Acumulamos miserias, acumulamos riquezas, acumulamos ego y frustración, este es el blues de la acumulación, pero mi abuelo, en la tranquilidad de su aldea y en el cuidado cotidiano de su huerto y de su gente murió en paz. No es fácil hacer un diagnóstico de lo que nos está pasando en este tiempo del carpe diem o donde la gente confunde mindfulness con carpe diem, en este tiempo sin historia, donde al pasado se le da olvido y al futuro se le niega una oportunidad, pero las soluciones son tan sencillas como el final de ese chiste que nos sorprende por su simplicidad. El niño tenía conjuntivitis y todos le decían es por esto y lo otro, que si la luz, que si el sol, que si una simple infección, que si la calima, que si fotosensibilidad heredada y cuando acabaron el niño dijo: y la conjuntivitis. Pues eso, y la conjuntivitis, de eso tenemos que ocuparnos. Todos los días viene gente a darnos lecciones sobre el volcán y sus circunstancias, que si está vivo, que si está vivo pero inactivo, que si inactivo pero no vivo, que si ni vivo ni inactivo, que si vivito y coleando, que si a medio plazo podría haber otra erupción, que si no es probable a corto plazo, que si no hay señales inquietantes, en fin, todo eso y la conjuntivitis, el volcán sigue ahí, como el dinosaurio de Monterroso, es decir, soñé con el dinosaurio y cuando desperté seguía ahí, el volcán sigue ahí, acumulando lava, acumulando debajo de nuestros pies esa energía que nosotros deberíamos acumular en nuestro día a día para afrontar cualquier tipo de dinosaurio, volcán o conjuntivitis que se nos presente. Y eso si es mindfulness o como dicen constantemente los frívolos del espíritu en medio del incienso de la autocomplacencia, vivir el presente.