Espacio de opinión de La Palma Ahora
Inversión o gasto
La controversia con la enfermedad del Ébola retorna a la actualidad una discusión siempre recurrente: ¿la educación es un gasto o una inversión?, ¿la prevención de la salud es un gasto o una inversión?, y así en muchos y variados asuntos. Yo defiendo que tanto en los casos anteriormente expuestos como en el caso del Ébola, España tenía que invertir. Soy consciente de las críticas que ha recibido el Gobierno español, y que la mayor parte de la sociedad no está de acuerdo con la repatriación de los misioneros que posteriormente causaron el contagio de Teresa Romero, pero aun así y en el caso de su perro, España ha tenido la oportunidad de convertirse en un país de primera, y por culpa de un mal gobierno y de una sociedad mayoritariamente en contra del retorno de los hermanos de San Juan de Dios, todo lo que se ha hecho es malgastar y no invertir.
Cuando un país de primera detecta una oportunidad, como tuvo España en el caso del Ébola, se trasladan automáticamente muchos de los esfuerzos económicos disponibles o no disponibles hacia la consecución de una solución a la enfermedad. Se revisan los protocolos sanitarios, se ponen a prueba y se lleva a cabo lo que indican los mismos, aprovechando para mejorar todo lo susceptible de mejorar. Se aprovecha para examinar tratamientos experimentales, con rigor científico por supuesto. Se preparan nuestros hospitales para un contagio masivo, no siempre por Ébola, pero sí para otro tipo de enfermedades de origen desconocido que pueden afectar de manera masiva a la población como el ántrax (carbunco), el dengue, la malaria (Paludismo) etc. Se prepara el país para un posible ataque bacteriológico hacia la población provocado por una acción terrorista, y así cuantos ejemplos deseemos mencionar.
Los beneficios anteriormente expuestos que recibe el país a partir de una rápida y efectiva inversión a partir del Ébola, carecen de importancia si fruto de esta inversión, los institutos de investigación españoles, o en los que el Estado colabora, encuentran un paliativo o un tratamiento definitivo a la enfermedad. De este modo España podría ayudar a los miles de infectados por el virus del Ébola en África, llenando de orgullo a un país que necesita una inyección de esperanza, tras la corrupción generalizada y los tratos de favor que campean por todo el territorio nacional.
Sin desviar la atención sobre la necesidad de invertir en todo aquello que es necesario para un país, seguimos comprobando con variados ejemplos, como se sigue reduciendo el gasto en educación y en sanidad, manteniendo gastos inútiles en múltiples campos. Ejemplos en educación permanecen en mi retina de manera constante, como el aire acondicionado en despachos oficiales, encontrándose colegios en Canarias donde la temperatura llega en invierno a los cinco grados centígrados que no tienen calefacción. Grandes sueldos de personal público directivo, cuando hay canchas deportivas de varios colegios públicos sin cubrir. Grandes cantidades de dinero gastadas en proyectos imposibles de realizar cuando los institutos y los colegios no cuentan con un ordenador en condiciones para cada alumno, y no más ejemplos, que es una obviedad la necesidad de invertir, en lugar de considerar la sanidad y la educación como un gasto.
La controversia con la enfermedad del Ébola retorna a la actualidad una discusión siempre recurrente: ¿la educación es un gasto o una inversión?, ¿la prevención de la salud es un gasto o una inversión?, y así en muchos y variados asuntos. Yo defiendo que tanto en los casos anteriormente expuestos como en el caso del Ébola, España tenía que invertir. Soy consciente de las críticas que ha recibido el Gobierno español, y que la mayor parte de la sociedad no está de acuerdo con la repatriación de los misioneros que posteriormente causaron el contagio de Teresa Romero, pero aun así y en el caso de su perro, España ha tenido la oportunidad de convertirse en un país de primera, y por culpa de un mal gobierno y de una sociedad mayoritariamente en contra del retorno de los hermanos de San Juan de Dios, todo lo que se ha hecho es malgastar y no invertir.
Cuando un país de primera detecta una oportunidad, como tuvo España en el caso del Ébola, se trasladan automáticamente muchos de los esfuerzos económicos disponibles o no disponibles hacia la consecución de una solución a la enfermedad. Se revisan los protocolos sanitarios, se ponen a prueba y se lleva a cabo lo que indican los mismos, aprovechando para mejorar todo lo susceptible de mejorar. Se aprovecha para examinar tratamientos experimentales, con rigor científico por supuesto. Se preparan nuestros hospitales para un contagio masivo, no siempre por Ébola, pero sí para otro tipo de enfermedades de origen desconocido que pueden afectar de manera masiva a la población como el ántrax (carbunco), el dengue, la malaria (Paludismo) etc. Se prepara el país para un posible ataque bacteriológico hacia la población provocado por una acción terrorista, y así cuantos ejemplos deseemos mencionar.