Retrato de Antonio Pérez Ortega por Jaime H. Vera
Silencio
El silencio es música que se eterniza
en las notas que reviven tu memoria,
es principio y fin de nuestra historia:
soledad sobre arenas movedizas.
En el breve calderón de tu sonrisa,
preludio de arpegios y rapsodias,
alternan blancas y negras con euforia,
redondas, corcheas y fusas huidizas,
entre adagios, andantes y armonías,
pastorales y sonatas acompasadas,
bemoles, sostenidos y sinfonías.
Sin batutas ni teclados ni melodías
transportamos un nocturno a alborada
y componemos un réquiem en tu día.
Oswaldo Izquierdo Dorta
Enero de 2020
* Antonio Pérez Ortega nació en Santa Cruz de La Palma impregnado de dos genes: la música y la bondad. A la primera dedicó toda su vida y con la segunda hacía feliz a cuantos trataba. Formó parte de varias bandas, municipales y militar. En los años 60 y 70 del pasado siglo, cuando el Puerto de la Cruz era la sala de fiestas de Tenerife, fue uno de los muchos músicos, entre otros, Agustín Ramos y Luis Pérez, que aportaron ritmo y melodía a aquellas noches que hoy recordamos con nostalgia. Ejerció como profesor del Conservatorio Superior de Música y como catedrático de Música de Institutos de Bachillerato. Su faceta como compositor es poco conocida, pero muy interesante. Durante los últimos años, regalaba su amistad y su música a un grupo de amigos que se reúnen semanalmente bajo el epígrafe La Marañuela.