El cine es un invento que tiene poco más de un siglo de vida y que inició su andadura marginando tanto a mujeres como a otras razas o ideologías. Afortunadamente, hoy en día el audiovisual es el refugio de la diversidad, olas reaccionarias al margen, actualmente todas las minorías están representadas tanto en series como en películas. En estos momentos se producen contenidos en todo el mundo y personas tradicionalmente ninguneadas como la mujer o el colectivo LGTBQ+ tienen hoy más oportunidades. Pero, queda mucho camino que recorrer para romper el techo de cristal, disminuir la brecha salarial y lograr que la teórica igualdad se convierta en una igualdad real de oportunidades. Una industria en la que no miren ni tu DNI ni tu apariencia para encargarte un trabajo o conseguir la viabilidad económica para llevar a cabo una idea cultural o empresarial de cualquier otra índole.
Este 8M las mujeres que amamos el audiovisual estamos de enhorabuena. Hace un mes, el cercano 10 de febrero, el cine español disfrutó de una efeméride única. Estíbaliz Urresola ganó el premio Goya a la mejor dirección novel por 20.000 especies de abejas, un premio que han ganado 7 mujeres consecutivamente desde que en el lejano 2017 ganara Carla Simón con Verano 1993. Es el último paso, la última barrera. Lograr canalizar ese talento y aprovechar esa sororidad entre todas para que en el futuro estos premios no sean un paréntesis. Tenemos que seguir alzadas, no parar de trabajar remando sin competir entre nosotras hasta conseguir ganar en la categoría de mejor dirección como ya lo han hecho cuatro mujeres a lo largo de toda la historia de los Goya.
Las mujeres han ido ganando tracción a lo largo de los años. Pasando de ganar un Goya en la época de los noventa, a dos en los 2000, a tres en la pasada década y culminando con una explosión estos últimos siete años. Un cine plurinacional, donde catalanas le fueron pasando el testigo a directoras de otras comunidades como la vasca Arantxa Echevarría que estrenó la exitosa Chinas este 2023 o la zaragozana Pilar Palomero que estrenó también el pasado año La Maternal. Un talento que traspasa fronteras como en el caso de Carla Simón que ganó el Oso de oro en la Berlinale con Alcarrás. Otra historia autobiográfica que da voz una vez más a los colectivos que antes no la tenían, ni en el cine, ni en la realidad.
Desgraciadamente, aunque hayamos tenido grandes nombres exitosos los últimos años la empleabilidad de la mujer en el sector audiovisual todavía es muy baja, en el año 2015 solo participaban en el negocio del cine un 26% de mujeres, cifras que han ido mejorando ligeramente hasta el 37% del año pasado, si ahondamos en los datos nos damos cuenta que el techo de cristal todavía está lejos de romperse porque solo un 24% de las directoras son mujeres. Estamos viviendo una anomalía maravillosa con estos premios a la mejor directora novel, pero si no mejoramos estas cuotas con el tiempo estos galardones se quedarán en anécdota y la industria audiovisual española seguirá gobernada y liderada por hombres. La sociedad y las administraciones tienen que seguir haciendo un gran esfuerzo para que la paridad tanto en el audiovisual como en otras ramas de la cultura sea real. Un futuro en el que todos y todas tengamos derecho a las mismas oportunidades. El talento y el trabajo debería ser el único condicionante que nos defina como personas y como profesionales.