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UGT y el deporte nacional

En un país de desdichos, de promesas incumplidas, de criminales y delincuentes a salvo de la medida del poder que sostengan, de presos que contemplan mayor beneficio y salubre presente que la humildad y el esfuerzo y la lucha de la pobreza, y noticias un día y otro de culpables que no lo son, e inocentes que son transportados y requeridos tras las rejas de las cárceles, de presidentes y acólitos que hacen oídos sordos a la hambruna y los escasos recursos de los ciudadanos, e inventan y elucubran estadísticas e investigaciones que maniatan y mudan la realidad, forjando y mostrándonos su realidades inocuas e impresentables, lo propio es que, no acaba nunca la sorpresa de golpearnos, aunque lo sorpresivo debiera ser siempre la sorpresa, acostumbrados a tanta inmundicia y delincuencia gubernamental, lo de UGT no puede considerarse en modo alguno sorpresa, lo sorprendente es que nos sorprendiera, en todo caso seríamos unos ilusos, unos inconscientes, merecedores de que nos suceda lo que nos sucede: esta nauseabunda crisis social y económica que desgasta el colorido del paisaje y la heroicidad y nobleza de todo valor aprendido y educado.

Ante toda esta algarabía delictiva a la que se ha sumado ahora UGT, ¿qué le queda entonces al ciudadano?, ¿qué actitud debe tomar?, ¿dónde concebir el apoyo para sostenerse?

Nada. Al ciudadano no le queda sino la desconfianza, la desazón y la premisa de que nada ni nadie vendrá a socorrerle, nada ni nadie traerá soluciones, solo el propio ciudadano saldrá del agujero y la necesidad y el aprieto, y lo hará con su propio esfuerzo, y las lágrimas, y por qué no, con trapicheos. Y es que, el ejemplo lo ponen otros. En un país de ladrones, delincuentes y pícaros, el que no actúa y conforma y predispone, presentes y actitudes parecidos, acaba siendo el raro, el tonto, el inútil, el apartado y menospreciado.

En un país de desdichos, de promesas incumplidas, de criminales y delincuentes a salvo de la medida del poder que sostengan, de presos que contemplan mayor beneficio y salubre presente que la humildad y el esfuerzo y la lucha de la pobreza, y noticias un día y otro de culpables que no lo son, e inocentes que son transportados y requeridos tras las rejas de las cárceles, de presidentes y acólitos que hacen oídos sordos a la hambruna y los escasos recursos de los ciudadanos, e inventan y elucubran estadísticas e investigaciones que maniatan y mudan la realidad, forjando y mostrándonos su realidades inocuas e impresentables, lo propio es que, no acaba nunca la sorpresa de golpearnos, aunque lo sorpresivo debiera ser siempre la sorpresa, acostumbrados a tanta inmundicia y delincuencia gubernamental, lo de UGT no puede considerarse en modo alguno sorpresa, lo sorprendente es que nos sorprendiera, en todo caso seríamos unos ilusos, unos inconscientes, merecedores de que nos suceda lo que nos sucede: esta nauseabunda crisis social y económica que desgasta el colorido del paisaje y la heroicidad y nobleza de todo valor aprendido y educado.

Ante toda esta algarabía delictiva a la que se ha sumado ahora UGT, ¿qué le queda entonces al ciudadano?, ¿qué actitud debe tomar?, ¿dónde concebir el apoyo para sostenerse?