Espacio de opinión de La Palma Ahora
Fuente del Pino (El Paso): un lugar donde la arqueología, la historia y la etnografía se dan la mano
El pasado mes de diciembre se llevó a cabo un proyecto denominado Rehabilitación y recuperación de los curtideros de chochos de la Fuente del Pino, limpieza de la fuente y arreglo de la plaza, que fue financiado, con un importe total de 39.778,11 euros, por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias y la colaboración del Ayuntamiento de El Paso y la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico del cabildo Insular de La Palma. La intención última era recuperar un entorno de un enorme valor arqueológico, histórico y etnográfico, que presentaba un lamentable estado de conservación, si bien se enclava en un espacio natural de una impresionante belleza natural.
El Barranco del Riachuelo (El Paso) formaba parte del cantón de Aridane, si bien algunos datos etnohistóricos, apuntan que esta zona era independiente, conocida como Gazmira, y en la que tuvieron lugar una serie de acontecimientos sumamente importantes para la conquista de la Isla en 1493. En este lugar fue capturada una benahoarita, posteriormente conocida como Francisca de Gazmira, que actuó con intérprete en las negociaciones entre las huestes de Alonso Fernández de Lugo y los aborígenes palmeros. Este barranco albergó uno de los asentamientos en cabañas más importante, con más de un centenar de estructuras, de todo Benahoare.
Junto a la Fuente del Pino y sus lavaderos, aún vive un gigantesco pino canario, que ya existía en la época prehispánica, y que, con toda probabilidad, era sagrado para los antiguos palmeros. Esta sacralidad es la que ha permitido su supervivencia hasta nuestros días, preservándolo del hacha que segó la vida de la inmensa mayoría de los pinos que cubrían el Valle del Riachuelo. Este valor se mantuvo y era conocido por los nuevos colonos, que no se atrevieron a abatirlo por superstición y por miedo a las represalias de los dioses.
Por otro lado, el valor mágico-religioso de este lugar queda perfectamente atestiguado por el hecho de que Tanausú, señor de Aceró, acepta reunirse con Alonso Fernández de Lugo para parlamentar en este lugar. En la mentalidad aborigen no cabía el pensamiento que los conquistadores castellanos fuesen capaces de llevar a cabo esa vil traición en un lugar de tan alta significación sagrada. Por ello acudió confiado a este lugar. Este hecho marcó la desaparición el mundo aborigen y la entrada de La Palma en la época histórica. Durante los trabajos de adecentamiento se ha comprobado la existencia de un recinto delimitado por muros, muy antiguos, de piedra seca que se han recuperado hasta donde ha sido posible.
La Fuente del Pino se sitúa en el tramo medio-inferior de la margen izquierda del Barranco del Riachuelo, a los pies de las laderas de Cumbre Nueva, en el límite entre el Parque y Preparque de la Caldera de Taburiente. Justo debajo de las rocas en que aflora el agua se construyeron en la época histórica, aunque no podemos fijar una fecha exacta, si bien deben ser bastante antiguas, cuatro estructuras artificiales contiguas, apoyadas en el risco, que recogían los sobrantes de agua y que se utilizaron esencialmente para curtir chochos, si bien ha pervivido el nombre de lavaderos porque las mujeres de El Barrial (El Paso) acudían a lavar la ropa hasta, por los menos, los años 50 del siglo pasado. El interés especial de estos cutideros es que son los únicos de La Palma en los que el proceso se hacía en agua dulce, cuando lo habitual es acudir a los charcos y maretas situadas junto a la orilla del mar: Punta Ganado, La Salemera, Porís de Tigalate (Villa de Mazo); el Puertito de Las Caletas y La Punta de Fuencaliente; Juan Adalid y El Mudo (Garafía); Charco Verde (Los Llanos de Aridane), etc.
Los curtideros-lavaderos constan en cuatro depósitos contiguos de forma rectangular, de unos 2 metros de diámetro máximo, que levantaron con muros de piedra seca que se impermeabilizaron mediante una capa de cal y arena que evitaba la filtración del agua. Durante los trabajos de limpieza nos encontramos con la agradable sorpresa de que el depósito situado en el extremo sur conservaba un preciso piso empedrado, junto al cual, también parcialmente empedrado, estaba el desagüe por el que discurrían los sobrantes de agua y que estaba completamente cubierto de tierra y pinillo. Los muros se remataban con losetas de basalto labradas, muchas de las cuales habían desaparecido, gracias a la rapiña de algunos desaprensivos que se acercaban al lugar.
Las informaciones etnográficas que hemos recabado apuntan que el proceso de curtido de los chochos consistía en ir trasladando estos granos, que se podían comer solos o convertirlos en gofio, de un depósito a otro en función del tiempo que se juzgase necesario. Una vez que se llegaba al último depósito se consideraba que los chochos ya estaban bien curtidos. Había personas que trabajaban el acarreo de los chochos con bestias y otra persona era la encargada del proceso de curtido que, al igual que en los mareteros de la costa, cobraba en especie e, incluso, se quedaba en la zona en alguno de los numerosos abrigos-cabañas que se conservan en el Barranco del Riachuelo. Tras la retirada del agua se ponían a secar al sol para lo cual servirían las dos plataformas de tierra que están delante de los lavaderos y que, en contra de la hipótesis inicial, no estaban empedrados.
En 1952 el Ayuntamiento de El Paso organizó la celebración de un homenaje a los acontecimientos, a caballo entre la Prehistoria y la Historia, que tuvieron lugar junto a la Fuente del Pino en 1493. A tal efecto se construyó una plataforma empedrada en la que se enterró un pequeño receptáculo en el que se introdujeron monedas, periódicos de la época, etc. Al acto público asistió el alcalde y otros miembros de la corporación, personalidades públicas, así como toda la comunidad educativa del municipio.
De la fotografía anterior se desprende que se colocó la primera piedra y en torno a ella se realizó la plazoleta empedrada, que se ubica a unos 80 metros al sur de los curtideros-lavaderos y el pino sagrado. Estaba totalmente cubierta de pinillo y la uniformidad del piso se ha visto alterada por el crecimiento de doce pinos y una gran roca que cayó de los riscos aledaños. Las uniones de las rocas se sellaron con una argamasa de cal y arena de la que apenas si quedan algunos restos.
En definitiva, consideramos que la recuperación y rehabilitación de este lugar es de sumo interés para el Patrimonio Cultural de El Paso. Ahora solo falta que vuelva a llover como antes, que la Fuente del Pino “reviente” para que los curtideros-lavaderos vuelvan a llenarse de agua y todo el risco se convierta en una gigantesca cascada de unos 100 metros de anchura. La ausencia de agua actual está relacionada, no tanto con la grave sequía que padecemos, sino que el líquido elemento se lo ha robado las tres galerías que existen en las inmediaciones.
El pasado mes de diciembre se llevó a cabo un proyecto denominado Rehabilitación y recuperación de los curtideros de chochos de la Fuente del Pino, limpieza de la fuente y arreglo de la plaza, que fue financiado, con un importe total de 39.778,11 euros, por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias y la colaboración del Ayuntamiento de El Paso y la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico del cabildo Insular de La Palma. La intención última era recuperar un entorno de un enorme valor arqueológico, histórico y etnográfico, que presentaba un lamentable estado de conservación, si bien se enclava en un espacio natural de una impresionante belleza natural.
El Barranco del Riachuelo (El Paso) formaba parte del cantón de Aridane, si bien algunos datos etnohistóricos, apuntan que esta zona era independiente, conocida como Gazmira, y en la que tuvieron lugar una serie de acontecimientos sumamente importantes para la conquista de la Isla en 1493. En este lugar fue capturada una benahoarita, posteriormente conocida como Francisca de Gazmira, que actuó con intérprete en las negociaciones entre las huestes de Alonso Fernández de Lugo y los aborígenes palmeros. Este barranco albergó uno de los asentamientos en cabañas más importante, con más de un centenar de estructuras, de todo Benahoare.