Este sábado, 22 de abril, se conmemora uno de los Días Internacionales más significativos a nivel global. El Día Mundial de la Tierra.
Las manifestaciones de la ciudadanía, aunque desde algunos sectores se piense que no son útiles, han contribuido significativamente a crear conciencia. Esa conciencia necesaria para proteger la naturaleza, la biodiversidad, en definitiva, la vida en este planeta.
Prueba de ello son las manifestaciones masivas de estudiantes promovidas por la activista sueca Greta Thunberg. 'Fridays for the Future', fácilmente traducible en Viernes por el Futuro, ha congregado a un millón y medio de personas, según datos de la propia Thunberg, repartidos en más de 2.000 ciudades que reclaman a sus gobiernos medidas justas y eficaces para combatir la crisis, mejor dicho, emergencia climática que enfrentamos y enfrentaremos. En Santa Cruz de La Palma también retumbó el eco del movimiento ecologista allá por 2019 y volvió a hacerlo este abril, para rechazar un proyecto turístico que contempla un campo de golf de 473.092 metros cuadrados en nuestra isla, recientemente elegida por National Geographic como el mejor destino natural de España. Natural, recalco.
También el Día Mundial de la Tierra surge en sí de una manifestación: el 22 de abril de 1970, el senador y activista estadounidense Gayrold Nelson convocaba una movilización a fin de que se crease un organismo para la protección ambiental.
Lo consiguió: el Gobierno de Estados Unidos creó la Agencia de Protección Ambiental ese mismo año.
Las movilizaciones consiguen cambios. Los ejemplos los tenemos. ‘Los charcos no se tocan’, promovida por el biólogo Pablo Martín, o la iniciativa ecologista para 'Salvar el Puertito', en la isla de Tenerife, o la contestación social que provocó el proyecto 'Dreamland' en Fuerteventura. Nuestro archipiélago es ya una tierra soñada sin necesidad de macroproyectos.
El Día Mundial de la Tierra nace con el fin de conseguir un mundo más ecológico. Si atendemos a su significado: eco, viene de oikos, que significa casa o hogar en griego; logos significa estudio. En definitiva, la ecología es el estudio de nuestra casa.
Y es que, aunque las ciudades nos desnaturalicen y la tecnología nos robotice, somos un ser vivo más que vive en esta casa llamada La Tierra.
Y nuestra casa está pasando por un mal momento, porque en su momento no la valoramos como es debido. Todos lo sabemos y actualmente, más que nunca. Lo vital ahora es no ignorar, de nuevo, lo que los científicos llevan décadas advirtiendo.
El 20 de marzo se publicaba el último informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) en el que los expertos lo dejaban claro: “Lo que hagamos de aquí a 2030 se notará ahora y durante miles de años”.
La agenda 2030 de las Naciones Unidas tiene 17 objetivos para alcanzar el ansiado desarrollo sostenible. Tienen que ver con el agua, los océanos, los ecosistemas terrestres, el hambre, la educación, la igualdad, temas que son necesarios para vivir en armonía, lo que todos desde nuestros diversos puntos de vista, queremos.
Recordemos de nuevo el significado de sostenible: lo que permite satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades propias, según la definición de la Comisión Brundtland de la ONU.
Las generaciones venideras tienen el derecho de tener agua, no sequías y cortes agua, de tener biodiversidad y no extinciones masivas, de tener alimento y no hambrunas, en definitiva, de tener un ambiente saludable, de tener un clima agradable y no temperaturas y condiciones meteorológicas extremas como las que se prevén. El mes de abril va camino de ser el más seco desde que hay registros, avanzan los medios.
Los océanos también dan muestra del calentamiento global: este abril, la temperatura media de los océanos batió otro récord: 21.1°C.
La Tierra nos está pidiendo a gritos que la protejamos. Pero no por ella, sino por nosotros. La Tierra, en días como hoy, nos lanza un aviso de madre, esa que nunca se equivoca: Es momento de actuar. Es ahora cuando debemos declarar de interés insular a nuestra naturaleza, a nuestros ecosistemas, a nuestra casa. Ese es, precisamente, el lema del Día de la Tierra para este año: ‘Invertir en nuestro planeta’.