Emprendedor compra zona de confort: razón aquí
Pufff, no sé cuántas veces he escuchado en mi vida lo de “hay que salir de la zona de confort”. Seguramente tantas, que incluso hubo un tiempo en el que pensé que podía ser verdad…
En ocasiones pasa; te repiten tantas veces algo que, por un momento, aunque se un solo instante, te puedes llegar a plantear si se trata de una certeza o de su opuesta falacia.
Pero empecemos por el principio: el término. Hay que remontarse a comienzos del siglo pasado, concretamente a 1908, año en el que John D. Dodson y Robert M. Yerkes, psicólogos de profesión, hablaban de un estado de conformidad relativa que originaba un nivel de rendimiento constante.
Aunque claro, estos dos señores siguieron investigando, alegando más tarde que, si se quiere mejorar el rendimiento comentado, el humano requería tener un mínimo grado de ansiedad, de cara a “salir a pescar a otras aguas”, conquistando un espacio desconocido en el que el estrés aumenta. Ese espacio fue acuñado con el nombre de “ansiedad óptima”.
El bueno de Dodson nació y murió en Kentucky; durante sus 76 años de vida, hay quien cuenta que nunca salió de su zona de confort, me cuesta creerlo. El caso del Sr. Yerkes, es muy distinto, fíjense si salió de dicha zona que fue clave en el reclutamiento de tropas en la I Guerra Mundial, ideando el test de inteligencia que fue usado por más de un millón de militares en este conflicto bélico.
Personalmente no conozco la zona de confort; he mirado en Google Maps, en el Earth, hasta en el Waze, y nada, no sé dónde está y lo más curioso, cada vez que le pregunto a alguien me dice que es un sitio que quiere abandonar. Reitero, curioso, todo el mundo quiere salir de esa zona y yo, un autónomo, un emprendedor, estoy intentando descubrirla…
Y es que, después de leer mucho, preguntar mucho, escuchar mucho y volver a leer mucho, he llegado a la conclusión de que al emprendedor le faltan dos cosas: tiempo y zona de confort.
En esas lecturas y trabajos de análisis, la zona de confort tenía un significado más fútil, era un lugar donde la gente aparentemente se sentía cómoda, hacía siempre lo mismo y pensaba eso de “virgencita, virgencita… que me quede como estoy”. Pero a la vez, detrás del telón, en los sueños de despierto o en lagoterías de “café, puro y copa”, se defendía la necesidad de un cambio, de salir, de ver otras cosas, de tener otros problemas…
¿Conocen algún emprendedor que no quiera alcanzar la zona de confort? Siempre vamos a mil, picando aquí y allá, no podemos dejar de innovar, no podemos dejar de estudiar el mercado, no podemos relajarnos, por no poder… ¡no podemos ni enfermarnos!
Si alguien vendiese “zonas de confores” sería una persona multimillonaria.
Pero todavía hay esperanza. Existe la posibilidad de que, una nueva oleada de emprendedores opte por un tercer camino. Los nuevos emprendedores no deben quedarse en su zona de confort (si alguna vez la compran o la alcanzan); tampoco deben salir de ella… Mi recomendación es que, “sencillamente”, la amplíen.
¿Por qué abandonar un lugar donde se está cómodo? ¿Por qué huir a lo desconocido si, según Dodson y Yerkes, en nuestra zona de confort existe un rendimiento constante? ¿Qué necesidad de adquirir ansiedad? ¿Qué necesidad de aumentar el estrés?
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El emprendedor no tiene zona de confort, no puede delimitarse. No es aconsejable que se acomode, que se apalanque, que se sienta relajado… El mercado es una hiena. Una hiena rayada, parda o moteada; un licaón que, como les pille despistados, huelen la sangre… y ya saben el final.
El emprendedor no puede titubear. Como me gusta decir, “en el mundo emprendedor, la duda es el sol del hielo”. No se despisten buscando “aplatanamiento”, si tienen dinero, lo compran, pero perder tiempo en ello es eso, una pérdida, no una inversión.
Les dejo, que me voy a acercar al IKEA de Málaga; ¿saben qué? Seguramente, ni siquiera en el IKEA, haya muebles para la zona de confort...
Rayko Lorenzo
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