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¿Cómo gestionar una administración pública?

La primera medida que no es sencilla; es determinar cómo liberarnos del yugo de la permanencia, esto es, cómo dejar a un lado las exigencias de un partido que quiere perpetuarse en el poder y colocar a los suyos, para establecer otro tipo de prioridades. Este yugo de la permanencia es aquel que identifica el arte de la política con el método de conseguir votos, en lugar de perseguir un beneficio para la ciudadanía.

En segundo lugar se debe de establecer un mecanismo totalmente transparente que permita establecer prioridades en cuanto a las necesidades del pueblo. Lo cual ayudaría a los políticos a centrar su labor en esas necesidades y no divagar con otras actuaciones.

A partir de ese momento deben de ser los trabajadores públicos los que aporten ideas, métodos, hojas de rutas si se diera el caso, que resuelvan los problemas de los ciudadanos. Todo esto se recogería en un programa de actuaciones que incorpore estrategias varias según las necesidades del momento. Siempre recuerdo mi experiencia en el Departamento de Tecnología y Normativa Técnica de Telefónica, cuando nos obligaban a realizar unos resúmenes de no más de 15 líneas que utilizaban los directivos en su toma de decisiones. Hecho de menos ese tipo de informes, de mayor extensión si se quiere, donde se deje constancia de las ventajes y desventajas de cualquier actuación que se desee ejecutar desde las Administraciones Públicas (AAPP). ¿Qué menos que tres informes con pros y contras de todo aquello que requiera un gasto superior a los 3.000 euros? No es burocracia, es transparencia.

Cuando pienso en la capacidad intelectual de los más de 1.000 empleados que puede tener el Cabildo de La Palma, o los 300 empleados del Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane, capacidad intelectual que se puede estar perdiendo, por no establecer herramientas como círculos de calidad, que permita aprovechar todo su potencial, para dejar en manos de 21 personas y sus respectivos asesores, decisiones que podrían, reitero podrían, por si alguien no sabe leer, tener aproximaciones más inteligentes e igualmente válidas para la población como las que puedan salir de los grupos de gobierno y sus asesores, que tienen la oportunidad de extraer al máximo el talento de los empleados públicos y no la aprovechan.

Por muy iluso que me llamen, la clave está en satisfacer las necesidades del pueblo. Y estas si se sigue lo indicado anteriormente, se empezarán a encauzar. Evidentemente no es sencillo satisfacerlas, porque de donde no hay no se puede sacar, pero no se podrá acusar a los gobernantes de pensar en su propio beneficio.

Si yo tuviera la oportunidad de gestionar una administración pública llevaría a cabo las medidas enunciadas y demostraría a mi partido que obtendría el mismo rédito electoral que aquel político que busca publicitar todas sus actuaciones por muy tontas que estas sean. Sin dudar, puedo afirmar que el político que se haya liberado del yugo de la permanencia podrá demostrar durante la campaña electoral, que su trabajo merece el premio de la reelección, y pueblo, partido político y responsable público podrán estar satisfechos por haber cumplido con su deber.

La primera medida que no es sencilla; es determinar cómo liberarnos del yugo de la permanencia, esto es, cómo dejar a un lado las exigencias de un partido que quiere perpetuarse en el poder y colocar a los suyos, para establecer otro tipo de prioridades. Este yugo de la permanencia es aquel que identifica el arte de la política con el método de conseguir votos, en lugar de perseguir un beneficio para la ciudadanía.

En segundo lugar se debe de establecer un mecanismo totalmente transparente que permita establecer prioridades en cuanto a las necesidades del pueblo. Lo cual ayudaría a los políticos a centrar su labor en esas necesidades y no divagar con otras actuaciones.