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EmPerdedor…

Lo sé, la palabra que titula este artículo no existe en la RAE, pero permítanme que les diga que sí está presente (aunque sea de manera indirecta) en la cabeza de muchos humanos.

En alguna ocasión les he hablado de la envidia (insana) que tienen muchas personas a las que son emprendedoras. Les corroe inexplicablemente que a ese emprendedor le vaya bien. Y más triste, les corroe que sobreviva a los primeros meses de actividad.

Pues bien, como no tengo mucho tiempo, a estos “elementos” les ignoraré en el presente artículo, ya saben que a palabras eléctricas, oídos desenchufados, y lo haré para centrarme en el EmPerdedor.

Ocho de cada 10 nuevas empresas no llegan a su quinto cumpleaños, pero para más inri, solo una de 10 consigue cumplir la primera década.

Empiezo así de frío para que vean cuál es la realidad de primeras, sin tapujos…

¿Pero cuáles son las razones de este indicador tan negativo?

Si le preguntamos al emprendedor, nos dirá que la culpa es de la crisis, del mercado, de las grandes superficies, de la virginidad de los anfibios, de la burocracia… en definitiva del entorno macroeconómico. Si por el contrario tuviese que responder los expertos en gestión empresarial, dirían que la falta de preparación, planificación y conocimiento del emprendedor.

Seguramente la verdad será el resultado de un poco de ambas opiniones, pero sí existen unos denominadores comunes que paso a relacionarles:

  • Mi idea es “la (más) mejor”

Ya lo he dicho por activa, por pasiva y vía criminal. Pocas cosas hacen más daño que enamorarse fielmente de la idea. Pensar y versar que es la mejor, verla como única cuando, seguramente, no sea así.

A modo de Flautista de Hamelín, lanzamos nuestra música, nuestro mensaje, al entorno más próximo… Amigos y familiares nos sirven para testear el mercado… Error grave no, lo siguiente. ¿Sus amigos y familiares quieren lo mejor para ustedes verdad? Pues eso. Seguramente su falta de objetividad le causará unas expectativas lejanas a la realidad. Además, igual no son ni su público objetivo, por lo que estarán engañándose doblemente.

  • No escandallan el servicio o producto

Además del paso anterior, en el que les recomendaría un estudio de mercado, también será necesario realizar lo propio para con sus servicios o productos. No se trata de saber que la tienda de al lado vende sus helados a 2euros, además de ello, sería capital conocer cuánto le cuesta producirlo. Si solamente se limitan a “copiar” precio, no estarán vinculados con la realidad.

Les pongo un ejemplo de esto en otro tema muy diferente. Cuando estudiaba en el instituto, incluso en la universidad, prácticamente con dos días de antelación podía estudiar cualquier materia, sin embargo, tenía amigos y compañeros de pupitre que necesitaban semanas para digerir la misma cantidad de materia…

Pasa exactamente igual con los servicios y productos; el coste de “fabricación” de los mismos no es igual para todos los emprendedores, ya que entran diferentes factores que hace que la balanza suba o baje… logística, personal, subcontratación, alquiler del local… y un largo etcétera.

  • Emprender con amigos…

Una vez dije que “en el mundo emprendedor… dos son multitud”. No quiero ser tan visceral en este tema, pero en ocasiones se emprende por amistad, por parentesco o por el “me cae bien”, sin pensar que en la ecuación debe existir un paralelismo entre implicación y aportación.

  • Empezar pensando en lo que sí pero todavía no…

Hacen sus números imaginando que les darán un crédito, que la subvención será aprobada, que podrán hipotecar x bien… Piensen más en la rentabilidad de aquello que vendan y en cuántas unidades podrán vender, que en lo que posiblemente les pueda llegar.

Los emprendedores no suelen hacer números reales de su inversión inicial, con objeto de ver cuando podrán amortizar la misma. Piensan en los números entonando el afamado: “eso lo lleva mi asesor”.

  • Precio como acero valyrio

Es más típico de lo que se creen. Un emprendedor abre una nueva cafetería y, tacháaaaan, el café es 20 céntimos más barato que en el local de su izquierda.

Al emprendedor poco preparado le gusta esta guerra de precios, sin saber que, si “juegan” a precio, la competencia es más fuerte que nadie. Además, se corren muchos riesgos, como que, por ejemplo, cuando se suba la tarifa para convivir a las de mercado, el cliente no esté fidelizado y vuelva con la marca más conocida, que le pilla más cerca, o que siempre ha estado ahí. Incluso que se desvirtúe el valor de aquello que estén vendiendo.

Busquen un valor competitivo, algo que les haga diferentes, genuinos, incluso únicos al resto; será mejor estrategia que la de precio y, créanme, más difícil de “imitar”.

  • Meterse en algo que no dominan (o que no les gusta)

También muy usual. La gente emprende en cosas que nunca “han mamado”, que nunca han vivido de cerca (ni de lejos), o peor, en asuntos que ¡ni siquiera les gustan!

“El Emprendedor que no disfrute de su idea de negocio, es un EmPerdedor”

Como ven, seguramente el propio emprendedor tenga más culpa de su fracaso que su entorno. Pero ser EmPerdedor no es tan malo como parece. Y ustedes se dirán, ¿cómo que no si no ha sabido triunfar con su idea de negocio? Tranquilos, seguramente con la siguiente propuesta no cometa tantos errores, y tendrá la sapiencia suficiente para tener más posibilidades de éxito.

Bueno, les dejo que tengo que cerrar un par de empresas y dejar tiempo para pensar en abrir la siguiente…

Un saludo.

Rayko Lorenzo.

Lo sé, la palabra que titula este artículo no existe en la RAE, pero permítanme que les diga que sí está presente (aunque sea de manera indirecta) en la cabeza de muchos humanos.

En alguna ocasión les he hablado de la envidia (insana) que tienen muchas personas a las que son emprendedoras. Les corroe inexplicablemente que a ese emprendedor le vaya bien. Y más triste, les corroe que sobreviva a los primeros meses de actividad.