Espacio de opinión de La Palma Ahora
Breve historia de dos villancicos “nuestros”
En tiempo de Navidad «Santa Cruz de La Palma es toda un cantar. Santa Cruz de la Palma rezuma Navidad». Así dice la letra del villancico Pueblo Palmero compuesto por Manuel Pérez Rodríguez, profesor de Derecho de la ULPGC. Y es fiel reflejo de la realidad. Sus calles, plazas, templos y otros espacios sociales y culturales, para regocijo de propios y foráneos, se encuentran animadas a distintas horas del día y también de la madrugada por los Ecos sonoros de villancicos que Anuncian la Navidad. Villancicos que tienen distinta procedencia y origen y su presencia en esta isla obedece a distintas causas. Unos, los menos, son obra de autores locales. La mayoría, no. Proceden estos últimos del folclore navideño de diversas comunidades autónomas. Los hay castellanos, gallegos, asturianos, catalanes, murcianos, andaluces, aragoneses… y se entonan año tras año.
La repetición cada año de estos villancicos; la repetición de una misma letra y música incluso en una misma tonalidad, a lo largo de tres generaciones durante más de setenta años, Navidad tras Navidad, ha propiciado que en Santa Cruz de La Palma este hecho haya creado hábitos y costumbres que hunden sus raíces en nuestra temprana infancia, que se viva de modo activo y participativo durante la juventud, que se disfrute en la madurez, se añore en la distancia e, incluso, nos satisfaga el hecho de que trascienda la propia isla y que se lleve y se dé a conocer en otros municipios de Canarias como algo propio, como una singular manera de vivir nuestra Navidad. Estos villancicos vinieron ayer para quedarse y hoy forman parte de nuestro acervo cultural y patrimonio musical navideño.
Por ello, el objetivo de este artículo no pretende ser otro que el dar a conocer entre los más jóvenes el origen de algunos de estos villancicos que, considerados como nuestros porque han arraigado profundamente entre nosotros, tienen una procedencia bastante lejana, como la isla de Cuba, desde donde fueron traídos o enviados por emigrantes palmeros. Hoy nos referiremos a dos de ellos Una estrella suspendida y Arbolito.
El repertorio de villancicos de la recién creada rondalla de Divinos de la parroquia de El Salvador en 1947 y los años siguientes era bastante escaso. Anunciar, En la terrenal mansión, La Virgen está lavando, Campana sobre campana y alguno que otro más constituía todo su repertorio. La buena acogida del público y su posterior demanda obligó a los jóvenes componentes de aquella primera rondalla a buscar nuevos temas navideños que hallaron en los sempiternos Adeste fideles y Noche de paz, en versiones de Bing Grosby obtenidas a través de discos «de romper» de 78 r.p.m. traducidas posteriormente al castellano.
Inesperadamente vino a engrosar este corto repertorio divinístico una tarjeta de felicitación navideña, una postal-disco también de 78 r.p.m., con música y letra grabada que desde Zaza del Medio, en la isla de Cuba, le habían enviado sus hermanas a Lucianito, sacristán de El Salvador y vecino del barrio de san Sebastián. La postal-disco contenía el villancico Una estrella suspendida en el cielo de Belén. Lucianito, aunque de mayor edad que el resto de los componentes, era miembro de la rondalla de Divinos de El Salvador en la que tocaba el triángulo «con mucho oído» y a veces lo sustituía por el pajarito de agua, la mostró a su rondalla donde causó una muy buena impresión y, adoptada como propia, rápidamente la ensayó en un paso previo a las salidas nocturnas de la misma en los locales de la Acción Católica en la calle Fernández Ferraz. Desde entonces pasó a formar parte de nuestro repertorio musical navideño más exquisito.
Pedro Cobiella, uno de los padres de esta tradición divinística y componente de la primera rondalla, en entrevista realizada por quien suscribe en 1990, describió a Lucianito (en la foto) como «un personaje de aquella época, flaco, enjuto, apenas 40 Kg. con sombrero, traje y corbata. Persona muy seria, con su silencio, con sus llamadas en las ventanas de los domicilios a los que se habían quedado dormidos… Personaje singular, era la persona que ponía un poco de orden, a pesar de que era el hombre con el que se efectuaba la broma».
Tiene el villancico una parte cantada por un solista, correspondiente a la estrofa Gloria a Dios en las alturas, que era interpretada en aquel entonces por la voz atiplada de un niño, miembro también de la rondalla. Este tema figuraba ya en el primer libreto de villancicos editado en 1958 por el Servicio de Cultura y Arte de la Delegación Insular del Frente de Juventudes con el nombre de Estrella de Belén y ha sido grabado en disco en una sola ocasión por la rondalla de Divinos de san Francisco con motivo de su 50 Aniversario, en cuya ocasión la parte solista fue interpretada por la joven Claudia Cabrera Pérez. Hace escasos días Chago Melián le ponía su particular voz en la plaza de España capitalina, abarrotada de público procedente de diversos lugares, para disfrutar de un magnífico XVI Recital Navideño ofrecido por la Agrupación Tajadre.
El otro villancico al que hemos de hacer referencia es Arbolito, estrenado por la rondalla de Divinos de la parroquia de san Francisco tras su creación en 1954 y que, al igual que el anterior, también tiene procedencia cubana.
En una tarde noche del mes de noviembre de 1954 el farmacéutico natural del municipio de El Paso, Vicente Capote Herrera, ofrecía en su domicilio particular, actual núm. 33 de la calle O´Daly, un ágape para recibir a un paisano y amigo suyo recién llegado de Cuba con el que había coincidido en tiempos de su estancia en aquella isla, donde el ahora farmacéutico había iniciado estudios de Medicina. A los postres, el recién llegado presentó ante la audiencia familiar unos éxitos discográficos de moda en aquellos momentos en la isla de Cuba. Uno de ellos causó grata impresión entre los presentes. Nos referimos al villancico Arbolito interpretado por Celia Cruz acompañada por la Sonora Matancera. Dos de los asistentes a esta reunión eran el propio hijo mayor del anfitrión, Vicente Capote Cabrera, quien nos facilitó esta información oral en 2004, y Rosario Gómez González, doña Rosario.
Casualmente, nos apuntaba Julio Marante que la música de este villancico podría tener su origen en la de Puentecito, puentecito, cantada por Antoñita Moreno. Pieza musical compuesta en 1945 por Ramón Perelló Ródenas (letra) y Genaro Monreal Campanera (música) para el primer espectáculo de Antoñita Moreno titulado Filigranas en el que se evocaba la figura del pintor Julio Romero de Torres tras su fallecimiento en 1930. Y, efectivamente, su música es idéntica a la de Arbolito. No nos corresponde en este artículo indagar sobre el origen de este villancico y la coincidencia de su música. Pero sí queremos dejar documentada su procedencia y su feliz arribada a este puerto.
Hecha esta salvedad, Doña Rosario, sochantre en la capilla de la antigua clínica de la calle Pérez Galdós (hoy Centro de Salud), entusiasta colaboradora en festejos musicales benéficos y alma mater de los Divinos de san Francisco, ilusionada con el nuevo villancico, citó a los pocos días en su domicilio a su vecino León Felipe, Leoncito como ella lo llamaba, para interpretarle al piano Arbolito con la finalidad de que lo incorporara a la rondalla de Divinos de san Francisco, de la que él era su director. Según nos manifestó la propia doña Rosario en grabación sonora realizada en 1996, siempre se sintió muy satisfecha de él «Arbolito, también se lo enseñe a Leoncito (…) es precioso», afirmaba, mientras, de memoria y sin previo aviso, hacía sonar sus notas en el piano ante mí.
León, dotado de exquisitas dotes musicales, lo llevó a la bandurria y posteriores acordes en la guitarra. Lo ensayó con su rondalla en los bajos de la actual Escuela Insular de Música y desde entonces el villancico Arbolito ha formado parte del repertorio navideño no solo de las sucesivas rondallas de Divinos de san Francisco, sino también del resto de agrupaciones y forma parte de la discografía navideña grabada por las diferentes rondallas de Divinos de Santa Cruz de La Palma.
Villancico alegre, de ritmo bastante vivo, por sus características ha sido utilizado también como pasacalle, esto es, que se canta mientras se avanza por la calle. Al amanecer del último domingo antes de la Nochebuena y después de la misa de Luz, la rondalla de san Francisco, cuando se dirigía al Encuentro con la de El Salvador, solía ir cantando estos villancicos denominados pasacalles. Uno de ellos era Pastores y zagalas interpretado siempre al pasar por el domicilio de Ezequiel Pastor, en calle Anselmo Pérez de Brito núm. 55 en alusión al nombre de este. Así, llegaba la rondalla hasta la altura del Real Nuevo Club, en la calle Real, acompañada de un inmensa multitud de seguidores y, tras un breve descanso en el que se afinaban las cuerdas vocales y también las instrumentales, la rondalla entonaba el Arbolito con el que cruzaba el Puente y hacía su vibrante y alegre entrada en la plaza de España ante numeroso público expectante. En este sentido, en 1990, un antiguo villanciquero de la rondalla de El Salvador, José Henríquez Tabares, conocido como Pinto, nos indicaba con respecto a este momento que «El Arbolito tocada por ellos [san Francisco] sonaba muy bien. Cuando entraban tocando este villancico se ganaban a medio auditorio».
Al amanecer del próximo domingo Santa Cruz de La Palma revivirá de nuevo en el mismo escenario esta singular tradición del Encuentro de rondallas de Divinos. Un hecho que sobrepasa con creces el medio siglo de existencia.
Y es que, como apuntábamos más arriba, la repetición constante de un mismo acto crea hábitos y costumbres que, pasado un tiempo, pueden llegar a convertirse en tradición. En este caso, una bonita y familiar tradición que ha calado profundamente en la ciudadanía.
En relación con este Encuentro dominical hago mías las palabras de Saint-Exupéry en El Principito: «Si por casualidad pasan por allí, no se apresuren, se los ruego, y deténganse un poco, precisamente bajo la estrella».
Enhorabuena y gracias a todos aquellos/as que a lo largo de varias generaciones han hecho posible nuestra particular forma de entender y vivir la Navidad. Que continúe y que Esta noche en La Palma reine alegría. Feliz Navidad.
Facundo Daranas Ventura
Catedrático de Historia y Socio de Honor de la Agrupación Lo Divino de san FranciscoLo Divino
En tiempo de Navidad «Santa Cruz de La Palma es toda un cantar. Santa Cruz de la Palma rezuma Navidad». Así dice la letra del villancico Pueblo Palmero compuesto por Manuel Pérez Rodríguez, profesor de Derecho de la ULPGC. Y es fiel reflejo de la realidad. Sus calles, plazas, templos y otros espacios sociales y culturales, para regocijo de propios y foráneos, se encuentran animadas a distintas horas del día y también de la madrugada por los Ecos sonoros de villancicos que Anuncian la Navidad. Villancicos que tienen distinta procedencia y origen y su presencia en esta isla obedece a distintas causas. Unos, los menos, son obra de autores locales. La mayoría, no. Proceden estos últimos del folclore navideño de diversas comunidades autónomas. Los hay castellanos, gallegos, asturianos, catalanes, murcianos, andaluces, aragoneses… y se entonan año tras año.
La repetición cada año de estos villancicos; la repetición de una misma letra y música incluso en una misma tonalidad, a lo largo de tres generaciones durante más de setenta años, Navidad tras Navidad, ha propiciado que en Santa Cruz de La Palma este hecho haya creado hábitos y costumbres que hunden sus raíces en nuestra temprana infancia, que se viva de modo activo y participativo durante la juventud, que se disfrute en la madurez, se añore en la distancia e, incluso, nos satisfaga el hecho de que trascienda la propia isla y que se lleve y se dé a conocer en otros municipios de Canarias como algo propio, como una singular manera de vivir nuestra Navidad. Estos villancicos vinieron ayer para quedarse y hoy forman parte de nuestro acervo cultural y patrimonio musical navideño.