueológico Benahoarita de Los Llanos de Aridane y adelanta que se hará una prospección intensiva del lugar para intentar localizar nuevos vestigios prehispánicos.
El otro descubrimiento, separado por apenas 100 metros del petroglifo, consiste en un pequeño, pero llamativo e interesante, grupo de canalillos y cazoletas emplazadas en la parte superior de un afloramiento rocoso. Las cazoletas son de planta circular y oval con diámetros que oscilan entre los 8 y 20 centímetros de diámetro. La profundidad es variable y oscila entre los 5 y 15 centímetros, si bien es preciso proceder a la limpieza de las mismas al estar llenas de tierra y hierbas. Como suele pasar cuando aparecen estos canalillos y cazoletas, éstos se encuentran en un lugar que constituye una atalaya natural desde la que se divisa una extensa panorámica.
María Victoria Hernández apunta que ambos yacimientos están enclavados en una zona de gran potencialidad arqueológica, donde se han descubierto y estudiado infinidad de cuevas naturales de habitación, algunas necrópolis, grupos de cabañas, paraderos pastoriles y un buen número de pequeñas estaciones de grabados rupestres, tanto de técnica incisa como en picado.
“Estos hallazgos nos hablan de la extraordinaria riqueza del patrimonio arqueológico benahoarita, que sigue aflorando a la superficie, incluso en áreas que ya han sido prospectadas. Desgraciadamente, también hemos de hablar de la destrucción, consciente o inconsciente a que siguen sometidos muchos vestigios benahoaritas, que se destruyen o mutilan sin ningún tipo de rubor”, concluye la consejera.