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Huelga indefinida

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Un domingo que amanece gris pero se vuelve soleado con las noticias. Los barrenderos y jardineros de Madrid han ganado la batalla tras doce días de huelga indefinida y muchas horas de negociación. Se puede decir que todos los trabajadores de este país semiderruido y desesperanzado hemos ganado con su lucha, una lucha que contiene potentes enseñanzas presentes y futuras, además de una tremenda carga simbólica. Porque se ha desarrollado en Madrid, reino del PP donde mal-gobierna Ana Botella, y porque esas calles regadas de basura son la más poderosa imagen de la podredumbre de todo un sistema apisonador y corrupto. Esos contenedores atestados de basura, regentados por todopoderosas ratas, simbolizan un gobierno que favorece a unos pocos mientras aplasta derechos, privatiza servicios públicos, y expulsa y abandona en la calle cual bolsas de basura a los más débiles, al precariado, a los desahuciados, a los inmigrantes, a los parados, a los empobrecidos.

Si la protesta ha concluido exitosamente ha sido por la unidad firme y sin fisuras de los trabajadores de ambos colectivos, pero también por la unidad sindical de las organizaciones con representación (CC.OO, CGT y UGT) en las insaciables empresas adjudicatarias que pretendían despedir a más de mil trabajadores, pese a sumar incontables beneficios. OHL, FCC y SACYR participan también en la privatización de la sanidad madrileña y sus nombres aparecen en el caso Bárcenas.

Ha sido decisivo el apoyo de otros sectores afectados por privatizaciones y recortes, que poco a poco se están enlazando, junto con la solidaridad del pueblo madrileño. Y ahí la comunicación se ha constituido como elemento clave: comunicación para explicar los motivos, y también durante los once días de huelga, casi al minuto, para informar y desactivar las ilegales intentonas de boicot por parte del ayuntamiento; y comunicación como herramienta para difundir la existencia de una cuenta corriente para apoyar a los trabajadores en su resistencia. Se ha contado con una estrategia de lucha; con objetivos y líneas rojas innegociables.

Esta victoria demuestra que nada es imposible y que no vale la resignación, cuando existen unidad y estrategia. Esta victoria es un gigantesco símbolo. Nos enseña que es posible vencer.

mvacsen@hotmail.com

Un domingo que amanece gris pero se vuelve soleado con las noticias. Los barrenderos y jardineros de Madrid han ganado la batalla tras doce días de huelga indefinida y muchas horas de negociación. Se puede decir que todos los trabajadores de este país semiderruido y desesperanzado hemos ganado con su lucha, una lucha que contiene potentes enseñanzas presentes y futuras, además de una tremenda carga simbólica. Porque se ha desarrollado en Madrid, reino del PP donde mal-gobierna Ana Botella, y porque esas calles regadas de basura son la más poderosa imagen de la podredumbre de todo un sistema apisonador y corrupto. Esos contenedores atestados de basura, regentados por todopoderosas ratas, simbolizan un gobierno que favorece a unos pocos mientras aplasta derechos, privatiza servicios públicos, y expulsa y abandona en la calle cual bolsas de basura a los más débiles, al precariado, a los desahuciados, a los inmigrantes, a los parados, a los empobrecidos.

Si la protesta ha concluido exitosamente ha sido por la unidad firme y sin fisuras de los trabajadores de ambos colectivos, pero también por la unidad sindical de las organizaciones con representación (CC.OO, CGT y UGT) en las insaciables empresas adjudicatarias que pretendían despedir a más de mil trabajadores, pese a sumar incontables beneficios. OHL, FCC y SACYR participan también en la privatización de la sanidad madrileña y sus nombres aparecen en el caso Bárcenas.