La geotermia en La Palma: una carrera contrarreloj entre ambición energética, burocracia y tensiones empresariales

La Palma, la ‘Isla Bonita’ del Archipiélago canario, conocida por su exuberante naturaleza y su intensa actividad volcánica, se enfrenta a un desafío que podría transformar su futuro energético: el desarrollo de la geotermia. En un mundo donde la transición hacia energías renovables es imperativa, esta Isla de apenas 85.000 habitantes se ha convertido en un laboratorio de ambiciones, pero también de frustraciones. La exploración de recursos geotérmicos de alta entalpía, impulsada por una mezcla de fondos públicos y privados, promete reducir la dependencia de combustibles fósiles y aprovechar el calor latente bajo su suelo volcánico. Sin embargo, el camino hacia esta revolución energética está plagado de obstáculos: trámites administrativos interminables, disputas legales entre empresas y la reciente retirada de gigantes como Repsol han puesto en jaque un proyecto que, según expertos, podría cambiar las reglas del juego en Canarias. Con el reloj corriendo y millones de euros en juego, el futuro de la geotermia en La Palma pende de un hilo.
Un hito en febrero de 2025: las adjudicaciones que encendieron la chispa
El pasado 18 de febrero de 2025, la Dirección General de Industria del Gobierno de Canarias dio un paso decisivo al aprobar la admisión definitiva de varios permisos de investigación geotérmica en La Palma. Este proceso, largamente esperado, asignó cuadrículas mineras a un conjunto diverso de actores, desde empresas públicas hasta iniciativas locales con visión de futuro. Entre los beneficiarios destacan:
- Sociedad para el Desarrollo de Canarias 2000 S.L. (Sodescan 2000): Obtuvo los permisos “Electrolapalma” y “Benahoare 01”, abarcando 41 cuadrículas mineras en Los Llanos de Aridane y El Paso, zonas conocidas por su actividad geotérmica potencial.
- Geotermia La Palma S.L.: Se le concedió el permiso “Tacande”, con 11 cuadrículas en El Paso, una apuesta modesta pero estratégica en un área de interés científico.
- Sociedad de Promoción y Desarrollo Económico y Social de La Palma (Sodepal): Esta entidad pública, vinculada al Cabildo de La Palma, se alzó con los permisos “Punta Sur” y “Mazo”, cubriendo 75 cuadrículas en Fuencaliente, Villa de Mazo, Breña Alta y Breña Baja, regiones de alta prioridad por su cercanía a zonas volcánicas activas.
- Canopalma y Energía Bonita: Estas empresas locales emergieron como sorpresas del concurso, obteniendo cuadrículas y apoyo financiero del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), reflejando un creciente protagonismo del empresariado palmero.
La adjudicación marcó un antes y un después, pero también expuso las tensiones subyacentes. Mientras el Gobierno de Canarias y el Cabildo celebraban el avance, las primeras grietas en el proceso no tardaron en aparecer.
El golpe de Repsol: un gigante que abandona el tablero
Uno de los giros más inesperados llegó a finales de 2024, cuando Repsol Exploración S.A., un titán energético con experiencia global, anunció su retirada del proyecto geotérmico en La Palma. La compañía había proyectado una inversión de 34 millones de euros y contaba con subvenciones del IDAE, pero los retrasos en la emisión de permisos y la incertidumbre regulatoria la llevaron a tirar la toalla. “La viabilidad económica se vio comprometida por la lentitud administrativa”, justificó un portavoz de Repsol en su momento. Su salida dejó un vacío significativo, no solo por el capital perdido, sino por la experiencia técnica que ahora deberán suplir actores menos robustos.
La marcha de Repsol reconfiguró el panorama. Empresas como Sodescan y Sodepal, aunque respaldadas por fondos públicos, no cuentan con la infraestructura ni el know-how de una multinacional. Esto ha puesto presión adicional sobre las autoridades para garantizar que el proyecto no se estanque, mientras los empresarios locales intentan llenar el hueco dejado por el gigante español.
El auge de los emprendedores palmeros: una apuesta por lo local
En medio de este torbellino, un grupo de empresarios locales ha emergido como un soplo de esperanza. Canopalma y Energía Bonita, dos firmas palmeras con raíces en la Isla, han capitalizado las subvenciones del IDAE y su conocimiento del terreno para posicionarse como actores clave. Según han afirmado quieren “que la geotermia beneficie directamente a La Palma, no solo a grandes corporaciones que vienen y se van”. Su enfoque contrasta con el de Repsol, o el de DISA, priorizando la reinversión local sobre los intereses globales.
Estas empresas han apostado por proyectos a menor escala, pero con un enfoque comunitario. Sin embargo, su falta de experiencia en perforaciones profundas —que podrían alcanzar los 3.000 metros— plantea interrogantes sobre su capacidad para liderar una iniciativa de esta envergadura sin apoyo externo.
Burocracia y recursos judiciales: el freno invisible
Si la retirada de Repsol fue un golpe duro, los recursos administrativos interpuestos por varias empresas han añadido una capa de complejidad al ya tortuoso proceso. Tras las primeras adjudicaciones, algunas compañías excluidas o disconformes con la distribución de permisos presentaron alegaciones, denunciando supuesta falta de transparencia y favoritismo en la asignación de cuadrículas. Estos recursos paralizaron temporalmente partes del concurso, retrasando el inicio de las perforaciones exploratorias previstas para 2025.
Las disputas no se limitan a los perdedores del proceso. Entre las propias adjudicatarias han surgido tensiones, con acusaciones cruzadas sobre la idoneidad técnica y económica de las propuestas aprobadas. “Hay quienes creen que el Gobierno ha priorizado a empresas públicas como Sodepal en detrimento de iniciativas privadas más preparadas”, asegura un abogado especializado en derecho minero que prefirió mantener el anonimato. Estas batallas legales, aunque legítimas, amenazan con convertir la geotermia en un sueño atrapado en los tribunales.
El reloj no se detiene: 48 millones de euros en juego
El tiempo es el enemigo silencioso de este proyecto. El IDAE ha destinado 48 millones de euros a la geotermia en La Palma, pero estos fondos están condicionados a que las perforaciones comiencen antes de 2026. Con el calendario actual, las prospecciones deberían arrancar en los próximos meses para cumplir con los plazos. Sin embargo, fuentes del sector advierten que los trámites pendientes podrían retrasar el inicio entre seis meses y un año, poniendo en riesgo la financiación.
“La burocracia es el mayor obstáculo”, sentencia voces de las empresas implicadas. En La Palma no falta recurso —las mediciones del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) confirman temperaturas de 250°C a 3.000 metros—, sino agilidad administrativa y claridad regulatoria. Sin un impulso decidido del Gobierno de Canarias y el Cabildo, el proyecto podría desinflarse antes de despegar.
Un potencial inmenso en una isla rezagada
La Palma tiene todo para ser un referente geotérmico. Los estudios de Involcan sugieren que el calor subterráneo podría generar energía de alta entalpía, ideal para una planta operativa que abastezca a la Isla y reduzca su dependencia de los combustibles fósiles, que hoy representan más del 90% de su matriz energética. Comparado con Islandia, donde la geotermia es un pilar económico, Canarias sigue anclada en un modelo obsoleto y costoso, importando petróleo a precios volátiles.
El contraste es aún más evidente en el contexto insular. Mientras Tenerife y Gran Canaria también exploran la geotermia, La Palma cuenta con una ventaja natural: su actividad volcánica reciente, como la erupción del Cumbre Vieja en 2021, evidencia un subsuelo vivo y accesible. Sin embargo, ninguna planta geotérmica opera aún en el Archipiélago, un retraso que expertos atribuyen a décadas de inacción política.
El veredicto pendiente: ¿éxito o fiasco?
El futuro de la geotermia en La Palma depende de tres pilares: la capacidad de los empresarios locales para liderar sin titanes como Repsol, la voluntad del Gobierno y el Cabildo para desbloquear trámites, y la llegada de inversión privada que apuntale la infraestructura. Por ahora, el optimismo convive con la incertidumbre. Las adjudicaciones de 2025 son un paso adelante, pero el espectro de la burocracia y los conflictos de intereses sigue acechando.
En los próximos meses, las decisiones serán cruciales. Si las perforaciones arrancan a tiempo y confirman el potencial estimado, La Palma podría dar un salto hacia la sostenibilidad, generando empleo y energía limpia. Pero si los plazos se dilatan y los fondos se pierden, la Isla arriesga repetir un patrón histórico de promesas energéticas incumplidas. El reloj sigue corriendo, y con él, la esperanza de una revolución geotérmica que aún está por escribirse.
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